La ocupación y la colonización israelíes se caracterizan por la sobreexplotación y la marginación económica extrema de los trabajadores y trabajadoras palestinos, especialmente en Gaza, que sufre un bloqueo inhumano desde hace muchos años. Esto implica que en la lucha anticolonialista la dimensión sindical es clave, tanto dentro de Palestina-Israel como en el movimiento internacional de solidaridad con el pueblo palestino. Este artículo de un militante de la Union syndicale Solidaires, presenta algunas reflexiones.
Verveine Angeli. Correspondenciadeprensa.com
La lucha contra el colonialismo israelí es también un combate sindical
En estos tiempos de guerra, es aún más difícil hacer un balance preciso de la situación de los sindicatos palestinos y de su papel en ese contexto. Sin embargo, es destacable que hayan elaborado un llamamiento internacional conjunto, “Stop arming Israel, End all complicity”, llamando a tomar posiciones y a tomar medidas para dejar de armar a Israel, algo que no ocurría desde hace mucho tiempo. Esta declaración es significativa por dos razones: reúne a sindicatos de Cisjordania y de la Franja de Gaza y reúne a sindicatos oficiales e independientes.
Es la muestra de una voluntad común de actuar en una situación dramática para el pueblo palestino, ya sea en Gaza bajo los bombardeos o en Cisjordania con la violencia de los colonos y de las fuerzas de represión israelíes que matan y encarcelan, violencia que se ha intensificado desde el 7 de octubre. Es un llamamiento a los sindicatos del mundo.
El sindicalismo enraizado en la realidad de la colonización
Trabajar en Palestina, ser sindicalista en Palestina, es enfrentarse permanentemente a una doble presión, la de la lucha diaria por un salario, por un empleo, es también hacerlo en unas condiciones muy específicas, las de la ocupación y la colonización.
Las condiciones inhumanas denunciadas por la prensa en las que los trabajadores de Gaza contratados en Israel fueron devueltos a la Gaza bombardeada o expulsados a Cisjordania son una expresión de la violencia del Estado de Israel en el contexto actual. Pero estos hechos no son más que el reflejo de lo que viven a diario los palestinos que trabajan con (o sin) permiso en los territorios de 1948: cruce de los puestos de control en plena noche, hacinados en pasillos enrejados como jaulas, amenazas permanentes de retirar el permiso de trabajo si se tienen rastros de un producto químico (un fertilizante, por ejemplo) o si tienen un familiar o miembro del pueblo que haya sido detenido, cierre de los puestos de control al menor incidente… lo que significa sin trabajo y sin recursos.
Para los que trabajan ilegalmente en los asentamientos de Cisjordania, la situación es aún más precaria, sin salario mínimo, sin convenio colectivo y sin garantías en trabajos peligrosos como la construcción. En Cisjordania, las tasas de desempleo son elevadas y los puestos de trabajo son muy precarios porque la economía se encuentra muy encorsetada como consecuencia de la situación colonial: el desarrollo de las telecomunicaciones se ve obstaculizado (como fue denunciado en el informe que pide la desinversión de Orange), la instalación de paneles solares está prohibida, los servicios postales no están reconocidos internacionalmente y el correo y los paquetes a veces quedan bloqueados durante meses o incluso años…
En Cisjordania, la tasa de desempleo era del 18% en 2018, del 52% en Gaza y del 44% en general entre los jóvenes. El empleo de los funcionarios está sujeto a las subvenciones que recibe la Autoridad Palestina y que transfiere, o no, a Gaza. Y en la situación actual, los salarios no se pagan, ya que los recursos están bloqueados por Israel. La lucha por el derecho a un salario, a un empleo y a la igualdad de derechos adquiere obviamente un significado particular.
Debemos mencionar la situación de los trabajadores y trabajadoras palestinos en Israel, que sufren discriminaciones, restricciones profesionales que se suman a las condiciones de existencia controladas y de vivienda limitada, ya que a los palestinos en Israel les resulta imposible obtener más tierras.
Un sindicalismo marcado por el giro neoliberal y represivo derivado de los Acuerdos de Oslo
Los Acuerdos de Oslo son conocidos por haber mantenido la perspectiva de la construcción de dos Estados, perspectiva que se aleja como consecuencia, entre otras cosas, de la instalación de cada vez más colonos en Cisjordania. Estos acuerdos fueron acompañados de toda una serie de medidas económicas y financieras neoliberales. Estas medidas repercuten en el mundo laboral, sobre todo porque se aplican en un contexto colonial: es el caso de los préstamos inmobiliarios, cuando la tierra se ve reducida por las colonias ilegales, y de la introducción de reformas inspiradas por el Fondo Monetario Internacional.
Una de las principales movilizaciones sindicales en los años 2018-2020 fue la lucha contra la implantación de un sistema de seguridad social neoliberal en el que los trabajadores no podían confiar: una de las cuestiones en juego era la recuperación de las cotizaciones a la seguridad social de los trabajadores empleados en Israel, un proyecto considerado como el objeto de un verdadero chantaje. En resumen, una zona sin Estado y sin democracia, sometido a los dictados de Israel y a la buena voluntad de los países occidentales y de las organizaciones internacionales que envían dinero bajo condiciones.
En Oslo también se introdujeron los permisos para trabajar en los territorios del 48 cuando los trabajadores proceden de Cisjordania y, más recientemente, de Gaza (lo que se presentó como una de las aperturas de Netanyahu), mientras que antes de Oslo no eran necesarios. Estos permisos son una forma permanente de chantaje y ahora, todos fueron suprimidos en el caso de Gaza, de modo que ningún trabajador de Cisjordania puede venir a trabajar. El llamado de Israel a la mano de obra proveniente de los países asiáticos tiene como objetivo reemplazar a los y las trabajadores de Palestina, que siempre es considerada sospechosa.
También es una situación en la que los funcionarios pagados por la Autoridad Palestina (con dinero donado por Occidente…) deben ajustarse el cinturón, incluso después de huelgas que desembocaron en acuerdos (como fue el caso de los profesores que llegaron a una huelga general en 2016). Y donde la represión de los movimientos sindicales es feroz, con encarcelamientos, despidos…
Un movimiento sindical atomizado y sujeto a restricciones
Otra consecuencia de los Acuerdos de Oslo es que las cotizaciones sindicales que pagan los trabajadores palestinos en Israel (que son obligatorias) van a parar normalmente al sindicato oficial palestino, el PGFTU. Histadrout es el sindicato israelí que recibe automáticamente las cotizaciones. Fue creado en 1920 como Federación de Trabajadores Hebreos en la Tierra de Israel y ha sido un elemento esencial de la colonización.
Muchos trabajadores y sindicatos independientes consideran este pago como un signo de colaboración de facto con el Estado de Israel y la ocupación. Cuando estas cotizaciones son realmente transferidas, lo que no siempre es el caso, se convierten en un medio de financiación del sindicalismo oficial. La Autoridad Palestina defiende esta práctica y la utiliza como medio de presión sobre todo el movimiento sindical, reprimiendo y eliminando cualquier medio de existencia para los sindicatos independientes. Esto no le impide intentar controlar, en particular mediante el nombramiento de dirigentes sindicales, a ciertos sectores de la PGFTU que se muestran demasiado revoltosos (como ocurrió durante la gran huelga de docentes de 2016).
En la práctica, los sindicatos independientes están organizados en una multitud de sectores profesionales. Esta fragmentación está ligada tanto al deseo de los trabajadores de controlar la acción en su ámbito profesional, como a las dificultades de dirigir una organización sindical democrática en un contexto de represión y de recursos limitados, eso sin contar las posiciones y los vínculos con las corrientes políticas que puedan existir.
Por estas razones, el sindicalismo interprofesional tiene dificultades para existir fuera de su forma oficial. También cabe destacar la existencia de organizaciones de base de desempleados, de mujeres, vinculadas a la salud, que actúan sobre cuestiones laborales sin ser formalmente sindicatos, o la formación durante movilizaciones, como la de los docentes, de estructuras de autoorganización en lugar de la federación PGFTU (Palestinian General Federation of Trade Unions ) bajo el control de la Autoridad Palestina (AP).
Puede decirse que los sindicatos independientes de Cisjordania forman parte de un movimiento social multiforme que interviene en las movilizaciones recurrentes contra la ocupación y la colonización y para oponerse a las políticas de la AP. Pero no está en condiciones de situarse en primera línea, ni siquiera durante el acontecimiento decisivo de la huelga general de 2018, que movilizó a todos los territorios y poblaciones palestinas. En Gaza, el Hamás también parece haber intentado hacerse con el control del movimiento sindical a través de la PGFTU local.
En los territorios de 1948, el pequeño sindicato de trabajadores árabes con sede en la ciudad palestina de Nazaret participa activamente en la defensa de los trabajadores palestinos y en la transmisión de información. Muchos sindicatos han llamado a la solidaridad y denunciado las condiciones de la actual guerra contra el pueblo palestino.
Los sindicatos en Occidente y el apoyo a Palestina
Las organizaciones sindicales internacionales – la Confederación Sindical Internacional (CSI), la Confederación Europea de Sindicatos (CES) y las secciones sindicales internacionales practican un juego de equilibrismo que expresa su falta de voluntad para adoptar una posición sobre la situación en Palestina asumiendo relaciones con la PGFTU palestina y la Histadrut. Una de las reivindicaciones tradicionales de los sindicatos palestinos independientes es la ruptura de los vínculos con la Histadrut. Esta reivindicación ha dado sus frutos en algunas ocasiones, por ejemplo, en el congreso de la Federación Sindical Europea de Servicios Públicos (FSESP) celebrado en Irlanda en 2019, en el que se tomó la decisión de romper esos vínculos.
La Red Sindical Europea por la Justicia en Palestina (ETUN) lidera estas y otras batallas. Esta red está formada principalmente por sindicatos noruegos, irlandeses, británicos, belgas y españoles, así como por la Union syndicale Solidaires (Francia), todos ellos muy comprometidos con la solidaridad con Palestina a través de la organización de campañas, delegaciones y apoyo directo a los sindicatos sobre el terreno. Algunos sindicatos han decidido responder al llamado intersindical a la acción desde Palestina contra el comercio de armas.
En Francia, hay que mencionar la iniciativa en la que participaron la CGT (Confédération Générale du Travail) y la Union syndicale Solidaires, a los que se unió la CFDT (Confédération Française Démocratique du Travail), en varias campañas junto a asociaciones de solidaridad (en particular la AFPS), la organización palestina Al Haq (considerada como organización terrorista por Israel) y ONG (en particular el CCFD, la FIDH, la LDH, etc.) para exigir la desinversión en determinados proyectos en los que participan empresas francesas en complicidad con la colonización: Este fue el caso de la victoria de Orange (internet, telecomunicaciones), de la victoria parcial en el caso del tranvía de Jerusalén en el que estaban implicadas dos filiales de la SNCF (ferrocarriles de Francia y de la RATP (transporte parisino), de la campaña contra los bancos con participaciones en bancos israelíes y/o proyectos de inversión en las colonias.
También hay que mencionar la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), en la que muchos sindicatos palestinos nos invitan a participar, ya que ellos mismos forman parte de la campaña nacional de Boicot en Palestina (en particular contra AXA, Puma, HP, Carrefour, etc.). En todas estas acciones, debemos subrayar el papel decisivo que desempeñan quienes documentan la complicidad de las empresas con la ocupación y la colonización. Es el caso de Who profits, un centro de investigaciones con sede en Israel.
Evidentemente, los vínculos directos entre sindicatos son decisivos, y más aún entre sindicatos de los mismos sectores profesionales porque permiten que la solidaridad se exprese de forma concreta. Esta necesidad se ve reforzada por la fragmentación de las organizaciones en Palestina.
Todo este trabajo realizado desde hace años ha hecho posible que los sindicatos tomen posición en la guerra actual, en particular sobre el cese del suministro de armas a Israel, y que la posición de la Union syndicale Solidaires en este contexto de fuerte presión sobre las fuerzas militantes pueda apoyarse en la actividad y los compromisos existentes. No obstante, debemos señalar que, ante el empeoramiento de la situación de la población palestina, dondequiera que se encuentre, sería necesario reforzar aún más la acción sindical en nuestro país, hoy por un alto el fuego inmediato y mañana por el fin de la ocupación y la colonización.