Según los resultados de las elecciones locales y autonómicas de este 28 de mayo en España, el poder institucional se ha desplazado hacia la derecha tradicional, mientras que el PSOE se aleja de sus expectativas y Unidas Podemos roza la desaparición. Escenario en el que incluso el proyecto de Sumar resulta amenazado de cara a las generales, y que trasluce la falta de un referente político claro de la clase trabajadora española.
La debacle sufrida el domingo por el “ala moderada” del Régimen del 78 ha resultado tan clara como insospechada y/o predicha por las múltiples encuestas y sondeos preelectorales, incluyendo el CIS de Tezanos. Una debacle que indica que el ciclo del sanchismo y su papel de renovación del aparato político español en coalición con Unidas Podemos está en su recta final.
Veamos los grandes números.
Elecciones municipales (*)
- El PP, la “facción dura” del sistema monárquico, pasa de los 5.154.728 votos obtenidos en las anteriores de 2019 a 7.046.634 en 2023. Casi 2 millones más de votantes que en las anteriores.
- Ciudadanos, presentada como la opción más centrista de la derecha, pasa de 1.989.566 votos obtenidos en 2019 a tan solo 302.302 votantes en 2023. Descalabro fundamental y que explica el gran crecimiento del PP.
- VOX, el partido de la extrema derecha, pasa de los 812.804 votantes en 2019 a 1.608.187 electores/as en 2023, casi el doble que en las anteriores. (795.383)
- El PSOE, la “versión light” de la Monarquía parlamentaria, ha pasado de los 6.695.533 votos obtenidos en 2019 a 6.288.907 en 2023. Pierde casi medio millón de votantes (415. 652).
- Unidas Podemos-IU y sus coaliciones diversas, en cambio, pasa de los 366.594 votos conseguidos en 2019 a tan solo 209.639 votos en 2023, perdiendo casi la mitad de su electorado (156.955 votantes).
Sumando y restando por bloques afines, mientras que el PP-Vox consiguen un crecimiento de 2,7 millones de votos (gracias a las pérdidas de Ciudadanos de 1.687.264 electores/as), en cambio el PSOE y UP pierden casi 600.000.
Ganancias y pérdidas que, a su vez, coinciden con la disminución en 2023 de 509.291 votos válidos a partidos con respecto a los emitidos en 2019 (sobre un total de 22.061.026 y 22.570.317 votantes respectivamente). Disminución complementada por un aumento de la abstención en 2023 de 543.409 electores/as más que en 2019 (12.822.326 frente a 12.278.917, respectivamente).
Por tanto en estos comicios la mayor abstención (que rima con desafección, desencuentro, desencanto, desmovilización, falta de credibilidad…), como suele ocurrir, ha perjudicado principalmente a las opciones del progresismo reformista.
Elecciones autonómicas (*)
Si el desastre electoral del PSOE puede calificarse de histórico en términos de presencia institucional en los gobiernos, el sufrido por Unidas Podemos situa a esta fuerza política en una posición mucho más debilitada. Pues ha pasado de tener 47 diputados y diputadas autonómicas en 2019 a apenas 15, y perdido toda su representación en Madrid (pasa de 10 a 0 escaños), Valencia y Canarias (pasan de 4 a 0 escaños).
Posteriores análisis, a partir de datos pormenorizados servirán para valorar mejor lo sucedido en estas elecciones, pero lo dicho hasta aquí parece ya confirmado y permite avanzar algunas conclusiones.
Por otra parte, justo cuando escribimos estas líneas, se ha conocido por los medios de comunicación que el presidente Pedro Sánchez va a convocar elecciones generales adelantadas para el 23 de julio, lo que igualmente analizaremos con detalle en un artículo próximo.
Baste por el momento con señalar que este adelanto electoral, que conlleva finalizar YA la coalición PSOE-UP e incluso dejarse en el tintero bastantes leyes pendientes (dicen que unas 60: familias, función pública, justicia, movilidad sostenible, bebés robados, ley mordaza…), constituye una expresa confirmación por parte de los propios líderes partidistas del varapalo recibido.
Seguramente lo que persigue el presidente de gobierno con este adelanto electoral, además de contener la crítica interna y de contraprogramar el ascenso del PP a los gobiernos locales y autonómicos, sería forzar al electorado progresista a ejercer en julio próximo un “voto útil” hacia su partido, terminando de paso con los aventurerismos que han representado o pudieran representar en el futuro Unidas Podemos o Sumar.
No se puede enfrentar a la derecha con una izquierda de cartón piedra
Lo que primero muestra este 28M es que quienes se presentaron como muro de contención contra la derecha han acabado siendo su alfombra roja. Y es que, cuando el “progresismo” en el poder aplica un amplio consenso social-liberal, o de “extremo centro”, sobre políticas económicas, sociales, de vivienda, de servicios públicos o de seguridad, no es el “progresismo” lo que se refuerza, ni siquiera ese mismo gobierno que tanta auto-propaganda mediática se hace, sino la derecha y la extrema derecha que lo combaten.
Esto es lo que acaba de pasar ahora: que, como dice el dicho, cuando haces políticas de derechas al final serán ellos quienes se sentarán en los gobiernos.
Es más, el preocupante avance de la derecha y la extrema derecha en las instituciones locales y autonómicas, tampoco puede enfrentarse desde una “izquierda de aluvión”, que reduce su horizonte a la representación institucional dentro del régimen y que cuando gobierna ni resuelve los grandes problemas sociales, ni combate la agenda que los provoca.
La clase trabajadora y la juventud tienen el desafío de crear una alternativa política de clase, independiente, socialista, alternativa al régimen, desde el convencimiento de que -como muestra la larga experiencia de tantos años- bajo la actual monarquía parlamentaria los problemas de la clase trabajadora y de los pueblos de España no tienen solución.
