El “desorden” mundial y la resistencia de los trabajadores y los pueblos

Manifestación trabajadores Nissan

IOlive. Hemensalidaporlaizquierda.com

El presidente de los EE.UU., Joe Biden, se ha apresurado a viajar a Israel para manifestar expresamente su apoyo a las acciones de guerra del Estado sionista contra Gaza (y, al mismo tiempo, también contra los palestinos de los territorios ocupados y contra el sur del Líbano), mientras una oleada de represalias se abate sobre los trabajadores árabes de Israel, acusados masivamente de “apoyar el terrorismo de Hamas”. Para camuflar su apoyo los crímenes de guerra del ejército de Israel, Biden ha hecho aprobar al gobierno hebreo un supuesto permiso para que llegue ayuda humanitaria desde Egipto a Gaza. El hecho es que Israel ha accedido a permitir el paso de ¡20 camiones al día!, para más de dos millones de palestinos de Gaza.

Mientras, la prensa habla abiertamente de las discrepancias dentro de la UE sobre cómo actuar ante la “crisis de Gaza”. Todos están de acuerdo en apoyar a Israel, pero, como señala un medio digital, los líderes europeos han dado un importante tirón de orejas para Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea”, que se ha negado reiteradamente a incluir en sus declaraciones la coletilla de que, en sus acciones de guerra, Israel debe hacerlo “respetando el derecho internacional”.

“¿Pueden los EE.UU. afrontar dos guerras al mismo tiempo?”

Un periodista preguntó a Biden antes de su actual viaje a la Palestina ocupada “¿Pueden los Estados Unidos afrontar dos guerras (Ucrania e Israel) al mismo tiempo?”. A lo que le presidente de los EE.UU. respondió: “Somos el país más potente, no solo del mundo sino de la historia… Tenemos la capacidad de hacerlo, si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo hará?”.

Sin embargo, Zelenski, a pesar de la reciente entrega de misiles más potentes,  ya ha expresado su temor a que los sucesos de Gaza y el apoyo del EE.UU. a Israel puedan mermar el apoyo a Ucrania.

Cuando hace unos días la Cámara de representantes de los USA suspendió temporalmente la ayuda militar a Ucrania, Josep Borrell, el Comisario de Exteriores de la Unión Europea, tuvo que reconocer un hecho: “La Unión Europea no puede sustituir a los Estados Unidos” y, en efecto, no los puede sustituir ni económicamente, ni militarmente ni a ningún nivel y evidentemente tampoco China (que lucha por mantener su cuota en el mercado mundial), ni la oligarquía de Moscú que ve amenazado su lugar en la exportación de materias primas.

La potencia norteamericana (después del hundimiento de la URSS) se ha encontrado sola para preservar el orden mundial. Pero, por poderosa que sea su maquinaria militar, no ha podido ni puede evitar la crisis permanente del sistema capitalista, la reducción del mercado mundial, la amenaza permanente de dislocación de este, o de bancarrota del sistema financiero. Y las experiencias de Irak y Afganistán demuestran, también, que su aparato militar no es omnipotente.

Guerra y explosiones de masas

La crisis del sistema capitalista, la estrechez del mercado mundial y la consecuente exacerbación de la competencia por el control de los mercados, llevan a una aguda guerra comercial. Y la guerra militar (como dijo Von Clausewitz, “la continuación de la política por otros medios”) es su consecuencia. El recurso a la guerra es inevitable, la exigencia a todos los gobiernos de emprender una marcha brutal al armamento, la economía de guerra es una necesidad. Y para ello el propio Biden tiene que correr como apagafuegos para impedir un descontrol mayor de la situación, como ocurre ahora con su viaje a Israel alineándose con los crímenes y las mentiras más brutales de sus aliados, en este caso el odiado gobierno de Netanyahu. Busca alguna concesión -como la pantomima de ayuda humanitaria- para impedir una explosión generalizada en toda la región porque, como vemos estos días, las masas están en la calle en Europa y América y en todos los continentes, y no solo contra la masacre que provoca el ejército sionista sino también -sobre todo en los países musulmanes- contra la cobardía o traición de los regímenes árabes.

En las movilizaciones contra la masacre de Gaza hemos podido ver, en nuestro país, una presencia importante de jóvenes de origen árabe, hijos de inmigrantes, organizados o no. Un sector abandonado por todas las organizaciones oficiales (como lo están, de hecho, el millón de trabajadores inmigrantes de origen marroquí que viven en este país)

Trabajamos por una salida política

Nadie puede predecir hasta dónde irán los acontecimientos actuales, pero estamos en una fase nueva de la crisis de dominación imperialista, crisis en la cual no solo está cuestionado el control del imperialismo USA, sino también todos los gobiernos que se alinean, por acción u omisión, detrás de él.

Para la Cuarta Internacional y sus secciones, es un deber alentar y participar en las movilizaciones contra la masacre de Gaza, pero nuestra actuación no puede limitarse a agitar una verborrea “radical”. Nos insertamos en los movimientos de resistencia luchando por mostrar una salida política.

Entre 1930 y 1945, la Cuarta Internacional luchó contra el cierre de las fronteras de Europa y Norteamérica a la emigración de judíos europeos, perseguidos por la barbarie nazi. Desde 1947 y bien antes nuestra corriente luchó contra la “partición” de Palestina, verdadera depuración étnica a favor de la invasión sionista. Ya antes de la decisión de la ONU, bajo la dominación británica, nuestra línea ha sido clara y la reiteramos hace 30 años en el momento de los Acuerdos de Oslo, en que la Autoridad Palestina abandonó la Carta de la OLP del 64 -que exigía un Solo Estado democrático- y aceptó una nueva partición.

Nuestra defensa de un solo Estado democrático con cabida para todas las etnias y religiones fue criticada, tanto en 1948 como en 1993, como “utópica”: pero los hechos han demostrado que las soluciones basadas en la partición de Palestina no sólo traen violencia y destrucción, sino que, simplemente, son inaplicables y sólo sirven como excusa para nuevas acciones de limpieza étnica. La lucha por un solo Estado, hoy, es la única salida a la barbarie actual. Y, sin embargo, la mayoría de las fuerzas políticas que dicen defender a los palestinos siguen aferrados a la fórmula de los dos estados, fruto de la colaboración entre Stalin y Truman (recordemos que, en noviembre de 1947, fue el representante del URSS en la ONU, Gromiko, quien la presentó con el acuerdo de Truman y los británicos, y que Stalin, a través de Checoslovaquia, fue el principal suministrador de armas a Israel en la guerra de 1948 que provocó la Nakba).

Retomamos en este sentido el llamamiento de la Campaña por un Solo Estado, cuestión que permite delimitar y agrupar en torno a una línea de independencia. Es un tema de debate del Congreso Mundial de la IV Internacional, ligado directamente a la cuestión de la dirección revolucionaria.

Al tiempo, sigue la guerra de Ucrania

Aunque haya dejado de ocupar las primeras planas, la guerra de Ucrania continúa, más mortífera que nunca. Zelenski, por miedo a perder el apoyo del imperialismo yanqui y de su subsidiaria, la UE, ha estado entre los primeros en defender al ejército sionista. Apoyar la invasión, la ocupación militar y los bombardeos indiscriminados, le debe parecer a este títere de la OTAN, una buena manera de defender “la soberanía de Ucrania”.

Hoy en la campaña por Alto la Guerra situamos en el centro la política de nuestro gobierno, en particular los presupuestos militares. El Centro de Estudios Delàs acaba de demostrar que este gobierno ha sido el que ha efectuado y efectúa más gastos militares, aun estando en funciones. De ahí la importancia de la propuesta de los compañeros alemanes de manifestación el 25 de noviembre en Berlín contra el presupuesto de guerra. Cuestión que debe y puede traducirse en nuestro país, a pesar de los plazos de la investidura (ver boletín 15 de la campaña contra la guerra).

¿Investidura o nuevas elecciones?

La cuestión aún no está zanjada. La cuestión central es que la dirección del PSOE (uno de los principales garantes de la supervivencia del régimen monárquico) exige un Pacto de Estado (nuevo Pacto de la Moncloa) que incluye hasta reajustar la Constitución. Cuestión difícilmente aceptable por el aparato de Estado y su representante político: el PP (a Vox incluso las encuestas ya lo dan por amortizado).

Estos días parece que estemos ya en campaña electoral: matices en relación con Israel (las encuestas dan una mayoría de la población a favor de la causa de Palestina), promesas de aumento de las pensiones según el IPC -la manifestación del 28 ya estaría triunfando antes de realizarse-, controversia en torno al alcance de la Amnistía-que ya todo el mundo da como un hecho-.

En realidad, vivimos un momento propicio para la intensificación de la lucha de clases, para plantear las reivindicaciones, cuestión que choca con la decisión de las direcciones de las confederaciones sindicales de no hacer grandes movilizaciones, y esperar a que se forme gobierno, mientras bases amplias de dichas confederaciones participan en las movilizaciones en curso, como la mencionada de la defensa del sistema público de pensiones y el hito que al respecto debe suponer el 28-O.

El conjunto de factores que hemos mencionado nos hace apreciar que estamos en una nueva etapa de la crisis del régimen monárquico. Los comentaristas avisados han indicado que en realidad es la institución monárquica lo que está puesta en  cuestión. De ahí el papel irremplazable del de la dirección del PSOE. En la misma línea que el PSOE se alinean igualmente las direcciones de los partidos, “viejos” y “nuevos”, en su escala respectiva, cuya actuación se inscribe en el respeto irrestricto al régimen monárquico 

Desde el punto de vista de los intereses de los trabajadores y los pueblos, buscar una salida política implica establecer la relación entre las reivindicaciones elementales,  defensa del salario, las pensiones, los servicios públicos, con la lucha por las libertades, contra la jurisdicción represiva y, en positivo, por la amnistía, en relación directa con la lucha contra la política de guerra. En esta situación de crisis profunda de representación política es en el combate por las anteriores cuestiones, claves para la vida de la mayoría, que se construirán los instrumentos políticos que la mayoría social necesita.

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