Los agricultores belgas, apoyados por varias federaciones y asociaciones, se manifiestan en las calles y han bloqueado el acceso al Parlamento Europeo en protesta contra las políticas agrarias de la UE. El PCE de Bélgica asume las propuestas del Partido del Trabajo Belga exigiendo precios justos, inversión en transición sostenible, soberanía alimentaria y una reforma profunda de la PAC. Hace falta continuar la movilización para que las políticas públicas reviertan la tendencia de dejar hacer al mercado en un asunto tan vital como es el alimentario. Seguidamente se incluye el comunicado difundido.
PCE Bélgica. Mundoobrero.es
Durante los últimos días se ha visto cómo París empezaba a ser asediada por los tractores y los principales accesos a la ciudad bloqueados. Los agricultores belgas han tomado el relevo. El epicentro de la PAC (Política Agrícola Común) ha despertado la mañana del 1 de febrero completamente bloqueado con más de mil de tractores en las calles mostrando músculo ante las políticas devastadoras que sufren desde hace años. Han ocupado las diferentes calles aledañas al Parlamento Europeo y se han movilizado frente a esta institución.
En esta movilización participan federaciones de agricultores como la poderosa FWA (Federación Walona de Agricultores o la FNCB (Federación Nacional de Comercio de Reses), FJA (Federación de Jóvenes Agricultores) pero también otras con perspectivas antiliberales y defensoras de la soberanía alimentaria como FUGEA (Federación Unida y Agrupación de agricultores y ganaderos), o Vía Campesina (ECVC), estos últimos convocantes de la movilización. También se han unido a ella la ONG por un mundo justo y durable CNCD 11.11.11, Coalición por el Clima o el sindicato CNE. Han aprovechado el Consejo Europeo extraordinario con Ucrania (una vez más) de trasfondo, para forzar un orden del día con sus demandas en la agenda.
Los acuerdos de libre comercio como el TTIP, el CETA o Mercosur, no han hecho más que agudizar la sangría en los campos a expensas de grandes multinacionales y distribuidoras. La guerra en Ucrania (compra de productos en grandes cantidades en apoyo) ha sido el último golpe que ha hecho sacar las máquinas a la calle. El trasfondo no deja de ser la libre competencia y monopolio de grandes distribuidoras que imponen precios de compra irrisorios. Las últimas medidas impuestas por la PAC de poner el 4% en barbecho ha sido pausada, una de las peticiones que había sido puesta sobre la mesa. Pero es insuficiente, el problema va más allá y es de fondo. La PAC no llega a los pequeños agricultores y es absorbida por propietarios de grandes cantidades de hectáreas.
Debemos adaptar nuestra relación al consumo alimentario. Con una lógica de mercado es inviable una agricultura respetuosa con el medio ambiente pero también, no nos olvidemos, con quienes trabajan la tierra para que podamos llenar nuestros platos. Esos efectos son los que estamos comprobando con esta revuelta. Tampoco es de agrado que se impongan medidas ecológicas que sabemos beneficiosas para la tierra, pero se compren productos fuera del mercado europeo. Este dumping agroalimentario enfurece los agricultores que no ven sus esfuerzos recompensados en su justa medida.
Nos estamos enfrentando a una tierra agotada, unos agricultores exhaustos y unos supermercados con afán de llenar las estanterías de todos los productos todos los días de año. Llegan nuevas elecciones para el Parlamento Europeo y la dirección a la que nos dirigimos no parece que vaya a solucionar ninguno de estos problemas.
Nuestro partido referente en el país, el Partido del Trabajo Belga (PTB) ha propuesto una serie de medidas en favores de los agricultores.
- Precios justos para productos de calidad
- Invertir en una transición sostenible: ayudas a los agricultores y un banco público de inversiones
- La tierra para quienes la trabajan
- Alimentos accesibles y sanos
- Soberanía alimentaria en lugar de políticas neoliberales orientadas al mercado mundial
- Reforma en profundidad de la Política Agrícola Común europea
Necesitamos más tractores en las calles, más trabajadores en pie de guerra para decidir qué futuro queremos. Queremos que nuestros platos sigan llenos, pero también queremos saber cómo, de qué y a costa de quién vamos a llenarlos. Exigimos que desde las políticas públicas se revierta la tendencia en dejar hacer al mercado en un asunto tan vital como es el alimentario. Necesitamos soberanía alimentaria como agua de mayo.