Carta Semanal nº 991. Posicuarta.org
Cataluña en la encrucijada electoral
Las elecciones autonómicas catalanas de este 12 de mayo tienen una lectura estatal y sin duda han reflejado un cambio importante en el estado de espíritu de los trabajadores, los jóvenes, la población en suma de Catalunya.
En primer lugar, hay que resaltar la baja participación electoral 57,97 por cien. Y debemos compararla no tanto con las ultimas en 2021 (afectadas por la pandemia) sino por las elecciones de 2017 en plena efervescencia de la movilización del pueblo catalán. Entonces hubo nada menos que el 81,74 por ciento de participación (votaron 1.250.000 personas más que ahora).
La baja participación electoral muestra que un sector muy significativo de los trabajadores y la población no se sienten representados por ninguno de los partidos políticos. Hay una verdadera crisis de representación política que refleja en Catalunya un fenómeno que es internacional. Fenómeno que tiene causas directamente políticas y que analizaremos más adelante.
¿Qué dicen los resultados?
El PSC/PSOE con el 28 por cien y 42 diputados es el más votado, ha aumentado 220.000 votos, concentrando de hecho la mayoría de los trabajadores que han ido a las urnas. El análisis por barrios obreros es muy claro al respecto. Es decir que por primera vez en años aparece como el partido más votado. Y ello beneficia directamente al Gobierno Sánchez, dándole un respiro.
Junts es la segunda fuerza con 20 por ciento y 33 diputados, pero, aunque aumenta 100.000 votos con respecto a las últimas elecciones, y gana en Lleida y Girona, recordemos que no obtiene más diputados que en 2017 y muchos menos votos.
ERC con 13 diputados y 15 por cien de votos se hunde (pierde 180.000 votos) y pierde su hegemonía en el campo soberanista.
La CUP con 4 diputados y 3 por cien de votos apenas repite los resultados de 2017, perdiendo 60.000 votos respecto de las últimas elecciones.
Por otro lado, Comuns – SUMAR continúa su progresiva caída (13.000 votos menos que en 2021).
En conclusión, los partidos partidarios de su independencia o soberanistas ( a los que hay que sumar la ultraderecha “nacionalista” Alianza Catalana con sus 2 diputados (1 en Lleida y 1 en Girona), pierden la mayoría. Es sin duda un hecho fundamental es la primera vez desde 1980 o sea las primeras elecciones que los partidos catalanistas NO son mayoría.
La derecha españolista
Recordemos que, en 2017, Ciudadanos más PP sacaron 40 escaños y 29,67 por ciento de los votos.
En este 2024, PP más VOX obtienen 26 escaños y no llegan al 20 por cien de los votos. Por tanto, globalmente pierden en votos y escaños. Aunque el avance del PP parece confrontar nacionalmente a Feijoo, sin librarse del marcaje de VOX
Una campaña electoral al margen de reivindicaciones y derechos
De un modo en apariencia contradictorio, durante la campaña electoral (como ya ocurrió en el país vasco) desapareció de los mensajes la amnistía o la independencia (salvo pequeñas excepciones) y, sin embargo, la Amnistía está lejos de ser conseguida (se votará de nuevo el día 30 en el Congreso y después hay que aplicarla y la mayoría de los jueces ha mostrado su oposición).
Algunos dirán que los mensajes electorales eran para abordar los problemas “concretos” de la gente… pura falacia. Los debates electorales parecían hablar de otra cosa o de alianzas después de las elecciones.
No se oye en ningún momento hablar de cómo paliar el desastre sanitario, el bajo nivel de la enseñanza pública, el desastre en los servicios (en particular las rodalias, que volvieron a quedar paralizadas el mismo día de las elecciones) como combatir la sequía (cuando la Agencia catalana del agua tiene 540 millones congelados) y claro está, tampoco de las reformas laborales, ni de las libertades, dijimos sobre la amnistía, pero ninguna referencia, tampoco, a la ley mordaza.
Y, en un momento en que la guerra amenaza a toda Europa, se multiplican los gastos militares y la juventud se moviliza contra el genocidio de Gaza, los partidos (salvo muy muy pocas excepciones personales) miran hacia otro lado.
El hiato existente entre los partidos y la población no ha hecho más que agrandarse.
¿Y ahora qué?
De entrada, hay que recordar que el Parlament de Cataluña NO es soberano, tiene competencia en algunos presupuestos, pero no tiene la soberanía del pueblo de Catalunya.
Estamos en una monarquía con amplios poderes y que es capaz, y tiene la fuerza legal, como demostró en el discurso del Borbón del 3 de octubre de 2017 de lanzar la fuerza del Estado contra al pueblo catalán.
Y esto sigue así, y aceptado de hecho por todos los partidos incluidos los soberanistas.
En un momento en que las reivindicaciones de la mayoría, ante la precarización del trabajo, el aumento de la miseria, la inflación galopante a todos los niveles, desde la alimentación al hábitat, el recorte de las libertades y la amenaza de guerra, el Parlament de Cataluña se muestra impotente para modificar esta situación, porque hacerlo obligaría -a su mayoría – a romper con el régimen monárquico.
- A exigir, entre otras cosas la ruptura de las relaciones con Israel, como demandan los estudiantes.
- A derogar las reformas laborales.
- A garantizar el sistema público de pensiones exigiendo la auditoría.
- A restablecer las plenas libertades.
- Acabar con los gastos militares.
- O sea, a responder a las exigencias reales de la mayoría enfrentándose al gran capital.
Y todas la organizaciones, sindicatos y partidos que dicen defender a la mayoría social se enfrentan a este reto.
Esta es la vía para avanzar en la construcción de una fuerza, un movimiento político de ruptura con el régimen monárquico, contra el genocidio, contra la guerra, por la reivindicaciones democráticas y sociales.
Es en esta vía que consideramos esencial participar en impulsar la Marcha Republicana Estatal del 16 de junio en Madrid.