World Socialist condena el ataque en marcha de Israel contra Rafah, el cual comenzó esta semana y plantea la necesidad de movilizar la oposición en todo el mundo a esta fase del genocidio en Gaza. Por varios días, Israel ha estado llevando a cabo bombardeos continuos contra la ciudad, que han matado a docenas de personas y han ido acompañados de ataques terrestres al este de Rafah y el cruce de Rafah con Egipto.
Andre Damon. Wsws.org
El lunes, Israel ordenó a más de 100.000 personas hambrientas y desesperadas que evacuaran Rafah, sin ofrecerles ni un paso ni un destino seguros. Todo esto prepara un baño de sangre.
Más de un millón de personas se encuentran hacinadas en un área con una densidad poblacional cuatro veces mayor que la de Chicago, en un conjunto de ciudades de carpas sin agua ni electricidad. Rafah alberga a más de 600.000 niños, que en su mayoría han sido desplazados varias veces y que en su conjunto han sido privados de agua potable y hambreados por medio año.
En seis días, Gaza no ha recibido alimentos, agua ni medicina y la mayor parte del territorio está sufriendo una “hambruna total”. Gaza tiene al 80 por ciento de las personas más hambrientas del mundo, según las agencias humanitarias.
La ofensiva israelí contra Gaza desenmascara completamente los intentos del Gobierno de Biden de distanciarse públicamente del genocidio de Gaza. La semana pasada, la Casa Blanca suspendió un cargamento de bombas a Israel, y el presidente estadounidense Joe Biden declaró: “No van a recibir nuestro apoyo si, de hecho, emprenden contra estos centros poblacionales”.
El propósito de estas declaraciones era proporcionar a los apologistas profesionales de la Casa Blanca en los medios de comunicación y la élite política de EE.UU. una oportunidad para hacer el trabajo sucio de presentar a los patrocinadores del genocidio de Gaza en Washington como los defensores de la moralidad que buscan “contener” al Gobierno de Netanyahu.
“La súplica del ejército estadounidense a Israel: hagan más para proteger a los gazatíes en la zona de guerra”, recita un titular del New York Times. El diario afirmó que los militares estadounidenses, quienes han matado a más de un millón de personas a lo largo de los últimos 25 años de guerras en Oriente Próximo, son un modelo en la protección de vidas humanas en la guerra.
El asalto a Rafah está siendo financiado, armado y dirigido políticamente por el imperialismo estadounidense. En los últimos seis meses, la Casa Blanca ha enviado más de cien cargamentos de armas a Israel. Además de los tres mil millones de dólares que EE.UU. envía cada año, Biden firmó el mes pasado un paquete de gasto suplementario de 14.300 millones de dólares para financiar y armar el genocidio.
La congresista Alexandria Ocasio-Cortez, quien pertenece a los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, sigla en inglés), que actúan como apologistas del imperialismo estadounidense y del Partido Demócrata, calificó el hecho de que Biden “imponga condiciones a la ayuda militar estadounidense” como un “cambio histórico” y una acción “justa” y “responsable” que deja “claro cuáles son nuestros valores”.
¡Qué fraude tan despreciable! Las bombas que han sido retenidas temporalmente suponen sólo una pequeña fracción de las municiones ya lanzadas sobre Gaza, que equivalen a más de tres bombas nucleares del tamaño de Hiroshima.
Como dejó claro el viernes el portavoz de la Casa Blanca, John Kirby, “los envíos de armas a Israel continúan. Siguen recibiendo la gran, gran mayoría de todo lo que necesitan para defenderse”.
Kirby añadió: “Seguiremos comprometiéndonos a gastar cada centavo de la solicitud suplementaria que obtuvimos del Congreso para darles las capacidades que necesitan… no se ha interrumpido el envío de armas aquí”.
Ocasio-Cortez tiene razón en una cosa. El patrocinio de Biden del genocidio de Gaza deja claros los “valores” del imperialismo estadounidense. Son los “valores” de masacrar a mujeres y niños y encubrirlo con mentiras absurdas y banalidades moralizantes.
Estos “valores” son defendidos por toda la élite política estadounidense, desde el Partido Republicano dirigido por los fascistas hasta los apologistas pseudoizquierdistas del genocidio en el DSA.
Cada declaración del Gobierno de Biden sobre el genocidio tiene el carácter de una autoinculpación. En diciembre, Biden declaró que el Gobierno de Netanyahu está llevando a cabo “bombardeos indiscriminados” y busca “represalias… contra todos los palestinos”.
La Casa Blanca procedió entonces a enviar miles de millones de dólares en bombas al Gobierno que lleva a cabo este “bombardeo indiscriminado” dirigido contra “todos los palestinos”. Además de los múltiples envíos de armas, Biden firmó un proyecto de ley que proporciona 14.300 millones de dólares en armas, y los funcionarios estadounidenses se han comprometido a gastar “cada dólar”.
Luego, esta semana, Biden admitió que “han muerto civiles en Gaza como consecuencia de esas bombas” que Estados Unidos envió a Israel.
Por último, el viernes, un informe del Departamento de Estado concluyó que era “razonable concluir” que las armas estadounidenses se estaban utilizando de forma “incompatible” con el derecho internacional, pero que los envíos de armas continuarían a pesar de ello.
Todas estas declaraciones tienen el mismo contenido: incluso cuando los representantes del imperialismo estadounidense admiten estar financiando y armando lo que son, como mínimo, violaciones masivas del derecho internacional, se autoproclaman árbitros mundiales de la paz y la justicia y dejan claro que seguirán haciendo exactamente lo que han estado haciendo.
El genocidio de Gaza ha tenido un impacto masivo en la conciencia social de los trabajadores y los jóvenes de todo el mundo. Ha desenmascarado a la clase dominante de las “democracias” del mundo, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, como una banda de asesinos en masa y matones imperialistas, que ven la muerte de decenas de miles de gazatíes como un pequeño precio a pagar por sus ambiciones de dominación global y la restauración de su dominio colonial.
La intensificación del genocidio en Gaza debe enfrentarse con protestas, manifestaciones y huelgas de trabajadores y jóvenes de todo el mundo. Es particularmente importante que los trabajadores comprendan que el genocidio forma parte de una guerra global en expansión, que es al mismo tiempo una guerra de la élite dominante contra la clase trabajadora en casa.
La oposición al genocidio de Gaza debe conectarse con la lucha de la clase obrera contra la explotación capitalista y transformarse en un movimiento político contra la guerra imperialista y todo el sistema capitalista.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 10 de mayo de 2024)