Una reflexión desde el País Valencià sobre el Botànic y lo que no fue

Composición del logo del gobierno de coalición y del autor del artículo

Julián Jiménez

Tenía muchas ganas de hacer un análisis de lo que ha pasado y cómo hemos llegado hasta aquí.

En 2015, una ola de cambio recorrió todo el País Valenciano. La izquierda tenía la oportunidad de cambiar para siempre este país, aupada por la fuerza de la calle, movimientos sociales que llevaban años de organización y trabajo y un apoyo popular considerable. La derecha estaba en retirada.

Y llegaron al poder: pudieron seguir formando, ahora con el DOGV en la mano, ese tejido crítico, esa movilización ascendente. Podían haber hecho una política de vivienda de izquierdas, acabando con los PAUs, las macrourbanizaciones y la masificación, dando paso a miles de VPO de alquiler que generasen barrios que serían fortines electorales de la izquierda política, dando solución al problema de la vivienda.

Podían haber usado el DOGV para fomentar un sindicalismo combativo y fuerte, que pelease por los derechos laborales, huyendo del “sindicalismo sindicalero” de palmeros y tragapanes.

Podían haber hecho una política de cultura valiente, no cediendo en sus principios, y fomentando la cultura propia todo lo que fuese posible.

Podían haber metido mano en el sistema educativo, cancelando conciertos y asumiendo la pública, dotándola de presupuesto, normativa y reglamentación, quitándole ese arma a la Iglesia y a los sectores más reaccionarios, al tiempo que mimaban a los trabajadores de la pública.

Podían haber hecho una política ecologista que fuese contra quienes verdaderamente contaminan, haciendo que fueran ellos los que pagasen el pato de la mejora del Medio Natural y ambiental.

Podían haber pasado a la pública los hospitales privatizados, y esto es lo único que hicieron bien, aunque lo han hecho tan tarde que con solo un decreto el nuevo Gobierno PP-VOX lo puede revertir. Haber hecho un plan fuerte de inversión en Sanidad Pública y mejorar notablemente las listas de espera.

Y sin embargo, no hicieron nada de eso.

Se dedicaron, en vivienda, a hacer como un liberal cualquiera, el laissez faire, dejando que los alquileres se disparasen un 49%, mientras viviendas de alquiler públicas, en OCHO AÑOS, se han hecho la friolera de DIECIOCHO. Sí, habéis leído bien, los pisos de VPO en régimen de alquiler creados en 8 años de Botànic han sido 18. No 180.000 o 18.000. No. 18. Fue creciendo el descontento entre jóvenes y trabajadores, afectados por la vivienda y en plataformas de derecho a la vivienda digna.

Se dedicaron, en educación, a mantener los conciertos, sin que nada les pasara. A renovarlos, pensando, que así, la derecha, les iba a perdonar la vida. O mejor aún, que la gente que acude a ellos, les iba a votar. JAJAJAJAJA. Y mientras, aunque aumentaron el dinero para la escuela pública, siguieron tratando a los trabajadores de esta como basura. Fue creciendo el descontento entre personas que apoyan la escuela pública. Entre estudiantes de la pública.

Se dedicaron, en cultura, a olvidarse a veces del valenciano y la cultura propia. E incluso a despreciarla. El plan de plurilingüismo, un absoluto desastre que no ha aumentado el uso del valenciano y que, en muchos casos, lo ha reducido. Por si fuera poco, antes de irse, pretendieron degradar el valenciano regalando titulos al salir de Bachiller, poniendo a los filólogos, los profesores de valenciano y los defensores de la lengua en contra, y decepcionándolos ¡Ni el PP se atrevió a tanto!

Se dedicaron, en movimientos sociales y sindicatos, en lugar de a fomentarlos, a hundirlos. A parasitar y desmovilizar los movimientos sociales, sobre todo aquellos que eran más críticos y avisaban de los errores que se estaban cometiendo. En el aspecto sindical, sus grandes centrales sindicales, las UGT, CCOO e Intersindical Valenciana, ligadas al Botànic por vasos comunicantes, mimadas con el dinero público, en vez de dedicarse al sindicalismo, se dedicaron a la paz social, incluso en los momentos en los que más necesario era reivindicar, generando más desafección en los trabajadores y participantes de movimientos sociales, no solo hacia la izquierda, sino también hacia los sindicatos, que debería ser una institución clave de lucha y movilización.

Se dedicaron a hacer una política “verde” que es el calco barato del capitalismo verde, puteando a los más pobres y los más desgraciados. Al pequeño agricultor, al pobre trabajador que lleva un coche o al vecino que no puede entrar a su barrio porque no tiene la pegatina ni puede comprarse un cochazo eléctrico

¿Y en Sanidad, qué decir? Se dedicaron a aplicar las medidas más estrictas de la pandemia, olvidando la situación de muchas personas y del carácter de clase en algunos casos de esas medidas. Y colaborando en destrozar el sistema sanitario público, porque ese ha sido el efecto, a la larga en la Sanidad, cuyas listas de esperas son interminables. Con la Sanidad dando un servicio peor, igual no es el Madrid de Ayuso, pero el colapso saltaba a la vista cuando pedías una cita en el médico y un especialista.

Del PSOE no se espera nada, pero de quienes venían a “rescatar personas” y de los que venían a “tomar el cielo por asalto” se esperaba más. Y ese fue el error de mucha gente.

Ahora, vamos a tener al PP y a VOX, pero no olvidemos que hubo alguien que hizo todo lo posible para que llegase allí.

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