Esta última semana se han producido dos hechos de importancia para el debate realizado en Paiporta, el 31 de enero, sobre “La lucha de las mujeres contra el genocidio en Gaza y Palestina”. Por un lado, la Corte Internacional de Justicia anunció el viernes 26 que la denuncia de Sudáfrica contra Israel se estimaba parcialmente, pero sin decretar un alto el fuego inmediato. Ignorando, por tanto, que cada día que pasa se multiplican las matanzas de población palestina y la destrucción de su territorio. Por el otro lado, el sábado 27 se realizó en Madrid la primera marcha estatal y unitaria en solidaridad con Palestina y por el fin del genocidio. Marcha multitudinaria con especial significación, puesto que se planteaba a nivel de estado para exigir responsabilidades al gobierno y parlamento, además de un inmediato alto el fuego y la ruptura de todo tipo de relaciones con el estado de Israel.
Las “deficiencias” de la justicia internacional y de las organizaciones financiadas por el imperialismo dieron paso, pues, a través de la marcha estatal en Madrid al convencimiento de la absoluta necesidad de que los trabajadores y los pueblos incrementen la lucha por una Palestina libre y por un futuro de paz y dignidad para todos y todas, para los y las palestinas pero también para la clase trabajadora internacional, que también sufre directamente en sus condiciones de vida y laborales los efectos de esta escala imperialista del bloque occidental.
En esta lucha las mujeres, como ocurre siempre, están en la primera línea, tanto de la resistencia como de la confrontación. Las mujeres, que como detallaron las dos ponentes del debate, Mari Pau García (Sindicalista, del CATP y Mujeres Republicanas) y Aysa Nueve (Juventud Palestina y BDS), son igualmente las que sufren especial represión, persecución y asesinatos. Por eso dicen las palestinas, como apuntó Aysa, que “existir es ya resistir” en este territorio e incluso en el mundo entero. Por eso la necesidad, como señalaron ambas compañeras, de actuar en todos los ámbitos: laboral, social y cultural, de cuidados y reproductivo. Unas acciones, unitarias, lo más amplias posible y que no pìerdan de vista la urgencia de parar la masacre israelí y el genocidio en curso, así como exigir al gobierno español el cese de toda colaboración con Israel: comercial y diplomática.
Durante el debate entre el numeroso público asistente (lleno del local), también participaron compañeros de la Comunidad Palestina de Valencia y dos mujeres de Siria, que igualmente explicaron la discriminación sufrida por razones étnicas y de género. Finalmente, a propuesta de la mesa, se organizó una Comisión por Palestina a la que se apuntaron bastantes personas, con el objeto de intensificar y multiplicar las acciones por una Palestina Libre, desde el rio Jordán hasta el mar y el retorno de las exiliadas y desplazadas.