Jordan Shilton. Wsws.org
Biden da luz verde para ataques de la OTAN contra Rusia: una nueva etapa de la intensificación de la guerra mundial imperialista
El presidente estadounidense Joe Biden autorizó al régimen ucraniano ultraderechista el uso de misiles estadounidenses contra Rusia, mientras su contraparte francesa, Emmanuel Macron, podría anunciar el despliegue de “capacitadores militares” al país tan pronto como la semana siguiente.
Estos acontecimientos subrayan la manera temeraria con la que las potencias estadounidenses y europeas imperialistas están intensificando la guerra con la potencia nuclear de Rusia, dirigiéndose hacia una conflagración global que solo puede ser detenida mediante la movilización política de la clase obrera internacional en oposición a la guerra imperialista.
“El presidente recientemente ordenó a su equipo garantizar que Ucrania sea capaz de utilizar armas estadounidenses para propósitos de contraataque en Járkov”, según un funcionario estadounidense. Esta revelación se produjo después de la reunión celebrada el lunes por la Asamblea Parlamentaria de la OTAN en la capital búlgara de Sofía, donde la alianza militar se comprometió a lograr una “derrota estratégica” contra Rusia en Ucrania. Estos acontecimientos dejan en claro que los líderes del imperialismo estadounidense están intensificando rápidamente la guerra con Rusia, que cuenta con armas nucleares.
La aparente premisa de Biden y sus asesores es que Putin no tomará represalias y, por ende, que tiene la libertad para atacar Rusia. Esta es una premisa extraordinariamente imprudente, en particular porque efectivamente desafían a Putin a demostrar que se equivocan. Además, Putin podría asumir que la OTAN no reaccionará a un ataque recurriendo inmediatamente a armas nucleares. En este caso, Putin es el que por supuesto presiona a la OTAN a demostrar que se equivoca.
Así es como procede la escalada hacia una guerra nuclear. Cada parte se ve obligada a demostrar que los cálculos estratégicos de sus adversarios son erróneos. Están cayendo en una trampa de la que no pueden escapar.
Los imperialistas europeos son los principales protagonistas de la escalada bélica. Alemania, que ha suministrado más armamento a Ucrania que ningún otro país aparte de Estados Unidos, anunció el jueves otros 500 millones de euros en equipamiento militar para Kiev. Un diplomático anónimo que habló con Reuters sobre la inminente decisión de Macron de enviar tropas a Ucrania comentó: “Los preparativos están muy avanzados y podríamos esperar algo la semana que viene”.
Los imperialistas están apostando todo a la guerra para lograr sus ambiciones globales en un intento de encontrar una salida a sus intratables crisis sociales y políticas internas. Han demostrado hasta dónde están dispuestos a llegar a través de su complicidad en el genocidio israelí de los palestinos.
Como lo señaló David North, presidente del Consejo Editorial Internacional del World Socialist Web Site en X, “Tras haber decidido autorizar ataques directos contra Rusia, la Administración de Biden no hace más que desafiar y retar doblemente a Putin para que contraataque a la OTAN. Es probable que lo haga, y entonces es solo cuestión de tiempo que el conflicto escale hasta el uso de armas nucleares”.
North señaló que la actitud de “total imprudencia” en Washington y las capitales europeas se ve impulsada por el “autoengaño” de que el régimen nacionalista reaccionario de Putin no tomará represalias si la OTAN ataca. Este es tan solo el más reciente cálculo erróneo de Biden, el canciller alemán Scholz, Macron y el primer ministro británico Sunak desde el estallido de la guerra.
Las sanciones adoptadas contra Rusia al comienzo de la guerra debían provocar el colapso de su economía, pero no fue así. La gran «contraofensiva» ucraniana, promocionada por los medios de comunicación occidentales como un punto de inflexión en la guerra, fue una debacle. Contribuyó enormemente a las 500.000 vidas ucranianas sacrificadas por las potencias imperialistas como carne de cañón.
Bret Stephens, que esta misma semana escribió una columna en el New York Times argumentando que los líderes se canonizan si logran “victorias moralmente comprometidas” en las guerras eliminando todos los límites a sus acciones, escribió el año pasado que la contraofensiva ucraniana sería el “final del juego” para Rusia, infligiendo una “derrota aplastante e inequívoca”.
El amplio consenso a favor de una agresión y brutalidad desenfrenadas en la guerra con Rusia significa que la clase dominante que ha perdido la cabeza.
Durante la Guerra Fría, el imperialismo estadounidense reconoció ciertos límites a sus acciones para evitar un Armagedón nuclear. El general Douglas McArthur fue despedido durante la guerra de Corea por defender el uso de una bomba nuclear contra las tropas chinas. Durante la crisis de los misiles en Cuba de 1962, el deseo de los altos mandos militares de bombardear Cuba fue rechazado. Pero ahora, ante crisis internas y mundiales que se cruzan y para las que no tiene respuestas progresistas, la clase capitalista ha decidido adoptar un curso que conduce a la guerra total.
Planteando la cuestión decisiva, North continuó: “Ahora viene el mayor y más catastrófico error de cálculo de todos: que la OTAN puede lanzar ataques contra suelo ruso sin ser objeto de contraataques. ¿Cómo responderán Biden, Scholz, Macron, Sunak o Starmer cuando se demuestre que están equivocados?”.
Ninguno de los dirigentes imperialistas de Norteamérica o Europa se siente obligado a informarle a la población cuántas vidas más está dispuesto a sacrificar por Wall Street y las bolsas de Fráncfort, París y Londres. En un extraordinario pasaje de un artículo del New York Times publicado antes de la decisión de Biden, David Sanger escribió: “Pero si Biden cambia de rumbo, los funcionarios admiten que lo más probable es que nunca lo anuncie: En su lugar, los proyectiles de artillería y los misiles estadounidenses empezarán a aterrizar sobre objetivos militares rusos”.
La locura de la política de los imperialistas tiene raíces objetivas muy definidas. Fruto del callejón sin salida histórico del capitalismo mundial, que se encuentra desgarrado por contradicciones para las que no tienen solución, se ven obligados a intensificar masivamente la guerra con Rusia como parte de un reparto global del mundo. En el siglo XX, los dementes imperialistas de la Primera y Segunda Guerras Mundiales sumieron a la humanidad en una barbarie sin precedentes en un intento de superar el conflicto entre los intereses económicos y geoestratégicos nacionales de la clase dominante de cada país y el carácter global de la vida económica.
Los mismos intereses de clase que produjeron millones de muertos en las trincheras del frente occidental y en las cámaras de gas de los nazis durante el Holocausto impulsan hoy a las potencias imperialistas a arriesgar la propia supervivencia de la humanidad en un conflicto nuclear en aras de sus ambiciones globales depredadoras. Estos intereses consisten en subyugar Rusia y convertirla en una semicolonia para saquear sus recursos naturales, el respaldo a la “solución final” israelí de la cuestión palestina como parte de los preparativos para una guerra contra Irán, y la preparación del escenario para una guerra con China por el control de la masa continental euroasiática.
La implacable escalada de la guerra imperialista contra Rusia debe evitarse mediante la lucha por la movilización política independiente de la clase obrera contra la guerra y el sistema de lucro capitalista que la produce. Como escribió el World Socialist Web Site a principios de año:
El panorama para la humanidad sería sombrío si no fuera por el hecho históricamente comprobado de que las contradicciones que conducen a la destrucción del capitalismo también inducen las condiciones para su derrocamiento y la reorganización de la sociedad sobre una base nueva y progresista, es decir, socialista. El potencial para esta reorganización radica en el ser objetivo de la clase trabajadora. La lucha de clases es el medio por el cual la posibilidad objetiva de la reorganización socialista se realiza en la práctica.
La precisión de este análisis ha quedado demostrada por el rápido crecimiento de la oposición al genocidio de Gaza, incluida la huelga en curso de los trabajadores académicos de la Universidad de California para protestar contra la represión policial de los manifestantes contra el genocidio.
La urgente tarea política a la que se enfrentan los trabajadores a nivel internacional es fusionar sus luchas contra las medidas de austeridad capitalista y los ataques a sus salarios y condiciones, cuyo propósito es pagar la guerra, con las protestas emergentes contra la guerra en las universidades y más allá.
Es la clase obrera, que produce toda la riqueza de la sociedad, la que puede y debe parar en seco la maquinaria de guerra imperialista cerrando la producción de armas y unificando a los trabajadores de todos los países, incluyendo Rusia y Ucrania, en una lucha política por la transformación socialista de la sociedad.
Todo depende ahora de la construcción del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, la dirección política socialista revolucionaria que luche por desarrollar el crecimiento de la oposición social en la clase obrera hasta convertirla en un movimiento consciente por el socialismo.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 30 de mayo de 2024)