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Toda la vida política oficial está copada por las próximas contiendas electorales. El 28 de mayo se celebran elecciones municipales y autonómicas (en 12 autonomías, todas salvo Catalunya, País Vasco, Castilla y León, Galicia y Andalucía), y las encuestas oficiales consideran que la victoria en las municipales va a determinar las generales de finales de año, cuya fecha definitiva aun ni está fijada.
En este ambiente preelectoral, los portavoces del Gobierno airean sus supuestos logros, particularmente la reforma laboral, de la que presume Yolanda Díaz como una de sus grandes conquistas. Recordemos que la reforma laboral de este Gobierno, no sólo no ha derogado las reformas laborales de Zapatero y Rajoy, sino que ha servido para convertir paro en subempleo bajo la fórmula de “fijos discontinuos”. Porque el hecho es que la cantidad de horas trabajadas es hoy menor que antes de 2008.
En el año 2022 ha disminuido el poder de compra de los trabajadores un 6 por ciento, debido a una inflación provocada por la especulación y los márgenes empresariales. Lo que supone un trasvase neto de las rentas del trabajo al capital. Y ese es un elemento determinante del balance de este Gobierno y de todos sus componentes.
Mientras los políticos que viven en las instituciones están poseídos por esa fiebre electoral, las preocupaciones de los trabajadores, los jóvenes, los pensionistas de todos los pueblos del Estado van por otro lado.
La inmensa mayoría de los trabajadores conscientes sigue con atención la batalla que se está librando en Francia. Es evidente que una victoria de los compañeros franceses será un estímulo para la resistencia en nuestro país y en toda Europa. Pero, incluso si no se alcanza una victoria clara, demuestra que la movilización de la clase arrastra a toda la sociedad, y plantea, además de reivindicaciones fundamentales como la defensa del sistema público de pensiones, el propio carácter antidemocrático de las instituciones del régimen francés en las que el presidente tiene el poder de un monarca absoluto y puede hacer aprobar leyes sin que las vote el Parlamento.
La relación que existe entre reivindicaciones y democracia es nítida. Si en algo se ha señalado este Gobierno es en el ninguneo al Parlamento y en actuar por decreto ley (más de 150), cuestión que es aún más evidente en relación a “Defensa”. Sólo gracias a la visita del ministro ucraniano de Defensa ha podido conocer el pueblo de este país que el ejército español ha desplegado una defensa con misiles de las costas ucranianas (ningún diputado estaba al corriente).
Un Gobierno beligerante, que intenta justificar su alineamiento con Biden y la OTAN en nombre de la defensa de la soberanía de un país cuyo Gobierno está entregado desde hace años a la OTAN y está vendiendo sus fértiles tierras de cultivo –la mayor riqueza del país- a las multinacionales.
Los pocos logros que la lucha obrera ha conseguido, y en particular los pensionistas, no son regalos, han sido arrancados por la lucha, y son frágiles. Sólo se mantendrán con la continuidad de la movilización.
Muchos trabajadores y jóvenes participarán sin duda en las elecciones, algunos por convicción, otros, a regañadientes, para poder frenar a la derecha. Pero este voto no puede ser computado como una muestra de adhesión a la política del Gobierno, sea el que sea. Del mismo modo que quienes decidan abstenerse no pueden ser acusados de los avances de la derecha. Por el contrario, para muchos se abre paso la convicción de que la participación electoral no sólo no es suficiente, de que hay que defender las conquistas por medio de la movilización. Y, por supuesto, que la decisión de voto no puede ser utilizada como chantaje.
Sin duda, en ningún caso podemos aceptar la demagogia de la derecha y la extrema derecha franquista. Desde este periódico obrero, respetando la elección electoral de los trabajadores y de quienes colaboran con este periódico y en el CATP, estaremos siempre al lado de la lucha unida por la reivindicaciones sociales, económicas, democráticas, contra el régimen monárquico y sus instituciones reaccionarias, por la República.