Homenaje a las mujeres asesinadas en la transición

Retratos de algunas de las activistas asesinadas en el postfranquismo

La Mesa de Catalunya d’Entitats Memorialistes dedicó su concentración del pasado mes de abril a unas mujeres muy olvidadas que tenemos el deber imperativo de recordar, las mujeres víctimas de la transición…

Blog. Mesadecatalunya.com

Una etapa de una nueva reinstauración borbónica bajo la tutela del franquismo y bendecida por las fuerzas que tendrían que haber reinstaurado la legal y legítima República. Quisieron refrendar en las urnas, de manera tramposa, una clara traición a todos los que habían luchado para defender la República.

Un período democrático de derechos y libertades hasta entonces desconocidas y pioneras, algunas más allá de las fronteras del Estado español. Y entre las conquistas más relevantes, la de los derechos de las mujeres, incluso en una república asediada por las armas de los golpistas.

En el año 1975, después de la muerte del dictador, todo estaba más que atado dentro y fuera de los límites geográficos de la nueva monarquía constitucional. Un Congreso de los Diputados franquista aplaudía a un rey que alababa a Franco, un monarca que se llenaría los bolsillos “campechanamente” mientras los “republicanos juancarlistas” le permitían robarnos durante décadas.

Una vez más, pidieron fraternidad y concordia a los perdedores de la guerra, a los que aún estaban vivos y a sus hijas y nietas. Mientras tanto, los vencedores conservaban todos sus privilegios impunemente, sin tener que rendir cuentas, después de haber vulnerado los derechos humanos y haber cometido crímenes de lesa humanidad. Dijeron a las represaliadas, a las torturadas, a las vejadas, violadas, encarceladas, a las exiliadas, a las sometidas, que tenían que pasar página por la vía del miedo y el chantaje.

La cínica consigna era evitar el derramamiento de sangre y la condición era renunciar a la República, cuando la violencia desatada la había causado el golpe de estado de la oligarquía, la Iglesia y el ejército. Cuando esta violencia, sádica y asesina, se había hecho omnipresente en la posterior dictadura. Cuando la transición fue violenta y sangrante con centenares y centenares de muertos y heridos en el haber del Estado.

La transición no fue modélica, ni fue un ejemplo exportable como inocularon en la opinión pública durante años desde el poder y los medios de comunicación, que vendían la democracia española como joven, plena y fuerte. Una democracia que no juzgó a la dictadura, ni veló por los derechos de sus víctimas, era, y es, una democracia débil y que no merece tal nombre.

Después de 1975 llegaron años de lucha por los derechos de las mujeres en las calles contra el legado de la dictadura y la Iglesia, por la amnistía, el divorcio, el aborto, por la libertad, contra el nacionalcatolicismo de profunda huella, tan arraigado que aún luchamos contra él.

También años de guerra sucia del Estado y no sólo con la violencia policial y parapolicial, sino también con la propaganda para criminalizar y desarticular las luchas por los derechos expoliados por el franquismo, laborales, sociales, de la mujer, vecinales, por los servicios públicos, por los derechos nacionales, por los derechos LGTBAIQ+… Ahora, según el poder, era la hora de las instituciones y de la clase política, hora de delegar y confiar, la hora de la trampa y del engaño.

Hoy continuamos luchando por estos derechos y contra la misma política que quiere inmovilizarnos y sacarnos de las calles, un espacio que no debemos abandonar nunca.

Y mientras todo esto sucedía, las víctimas continuaban siendo las mismas, las luchadoras, las herederas de las luchas de ayer, las que no habían querido ni querían agachar la cabeza ante un periodo que habían esperado con ilusión para recibir justicia y veían cómo, de nuevo, tocaba enfrentarse a la decepción. Fue un tiempo de desalojar la calle con violencia dejando muertos, heridos, detenidos, encarcelados, torturados.

La represión continuaba y la consigna por la reconciliación y el olvido hacía que la sociedad señalara con dedo acusador a quien no quería rendirse. Ahora tocaba mirar hacia delante a un único horizonte marcado por los culpables y sus protectores, por el bipartidismo. El tiempo de la protesta había sido declarado muerto y protestar podía costarte la vida.

Hoy tampoco toca rebelarse, estamos atados y culpabilizados por leyes como la llamada ley mordaza. El Estado aún tiene miedo de la libertad del y para el pueblo y ha normalizado su violencia disfrazada de estado de derecho. Golpear en la cabeza a un manifestante está bien mientras que volcar un contenedor es un crimen, incluso para la opinión pública, que ha asumido que eso es violencia, que los objetos a veces tienen más derechos que las personas.

Como hemos dicho al principio, queremos dedicar esta concentración a las mujeres que sufrieron violencia policial y de grupos fascistas que operaban al amparo de las fuerzas policiales y judiciales. La Triple A (Alianza Apostólica y Anticomunista), Fuerza Nueva, el BVE (Batallón Vasco Español), el GAE (Grupos Armados Españoles), los Guerrilleros de Cristo Rey.

Mujeres ejecutadas como Gladys del Estal, de un tiro en la nuca por un guardia civil. Como María José Bravo del Valle, violada, torturada y asesinada por el Batallón Vasco Español con solo 16 años. Como Yolanda González Martín, asesinada por un grupo de fascistas de Fuerza Nueva cuando tenía 19 años. Como Salomé Alonso Varela, muerta por una bomba de Fuerza Nueva en un local frecuentado por jóvenes izquierdistas. Y muchas más de las que hablaremos enseguida.

Hoy tenemos a los herederos del franquismo y del fascismo sentados en los escaños, cobrando un sueldo que pagamos todas las antifascistas. Hoy existen fundaciones y grupos de presión que no deberían ser legales, que extienden el odio y propagan el fascismo, el racismo, el machismo, la LGTBAIQ-fobia y el fundamentalismo católico. Frutos envenenados de las ramas de un árbol bien podrido que, lejos de morir, revive año tras año.

La transición que nos robó la República, aún es defendida con firmeza por muchos estamentos, que la siguen considerando un modelo válido y loable. Un modelo que sostuvo la corrupción franquista, que continúa en el ADN del Estado español. Es imposible saber cuándo comenzó y cuándo acabó está vergonzosa etapa, si es que lo hizo.

Los crímenes de la transición son considerados hechos aislados, prescritos y sin opción a ningún tipo de justicia ni reparación, están guardados en el mismo cajón del olvido que tantas víctimas de crímenes de lesa humanidad, pero las víctimas de la transición no tienen derecho a ser catalogadas como tales.

A la muerte del dictador tocaba República, hoy continúa tocando República. En el mes de abril, en el que se conmemoró el 93 aniversario de su proclamación, reivindicamos república de derechos y libertades, de este modo podremos hacer justicia de una vez a todas las víctimas del franquismo y la transición, a todas las mujeres que sufrieron represión. Hacernos justicia.

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