Palestina sufre un sistema colonial de opresión y despojo genocidas.

Por Abu Watan. Resumen Medio Oriente, 09 de abril de 2023
Abu Watan. Palestina Libre

Cada día que pasa el ejército israelí perpetra nuevos e impunes crímenes contra la población palestina. Palestina no se encuentra en un conflicto o disputa territorial con Israel, sino que vive sometida a esta entidad colonial y colonizadora de carácter genocida. Y la alternativa no es resolver el supuesto conflicto entre líneas fronterizas, sino descolonizar completamente la tierra y la vida del pueblo palestino.

Describe Frantz Fanon, en una de las obras más importantes que jamás se hayan escrito sobre los oprimidos en el sistema colonial, que la violencia que destruye las formas sociales, que ha demolido la economía, los modos de apariencia e incluso la ropa de los nativos, esa violencia, será reivindicada y asumida por las masas colonizadas desde el momento en que decidan convertirse en historia en acción. El revolucionario afrocaribeño describe que ser historia en acción para los pueblos colonizados es penetrar en las ciudades prohibidas: provocar un estallido del mundo colonial. Un estallido que para el pueblo colonizado será “una imagen de acción muy clara, muy comprensible, capaz de ser asumida por cada uno de los individuos que lo constituye”.

Y precisa este entrañable revolucionario en su obra que dislocar el mundo colonial no significa arreglar la comunicación entre las dos zonas, ni tan siquiera después de la abolición formal de las fronteras. La experiencia histórica es clara: “Destruir el mundo colonial es, ni más ni menos, abolir una zona, enterrarla en lo más profundo de la tierra o expulsarla del territorio”.

En este sentido, las fuerzas revolucionarias palestinas son muy claras en sus planteamientos:

  • Defensa de la lucha del pueblo palestino por todos los medios a su alcance, principalmente la lucha armada.
  • Retorno de los refugiados a sus lugares de origen.    
  • Liberación de toda Palestina, desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo.

Por estos principios lucha el pueblo palestino, estas son sus banderas: El único representante legítimo de un pueblo colonizado lo constituyen las fuerzas que luchan contra la colonización.

En los llamados acuerdos de Oslo, se produjo la usurpación de esta legítima representación por parte de una poderosa fracción de la burguesía sostenida por el imperialismo. Con este acuerdo la burguesía compradora pactó el establecimiento de la oficina de asuntos indígenas de ‘Israel’ con el nombre de Autoridad Nacional Palestina.

El pueblo palestino ha venido empeorando desde entonces sus condiciones de vida y subsistencia. Ha sido más desposeído, más bombardeado, disparado, más privado del agua, de la energía, de la pesca, de la agricultura, del comercio, del movimiento. Más privado de libertad, más ninguneado, discriminado y asesinado: más colonizado. Y por eso el apoyo a los fedayines que siembran libertad con sus fusiles y que enseñan a cultivarla desde Movimiento de presas y presos es cada vez más unánime.

El desarrollo de las contradicciones de la colonización sionista no deja de confirmar los postulados de Fanon. Sin embargo, ante esta reafirmación en nuestros principios y nuestro camino, y a pesar de la experiencia histórica de las revoluciones nacionales en los pueblos sometidos por el colonialismo y el imperialismo, nuestros supuestos aliados -o potenciales aliados si apreciamos el vaso medio lleno-, desprecian nuestra lucha de descolonización.

La llaman esencialista, identitaria. Nos acusan de dejar de lado la lucha de clases y de no entender que nuestra opresión parte del capitalismo por no encontrar clase obrera entre los colonos y así echar pelillos a la mar acerca de lo que el Sistema les hace perpetrar.

Nos señalan por responsabilizar al colono de edificar su vida sobre nuestra desposesión en nuestra tierra arrebatada; de beber el agua de nuestros ríos arrebatados de sus cursos artificialmente desviados, de nuestros acuíferos expoliados.

Nos acusan de no entender el sistema del capital a pesar de haber sido vendidos por los señores feudales y burgueses que comparten nuestros nombres, a pesar de ser colonizados, a pesar de sufrir el genocidio y el apartheid para que los invasores pudieran instalar el paradigma de las bases imperialistas.

Nos acusan de menospreciar la lucha de clases, a nosotras: las masas desheredadas, famélica legión. Nos acusan a pesar de luchar contra el capitalismo y sus consecuencias, pese a luchar a la vez contra su fase superior y su fase primigenia. Pueblo palestino:  proletariado en el sentido más literal del término. Quizás una literalidad plus ultra puesto que los proletarios romanos tenían una ciudadanía formal, algo de pan y en ocasiones circo.

El pueblo palestino seguirá luchando por sus medios para liberarse a sí mismo, para contribuir a la liberación de los pueblos oprimidos frenando con sus cuerpos la expansión militar del colonizador.

Demostrando a precio de su vida que el sistema productivo imperante es la industria de la matanza de seres humanos a todas las masas oprimidas del mundo, incluso a las del centro imperialista, y demostrando que la subversión y la rebelión es posible.

Ojalá nuestros aliados occidentales entiendan que el capitalismo tal y como se ha dado, tal y como se reproduce desde la perspectiva de la mayoría del proletariado mundial no es la civilización expandiéndose por el mundo, sino el modelo de civilización capitalista de Europa llegando al mundo.

La descolonización es una necesidad reconocida y ansiada, y mientras se reflexiona estos planteamientos desde las ciudades prohibidas de la Palestina colonizada, el colono, incluso el llamado progresista, tendrá que entender que el estallido que para el pueblo colonizado es una imagen de acción, será para él la violencia que vuelve. Y con frecuencia será un estallido literal.

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