Comité por la Alianza de Trabajadores y Pueblos (CATP). Llamamiento
Lo que está sucediendo en Gaza no es una guerra, es un genocidio que se está produciendo a la vista de todo el mundo, llevado a cabo por el Estado de Israel con el apoyo de los EEUU y de numerosos gobiernos europeos. La destrucción del 60% de las viviendas, del 80% de los hospitales y centros sanitarios, de los pozos, de las infraestructuras eléctricas, demuestra la voluntad del Estado sionista de hacer inhabitable la franja de Gaza. Los bombardeos indiscriminados, que han causado ya más de 25.000 muertos, la inmensa mayoría civiles desarmados, incluyendo más de10.000 niños, demuestran que el objetivo es aterrorizar a la población, que ha sido empujada por el ejército israelí hacia Rafah, en la frontera con Egipto, donde sigue siendo bombardeada. Netanyahu ha anunciado ahora su voluntad de desplazar forzosamente al millón de palestinos que se hacinan en Rafah, después de haber sido expulsados del resto de la franja. Es una operación de limpieza étnica que Israel querría terminar con la expulsión de Gaza de los dos millones de palestinos que la habitan.
La decisión del gobierno de Estados Unidos y de otros 15 gobiernos de cortar sus aportaciones a la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) amenaza con matar de hambre a más de 2 millones de personas que dependen de la ayuda alimentaria de la agencia. La excusa en que se basa esa retirada de las aportaciones (una información de los servicios secretos israelíes – no demostrada y con muy poca credibilidad- según la cual 12 empleados de la UNRWA participaron en el ataque a Israel del 7 de octubre de 2023), no pasa de ser una excusa, y bien débil, ya que la UNRWA tiene 13.000 empleados en Gaza. Sabido es que el gobierno de Israel se ha pronunciado reiteradamente contra la existencia de la UNRWA porque según ellos perpetúa la consideración como refugiados de los millones de palestinos expulsados de su tierra entre 1948 y la actualidad. Y, por tanto, su derecho a retornar a la tierra de la que fueron expulsados, lo que podría poner en cuestión el carácter “judío” del Estado, establecido tras la limpieza étnica de 1948 (la Nakba), cuando se expulsó a 700.000 palestinos de dentro de las fronteras de Israel.
La formidable movilización que, en los cinco continentes, se opone al genocidio, ha obligado a muchos dirigentes políticos, a las organizaciones, e incluso a los gobiernos, a cambiar su posición. Pero, en muchos casos, el cambio no ha pasado de la retórica.
El 17 y el 25 de febrero hay convocatorias a movilizarse por Palestina en numerosas ciudades. Llamamos a todos y todas a participar en ellas. Y a defender en ellas algunas cuestiones que explicamos a continuación.
Los cientos de muertos diarios exigen medidas prácticas. Hay que exigir un alto el fuego inmediato, el fin del bloqueo de Gaza. Y hay que exigir al gobierno español medidas concretas: el fin de todas las relaciones económicas, comerciales, militares y diplomáticas con el Estado de Israel, la prohibición de todo uso de las bases militares en suelo español para actividades militares o transporte de armas contra Palestina. Cada euro de comercio con el Estado sionista fomenta la matanza. Cada arma o munición vendida va a ser utilizada para bombardear escuelas y hospitales, para matar niños palestinos.
Del mismo modo, hay que demandar a las organizaciones, tanto partidos como sindicatos obreros, que se mantengan en la movilización, que se pongan al frente de ella y la lleven a todas las localidades y a los centros de trabajo.
¡Alto al genocidio!
¡Alto el fuego inmediato!
¡Ruptura de relaciones con el Estado de Israel!
