Henar de Pedro. 20minutos.es
La desigualdad entre mujeres y hombres en el mundo laboral va mucho más allá del salario. La brecha de género está presente en prácticamente todos los ámbitos del empleo. De media, las mujeres sufren de tasas de paro más elevadas que los hombres, trabajan mucho más a tiempo parcial, menos horas a la semana, participan menos en el mercado de trabajo y tienden a hacerlo con más frecuencia en puestos no directivos.
La brecha se ensancha a partir de los 30 años por la llegada de la maternidad y acaba provocando que las mujeres ganen, de media, un salario considerablemente más bajo que el de los hombres y, llegado el momento de jubilarse, reciban una pensión menor. Un fenómeno que tiene consecuencias negativas no solo a nivel personal, si no que también limita el potencial de crecimiento de la economía nacional.
La semana pasada, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó una recopilación de estadísticas laborales que dibujan un retrato demoledor de la brecha de género en el trabajo. En primer lugar, las mujeres tienden a participar bastante menos en el mercado de trabajo que los hombres. Según estos datos, el 70,5% de los varones en edad de trabajar tiene empleo, frente al 60,5% de las mujeres. Eso sí, la brecha se reduce sustancialmente entre las mujeres con estudios superiores, que tienen una tasa de empleo del 79% frente al 84% de los hombres.
Esta diferencia se ensancha aún más cuando hay hijos. Mientras que el 90% de los hombres entre 25 y 49 años tiene empleo en España, este porcentaje cae al 70,4% en el caso de las mujeres de la misma edad. Una diferencia de 20 puntos porcentuales que se reduce hasta apenas ocho en trabajadores sin hijos.
De hecho, a medida que aumenta el número de hijos, las mujeres tienden a participar menos en el mercado laboral. Hasta el punto de que la mitad de las madres de familia numerosa (tres o más hijos) no trabaja, frente al 80% de los padres que sí tienen empleo en esa misma situación.
El papel de la maternidad y la feminización de los cuidados es decisivo y tiene consecuencias más allá de la participación en el empleo. No solo las mujeres con hijos tienden a participar menos, sino que, cuando lo hacen, suelen trabajar menos horas y a menudo lo hacen a tiempo parcial. La estadística en este sentido es reveladora. En España, las mujeres trabajan, de media, cinco horas menos a la semana que los hombres. Pero sabemos que en buena parte de los casos esa diferencia no es voluntaria.
Parte importante de esas cinco horas de diferencia vienen porque las mujeres trabajan mucho más a tiempo parcial que los hombres. En concreto, el 75% de los empleados sin jornada completa son mujeres. Hablamos de alrededor de dos millones de trabajadoras, frente a 720.000 hombres, según los últimos datos disponibles. Además, solo un 9% declara trabajar a tiempo parcial porque no quiere jornada completa. En la mayoría de los casos, la parcialidad se da porque no encuentran un contrato de jornada completa o por cuidados y cargas familiares.
En este segundo aspecto, el reparto no puede ser más desigual. El 93% de los trabajadores con jornada parcial por motivo de cuidado de niños, adultos, enfermos, incapacitados o mayores son mujeres. Se trata de una proporción de 353.000 mujeres, frente apenas 64.000 hombres en esta situación.
Más paro, más temporalidad y menos responsabilidades, más precariedad
La brecha de género también se manifiesta en el desempleo. La tasa de paro es mayor en las mujeres que en los hombres en todas las edades, pero las diferencias empiezan a ampliarse especialmente desde los 30 años. A partir de esa edad, el desempleo femenino se estabiliza por encima del 12% frente al masculino, que llega a caer hasta el 7,5%. Y las diferencias también se trasladan al paro de larga duración, una situación en la que se encuentran el 6,1% de las mujeres activas frente al 4,1% de los hombres.
Las mujeres también tienden a verse más afectadas por la temporalidad, uno de los males endémicos del mercado laboral español, que los hombres. En este ámbito, las desigualdades no son tan grandes, pero sí son significativas. La tasa de temporalidad entre las mujeres ronda el 24% frente al 19% de los hombres.
Finalmente, la brecha de género se manifiesta también en las responsabilidades que acarrea el puesto de trabajo. La tasa de hombres directivos de empresas grandes o medianas duplica la de mujeres. También hay más proporción de hombres en puestos como mandos intermedios, encargados, jefes de oficina y similares. Eso sí, mientras que tres de cada cuatro empleadas no tiene a nadie a su cargo, la proporción de los hombres se reduce al 64%.
Todos estos factores acaban desembocando en una importante brecha de género en materia salarial y de pensiones. Así, mientras las mujeres perciben un sueldo medio de 23.176 euros brutos, los hombres se embolsan 28.389 euros. Una diferencia de 434 euros al mes (5.200 euros al año).
Además, las consecuencias de trabajar menos horas, sufrir más paro y tener peores puestos de trabajo acaban traduciéndose en una peor pensión cuando llega el momento de jubilarse. En este aspecto, la brecha de género es, quizá, la más llamativa de todas. La pensión media de jubilación para un hombre es de 1.578 euros al mes, un 47% más que los que se embolsan las mujeres (1.076). No obstante, es más que probable que la brecha se reduzca sustancialmente en los próximos años a media que se vayan jubilando las mujeres de la generación del baby boom, que han tenido carreras laborales mucho más largas y estables que las de sus predecesoras.