Ángel Chávez. Elmachete.mx
Ahora que el progresismo se reaviva con una segunda ola, los comunistas debemos reflexionar si la primera ola coadyuvó al avance de las fuerzas revolucionarias rumbo al objetivo estratégico del derrocamiento del capitalismo, si los comunistas están hoy más cerca de tomar el poder donde ha habido gobiernos progresistas, o si, por el contrario, al sumarse a los proyectos progresistas han debilitado a las fuerzas de los comunistas y llevado a un retraso, cuando no a un olvido, del programa revolucionario de ruptura con el capitalismo y que se expresa en la colaboración de clases con la burguesía y en sumarse a la lógica anti neoliberal, pero no anti capitalista. Los comunistas no existimos para embellecer el capitalismo por medio de la lógica interminable de las reformas al modo de producción capitalista; nuestro objetivo es el hundimiento del viejo mundo para proceder a la construcción del socialismo.
El actual panorama político de América Latina se enfrenta a una nueva ola de “progresismo” y tanto sus impulsores, como aquellos que miran este fenómeno con agrado, argumentan que esto significa un respiro frente a la dinámica de explotación y opresión del neoliberalismo. El progresismo es sin duda un respiro, pero no para la clase obrera sino para el capitalismo, pues este tipo de gestiones permiten a la burguesía recomponer su dominación al mostrar un supuesto “rostro humano” del sistema capitalista, que sin menguar la explotación ni trastocar la esencia del mismo permite contener los estallidos de la clase obrera. Esto es lo que aconteció con las movilizaciones en Chile de 2019 y en Colombia de 2021, pues frente a una situación de insumisión los monopolios prefirieron optaron por una salida progresista para mantener su dominio y de esta forma mantener intacta la bases de la explotación capitalista.
La verdadera naturaleza del “progresismo”
Ahora que el progresismo se reaviva con una segunda ola, los comunistas debemos reflexionar si la primera ola coadyuvó al avance de las fuerzas revolucionarias rumbo al objetivo estratégico del derrocamiento del capitalismo, si los comunistas están hoy más cerca de tomar el poder donde ha habido gobiernos progresistas, o si, por el contrario, al sumarse a los proyectos progresistas han debilitado a las fuerzas de los comunistas y llevado a un retraso, cuando no a un olvido, del programa revolucionario de ruptura con el capitalismo y que se expresa en la colaboración de clases con la burguesía y en sumarse a la lógica anti neoliberal, pero no anti capitalista.
Los comunistas no existimos para embellecer el capitalismo por medio de la lógica interminable de las reformas al modo de producción capitalista; nuestro objetivo es el hundimiento del viejo mundo para proceder a la construcción del socialismo.
Los gobiernos progresistas son la respuesta política empleada por la burguesía para la restauración de su dominación de clase ante la insumisión de la clase obrera, los campesinos, los pueblos originarios y todos los sectores de explotados cuyas problemáticas sociales derivan del capitalismo. Los monopolios, para eludir una salida revolucionaria, acompañan la continuidad de la explotación con la entrega de prebendas, siempre temporales e insuficientes y cada vez más acotadas e insostenibles a largo plazo.
Esto es lo que ocurrió con los gobiernos progresistas de América Latina; no hubo ningún cambio en la estructura económica de la sociedad, las relaciones capitalistas siguieron dominando, la única diferencia que hubo fue que los monopolios de los EEUU fueron sustituidos por los de la UE, por los de China o Rusia, y se buscó fortalecer a la propia burguesía de los países progresistas con la creación de alianzas interestatales como el ALBA, CELAC, TCP, UNASUR, SUCRE, o el fortalecimiento del MERCOSUR, las cuales tenían una nítida definición de clase a favor del capitalismo. La presencia de Cuba en estas alianzas no modifica su esencia capitalista.
El papel de los comunistas
La instauración de gobiernos progresistas depende en parte de los anhelos y necesidad que tienen los trabajadores de una transformación, y por otra parte de que sea el tipo de gestión que le convenga al capital para asegurar su dominación. Pero que el engaño del progresismo no se sostenga entre los trabajadores como una supuesta alternativa depende del trabajo de los comunistas, para demostrar el carácter de clase de este tipo de gobiernos y su impotencia para resolver los problemas de los trabajadores, los que únicamente alcanzan una solución bajo un sistema social nuevo. Es decir, depende de los comunistas demostrar el carácter anti obrero y anti popular de todo gobierno burgués, incluidos los progresistas.
Con los gobiernos progresistas no sólo no se avanzó rumbo al derrocamiento del capitalismo, sino que además se debilitó y desarticuló a los partidos comunistas que, abandonando su independencia de clase, decidieron colaborar y hasta supeditarse a estos gobiernos burgueses. Dicho debilitamiento se dio, en algunos casos, por medio de la colaboración explicita de los comunistas en estas gestiones burguesas, ya por medio de ministros o de alguna otra forma que implicara incorporarse al gobierno encabezado por los progresistas.
En otros casos ocurrió que –bajo las justificaciones de apoyar la llegada de un gobierno “menos reaccionario” (en la lógica del mal menor), no alejarse de las masas o la posibilidad de obtener mejores condiciones para el desarrollo de las tareas revolucionarias– los comunistas decidieron apoyar al progresismo y por lo tanto, dejando de lado el programa del derrocamiento del capitalismo, se colocaron a la zaga de la burguesía.
Durante las gestiones progresistas algunas fuerzas comunistas se debilitaron al ser captadas o integradas a los gobiernos burgueses por medio de “frentes amplios”; también ocurrieron casos donde la burguesía buscó diluir a las fuerzas revolucionaria en partidos poli clasistas, cosa que intentó Hugo Chávez al pretender que el Partido Comunista de Venezuela (PCV) se integrara al Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV).
Otra consecuencia ha sido que los Partidos Comunistas, ante el hecho consumado de la inexistencia de concesiones del gobierno progresista en turno, orientaran su labor en apoyo a estos gobiernos, debilitándose orgánicamente y fortaleciendo al proyecto burgués con etiqueta de progresista. En todos estos casos la constante ha sido el abandono del programa revolucionario y el debilitamiento de los partidos comunistas con respecto a su identidad y objetivos.
Programa, programa
Las debilidades en el ámbito organizativo y numérico, cuando éstas son producto de la represión o de la condición hegemónica de la burguesía, solo es posible revertirlas al conservar una identidad y una política revolucionaria, como lo demostraron los bolcheviques que lograron encabezar la toma del poder político aun siendo el POSDR un grupo reducido antes de la Revolución de Octubre.
Esto no quiere decir que los partidos comunistas no aspiren a una fortaleza numérica y a un desarrollo organizativo importante, sino que aún más grave que el retraso organizativo es el ideológico; si ocurre el abandono del programa revolucionario, pese a condiciones numéricas y organizativas favorables, se pierde lo esencial y con ello la potencialidad de organizar el cambio revolucionario hacia el socialismo.
Algunas organizaciones de la Segunda Internacional, con las que rompieron los bolcheviques, eran más grandes y numerosas que estos últimos, pero el programa revolucionario de la mayoría bolchevique era lo fundamental y permitió que, siendo la médula ideológica, se concibiera, persiguiera y lograra el derrocamiento del capitalismo en Rusia.
El progresismo, como cualquier gobierno o gestión de carácter burgués, no pude resolver las contradicciones de clase entre el capital y el trabajo. Ocurre a menudo que, al emerger la insumisión de los trabajadores, los partidos comunistas -entrampados con el progresismo o atascados en el oportunismo en general– están debilitados como resultado de la merma en su carácter revolucionario, por tanto imposibilitados para dirigir y concretar un proceso revolucionario con base en tales procesos de insumisión.
En algunos casos ha ocurrido que las fuerzas comunistas, integradas al progresismo, se suman a la contención de las protestas, demostrando que han pasado plenamente al campo del oportunismo, al campo de los enemigos de la clase obrera.
Los monopolios usan a los gobiernos progresistas para contener la insumisión de los trabajadores, y si los comunistas no mantienen su independencia de clase, un programa revolucionario, una claridad en la estrategia y una armonía entre ésta y su táctica, la supeditación a la burguesía y sus fuerzas políticas constituirá un duro golpe en contra.
Fortalecimiento organizativo
Es momento de emprender un balance sobre la relación entre los partidos comunistas y los gobiernos progresistas; considerando también que las fuerzas comunistas que mantienen un programa revolucionario, procuran progresos en su actuar político-ideológico y se confrontan con el progresismo, han padecido la represión del Estado burgués; como ocurre actualmente en Venezuela, donde el PSUV emprende embestida contra el PCV.
El Partido Comunista de México (PCM) considera que el progresismo tiene un carácter de clase burgués, y por tanto se le debe confrontar al igual que se hace con otros tipos de gestiones burguesas. El progresismo no coadyuva al avance rumbo al socialismo, al contrario. Es responsabilidad de los Partidos Comunistas esclarecer todos los aspectos esenciales de la lucha de clases, así como la naturaleza de las fuerzas sociales de la burguesía diseñadas para aliviar las turbulencias propias del modo de producción capitalista.
El fortalecimiento de los partidos comunistas pasa por levantar nuestro propio programa político, afirmar nuestra perspectiva revolucionaria de ruptura con el capital: que esclarezca ante la clase obrera que las diferencias existentes entre las distintas formas de gestión del capitalismo son siempre de secundarias y que el verdadero cambio lo representan los comunistas.
Así pues, ante la nueva ola del progresismo debemos esclarecer a los trabajadores que, al igual que con lo anteriores gobiernos progresistas, la socialdemocracia y el progresismo no resolverán las problemáticas obrero-populares; que la salida a todos los males que padecen los trabajadores en la actualidad no se encuentra en los marcos del capitalismo, sino en la construcción de una nueva sociedad, el socialismo-comunismo.
NOTA: Este es un resumen de la Ponencia para el III Seminario Ideológico Internacional: “La lucha ideológica contemporánea y el papel central de vanguardia del proletariado como sujeto revolucionario en el capitalismo”. El seminario se llevó a cabo en la sede del Comité Central del Partido Comunista de Venezuela (PCV) el día 2 de noviembre del 2022, previo a la realización del XVI Congreso del PCV. El texto se elaboró previo al VII Congreso del PCM, celebrado en diciembre del 2022; en los documentos de dicho congreso se concluyó el debate en torno al progresismo, mismo que es abordado en varios de los temas esbozados en el presente texto.