Superar las viejas pugnas del siglo XX en el Movimiento Comunista

Dibujo alegórico del movimiento comunista internacional

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La única preocupación de la clase obrera en nuestro contexto geopolítico es si le llega para cinco u ocho días de vacaciones con su familia o amigos. La Unión Soviética ya no existe. Los países de Democracia Popular adheridos al Pacto de Varsovia tampoco, y si siguen siendo estados, en su gran mayoría, son estados profundamente reaccionarios. China es una economía de mercado emergente y que en determinados aspectos disputa la hegemonía al Tio Sam, pero su gobierno sigue en manos del mismo Partido que levantó Mao Tse-Tung, lo que no hace otra cosa en un comunista de hoy día que preguntarse mil cosas sin encontrar respuestas a largo plazo. Laos y Vietnam siguen caminos muy parejos a los aludidos anteriormente, pero en menor escala. 

La disidente y antirrevisionista Albania es un nido de mafiosos y traficantes con el beneplácito de EE.UU y la UE. ¿La Yugoslavia Federal y Socialista?, no existe tras dos grandes baños de sangre. Cuba sigue resistiendo a base de cesiones y la RPDC no deja de ser una simbiosis de nacionalismo y socialismo muy rara desde los ojos del marxismo-leninismo clásico, pero eso sí, es un país soberano a 2023, que no es poco. Eso es lo que ha llegado del corto siglo xx al XIX.

Mientras tanto, los análisis esgrimidos por Marx en El Capital sobre la naturaleza del sistema siguen intactos, las aportaciones de Engels a dicha obra maestra son de importancia total y Lenin fue el gran teórico continuador de esta obra, haciéndola más grande y actual. Los seguidores de Lenin, en sus variadas facetas, no dejaron de aportar su torrente creador y teórico para cohesionar y fortalecer de forma interna al comunismo científico. Toda nuestra historia teórica se caracteriza por una dinámica progresiva de nuestra teoría y aunque la dialéctica y su papel haya formado parte central de dicha contribución general, a veces se ha sacado de contexto y se han reproducido viejos mantras del pasado a nuestros días, cayendo en esquematismos anacrónicos. 

Después de la gran derrota histórica que significó abortar, en parte, el Ciclo de Octubre, el gran capital monopolista ha seguido jugando con nuestras debilidades internas, estudiándonos a veces mejor que nosotros mismos. Las grandes contiendas internas del comunismo, han sido recuperadas por buena parte de la historiografía oficial para volver a abrir viejas heridas entre camaradas. Los viejos conflictos internos del Movimiento Comunista Internacional (Albania VS URSS; Yugoslavia VS URSS; China VS URSS; China VS Albania, etc.), tan reproducidos en su momento por el movimiento obrero y popular en su contexto concreto no han dejado de amplificarse. Pero ciertamente, en nuestro tiempo, han sido amplificadas por las fuerzas de reacción mundial contra el entendimiento de los comunistas honestos y comprometidos de hoy. 

Sabemos que nuestra historia y nuestra concepción de la ideología es muchas veces cruda, sabemos muy bien que llevamos un proyecto emancipatorio en nuestra mente y corazón, sí, pero eso no nos ha de hacer caer hoy en día en las trampas de la burguesía y su forma de ver el mundo. ¿A qué nos referimos?. Bien, hoy en día siguen los viejos conflictos entre titistas y estalinistas, entre hoxahistas y titistas, entre prosoviéticos y pro-chinos. Y podríamos seguir un buen rato con las dicotomías, que hay que decir que no fueron falsas dicotomías en su día, pero que hoy solo pueden generar carcajadas entre nuestros enemigos de clase. 

Alguno podrá pensar, sin acierto, que estamos obviando un análisis concreto de las divergencias internas que hubo en el Movimiento Comunista Internacional en el pasado siglo. Efectivamente, se equivoca, pues para empezar los trapos sucios se limpian en casa, y para seguir nos debemos como marxistas a nuestra realidad concreta. Por supuesto, hemos de analizar de forma crítica los aciertos y errores que sucedieron en el pasado siglo, debemos hacerlo, eso sí, de forma responsable e interna, sin comprar discursos de los voceros del modo de producción imperante. 

En este espacio hemos venido de hace tiempo advirtiendo de la necesidad de recuperar la independencia ideológica y política de nuestra clase. La tarea de hacer balance y análisis de nuestra historia como clase para sí, también ha de enfrentar estas tareas y entre nosotros, los camaradas, ajenos al sesgo legalista, burgués e imperialista, hacer un juicio de nuestra experiencia histórica bajo nuestros parámetros morales y políticos. Hoy consideramos que entender esta cuestión fundamental a la hora de hacer un análisis histórico es de importancia capital y aunque muchos quieran ver otra cosa, este artículo no pretende ensalzar una lectura acrítica de nuestra reciente historia del siglo XX.

Pero lo cierto es que hoy, en 2023, los proletarios, de la rama que sean, no tienen como problemas fundamentales en su vida los diversos conflictos internos que se dieron dentro del MCI del pasado siglo, ni han de asumir estos bandos del pasado a la hora de asumir una posición de lucha política actual. Por ello, y es todo lo que tratamos de significar en estas notas, no podemos extender al proletariado de hoy, estas divergencias ideológicas y políticas del ayer. Los errores del pasado, en comparación con el impulso revolucionario del comunismo científico en el pasado siglo, por el momento, son un chiste de si hacemos balance de nuestro aporte histórico. Pero no deja de ser el momento actual, el momento presente, la situación concreta de la realidad concreta, dónde la dialéctica ha de tener su papel fundamental. Y eso, hoy, en agosto de 2023, es lo más importante para nuestras aspiraciones presentes y futuras, que al final es de lo que trata todo.

Nuestra potencial base militante, los futuros y quizá en algunos casos presentes comunistas, no van a dejar marcado y castrado su presente y futuro revolucionario por cómo trataron los soviéticos la Primavera de Praga, por cómo se desarrolló la vía socialista en Corea o Chile o por cómo los chinos refutaron los argumentos de la camarilla de Jrushchov en un determinado momento. Todos esos análisis están muy bien, pero no deben de caer en la lógica cainita para establecer una línea correcta, justa y revolucionaria en nuestros días. Debemos recoger toda nuestra experiencia revolucionaria, nuestro análisis histórico colectivo de diversas experiencias y ponerlo a prueba, pero de ninguna manera las presentes y futuras generaciones han de verse en pasadas encrucijadas, ni es justo ni se ha de considerar como algo que aporte a nuestro tiempo. 

Si nuestra lucha es justa, y de hecho lo es, nuestro presente ha de ser de lucha y nuestro futuro de victorias, y ese futuro de victorias, más grandes o más pequeñas, ha de estar marcado por los marcos de nuestro presente, nunca de marcos regidos por nuestro pasado. Debemos abandonar el fetichismo sobre el pasado revolucionario, asumir el presente de repliegue y emprender un camino constructivo que supere la realidad presente, la cual no podemos obviar que es paupérrima. Sí, paupérrima, y puede que decir esto tan duro sea quedarse corto. 

¿El pasado ha de ejercer un papel para cimentar un futuro mejor para el movimiento comunista y su reconstrucción?. Sí, es un estímulo vivo para tener la determinación de emprender las tareas del ahora, que un día, con condiciones distintas pero también muy difíciles, pudimos. Pudimos engrasar la ley de la historia y ponerla a funcionar en el camino de la superación del modo de producción actual y la construcción de una alternativa ontológica mayor y mejor que el punto de partida.

¿Las disputas internas en el MCI han de ser un freno para el futuro de reconstruir esa alternativa?. No, bajo ningún modo. Es además de gran interés teórico acercarse a esas divergencias y esas dicotomías, pero cercándolas en un marco de aprendizaje, en un marco constructivo, no cómo hacen muchos camaradas hoy, como un elemento para discernir la línea política actual. En este sentido, los debates sobre conflictos internos sobre nuestra cosmovisión del mundo en determinados hechos históricos es de gran interés, pero ha de tener una delimitación histórica, pedagógica y formativa muy concreta. Nunca pueden estas polémicas y luchas proyectarse en la praxis actual, eso solo generará discordia, una visión sesgada de nuestra ideología y una imagen externa folclorizada e infantil de esta. 

Por ello, desde este espacio hacemos un llamado a los camaradas individuales, colectivos de todo tipo y demás manifestaciones contemporáneas de asociacionismo político comunista a dejar de reproducir algunas de estas dinámicas. Hay multitud de camaradas bien formados que, con respeto y honor, pueden plantear a nivel de formación política e histórica debates y actividades complementarias a la praxis diaria y generar debates que no desborden el vaso. Es imprescindible con nuestras herramientas analizar nuestro pasado, pero esas herramientas han de volver a su misión fundamental y sembrar futuro.

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