Como señala el autor de esta Carta, Armiche Padrón Suárez, Director de la Escuela de Cuadros del Comité Central del Partido Comunista de Venezuela, plantearse la vigencia de Lenin en 2023 resulta pueril ante la contundencia de su vida y pensamiento. Basta con releer su densa obra para comprender que estamos frente a alguien que no sólo dominó como pocos el marxismo en tanto ciencia, sino que hizo de la política un arte elevado a niveles tales que aún no tiene rivales.
Actualmente el capitalismo vive una grave crisis, y en el caso de la sociedad venezolana se particulariza a través de un proceso que combina la contraofensiva imperialista con el eclecticismo inoperante de una pequeña burguesía que pasó del voluntarismo romántico a la actividad delincuencial.
Nicolás Maduro mantiene la tesis de que la salida a la crisis se gesta con la inversión extranjera, aumentando la producción y en un esquema internacional de multipolaridad. Un buen plan, desde el punto de vista del capital imperialista, de la oligarquía y burguesía autóctonas que a grandes penas sólo han aprendido a parasitar en torno a la renta del Estado, y, claro está, de la pequeña burguesía devenida en clanes mafiosos de la corrupción.
Todos los bandos reconocen la catástrofe sin precedentes que vivimos: la cúpula del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) le echa la culpa a un bloqueo que impide todo menos la importación de productos suntuarios, y la oposición reaccionaria le echa la culpa al saqueo desmedido de las mafias enquistadas en el poder de las cuales ellos son socios. Con estos actores la profundización de la crisis está asegurada.
Para Lenin, «sólo la clase revolucionaria puede salvar al país» («Informe sobre el desastre económico»), y en nuestro caso los únicos capaces de trascender el parasitismo que marca nuestro desarrollo histórico, son la clase y las capas sociales que sólo conocen la producción como forma de vida. Solamente las masas trabajadoras salvarán al país en esta crisis y sólo el proletariado revolucionario cohesionará, dirigirá y respaldará el accionar de esas masas trabajadoras de la ciudad y el campo.
Las medidas necesarias
El primer paso para transitar de la aspiración a la concreción radica en poner «en tensión hasta el extremo las fuerzas del pueblo y adoptando diversas medidas revolucionarias inmediatas, tanto en el plano local como en el centro del poder del Estado» («Resolución sobre las medidas económicas para hacer frente al desbarajuste»): radicalizar el proceso a partir del reconocimiento por las propias masas trabajadoras de su tarea histórica para construir una nueva sociedad.
Una crisis de estas dimensiones no se resuelve con enroques ministeriales, ni con planes eclécticos basados en la palabrería económica, ni con actitudes místicas; mucho menos con la esperanza de que los capitales transnacionales vengan en ayuda humanitaria. Para Lenin, «sin medidas revolucionarias no puede haber salvación» («El partido del proletariado en las elecciones a las Dumas»).
La primera y determinante medida revolucionaria a adoptar radica en «la organización de las masas» («La catástrofe inminente y las promesas desmesuradas»). Mas no para ganar elecciones, como tanto desea la pequeña burguesía, sino para «implantar el trabajo general obligatorio, absolutamente necesario» para garantizar la producción nacional, acompañada de «un control más o menos serio sobre los bancos, los consorcios, la producción y la distribución de los productos» y no continuar con la anarquía que impera en nuestro país tan respaldada desde Miraflores y la patronal. Por eso decía Lenin que «La obra más útil y más necesaria para el pueblo en un momento en que se acerca la catástrofe inminente es la de organización. Milagros de organización proletaria: ésa es nuestra consigna actual y ésa será, en mayor grado aún, nuestra consigna y nuestra demanda cuando el proletariado esté en el poder».
La solución de la crisis no la encontraremos en el palabrerío de los burgueses y sus testaferros, sino en la organización y la toma del poder por los verdaderos productores de riqueza: las y los trabajadores. La tarea en Venezuela es encontrar, bajo los fundamentos del leninismo, la vía que nos permita transformar esta crisis en una revolución proletaria que abra paso al nacimiento de una nueva sociedad.