Primer análisis de los resultados de las elecciones vascas que abre un debate sobre la situación del actual sistema de representación política y las perspectivas del régimen político de la transición española. Sin compartir bastantes de los asertos del redactado, al menos proporciona una visión crítica sobre la falta de un referente político claro de los trabajadores y los pueblos…
David Rey. Comunistasrevolucionarios.org
Elecciones en Euskadi: el malestar social cabalga entre el avance de EH Bildu y la baja participación
Las elecciones vascas no han traído un cambio en cuanto a la gobernabilidad, ya que se reeditará la coalición PNV-PSOE; pero sí ha expresado el malestar profundo de grandes sectores de la clase obrera y de la juventud, que han agrupado su descontento a través del voto a EH Bildu, que ha conseguido los mejores resultados de su historia con el 32,5% y más de 341.000 votos.
A gran distancia quedaron el PSE-PSOE (14,2% y 12 escaños, ganando 2), el PP (9,2% y 7 escaños, ganando 1), SUMAR (3,35% y 1 escaño) y VOX (2,03% y 1 escaño). Podemos, pese a que perdió sus 6 escaños, sacó más votos (el 2,25%) que VOX.
Así y todo, la realidad es que la participación ha sido baja, un 63%; que aunque es un comportamiento tradicional del electorado vasco en unas elecciones autonómicas desde hace muchos años, también refleja el escaso entusiasmo que estas elecciones han despertado, en general. El malestar social va por dentro. La propia campaña electoral fue insulsa, aburrida, con actos electorales pequeños, donde todos los candidatos sin excepción, a derecha e izquierda, se pusieron la chaqueta del institucionalismo burgués de la moderación, la buena gestión, etc.
No obstante, como bien explicamos en el artículo que escribimos al inicio de la campaña electoral, se había acumulado un gran hartazgo con las políticas privatizadoras y procapitalistas del PNV, con la degradación de servicios públicos, como la sanidad y los servicios de dependencia, así como en los trabajadores de la educación y de la administración pública; y, sobre todo, en la juventud que, como ocurre en el resto del Estado, se enfrenta a la precariedad laboral y a la imposibilidad de acceder a una vivienda digna.
Sin duda, EH Bildu fue capaz de atraer a la mayor parte de los más de 70.000 jóvenes que votaban en estas elecciones por primera vez. Sin una oposición en la derecha españolista, por su debilidad, ni en la izquierda estatal, por la debacle de Podemos y el escaso tirón de SUMAR, EH Bildu fue visto como la única oposición efectiva a la política del gobierno PNV-PSOE, agitando un programa socialdemócrata clásico de más gasto público, sin explicar de dónde sacaría realmente el dinero para financiar esas políticas.
Globalmente, la izquierda nacionalista y estatal sacó en conjunto más del 52% de los votos. Este porcentaje alcanzó casi el 60% en Gipuzkoa, con EH Bildu sacando más del 40%. La derecha españolista ha vuelto a manifestar su débil base social en la sociedad vasca, con apenas el 11% de los votos.
El otro elemento relevante a constatar ha sido la desaparición de Podemos del Parlamento Vasco, certificando su completa desaparición de todos los parlamentos regionales del Estado y su cada vez mayor irrelevancia política general. SUMAR, que heredó una parte del anterior voto a Podemos, consiguió agónicamente un único diputado, por Álava.
En la recta final de la campaña, cuando todas las encuestas daban por hecho el “sorpasso” de EH Bildu al PNV, la burguesía vasca entró en pánico. Fue entonces cuando los medios de comunicación oficiales y los partidos de la coalición de gobierno, PNV y PSOE, lanzaron una campaña sucia contra EH Bildu y su candidato, Pello Otxandiano, sacando a relucir – ¡cómo no!– el tema de ETA y la exigencia de catalogarla a como una organización “terrorista”, pese a que la banda dejó de actuar hace 13 años y se disolvió hace seis. Fue claramente una provocación, en el mejor estilo del PP y Vox, para tratar de desacreditar a EH Bildu.
Fue particularmente repugnante que el candidato del PSE-PSOE, Andueza, repitiera los mismos argumentos contra Otaxandiano que Abascal suele dirigir a Pedro Sánchez sobre este tema. Pero lo más lamentable fue la actitud acobardada, vacilante y evasiva de Otxandiano, en lugar de responder con un discurso desafiante, explicando la hipocresía de esta campaña y el largo historial de terrorismo de Estado en Euskadi y el no castigo de los crímenes de la dictadura franquista, y la continuidad de los torturadores, asesinos y sus cómplices en el actual aparato del Estado, comenzando por la dinastía Borbón.
También podría haber calificado de hipócrita y cínico el reclamo del PNV y el PSOE cuando se niegan a caracterizar como terrorismo de Estado el actual genocidio de Israel contra el pueblo palestino, y apoyan el envío de armas españolas a Israel que ha asesinado a más de 35.000 palestinos. ¿Acaso pensaban los dirigentes abertzales que un posicionamiento de este tipo les hubiera hecho aparecer como demasiado “radicales” y alejado un supuesto voto “moderado” a EH Bildu?
En cualquier caso, esta campaña de intoxicación, cuyo fin era evidentemente evitar el “sorpasso” al PNV, podría haber tenido efecto en restar algunos votos vacilantes que estaban orientándose a EH Bildu. Extrañamente, y a falta de tres días para las elecciones, el candidato del PNV, Imanol Pradales, fue atacado y rociado con gas pimienta por un individuo con antecedentes penales, añadiendo un elemento de “violencia” al final de la campaña, que también benefició a PNV y PSOE, como los “garantes” de la estabilidad y la paz social.
Pese a todas las promesas de campaña, el nuevo gobierno PNV-PSOE no hará cambios sustanciales a su política anterior. Tiene el cometido de asegurar los buenos negocios al capitalismo vasco y en buena vecindad con sus hermanos de clase del resto del Estado. El malestar social con estas políticas volverá a emerger en las calles, revelando el carácter fraudulento del institucionalismo burgués.
EH Bildu proseguirá su senda de presentarse como una opción política “responsable”, de mostrar sus credenciales moderadas para, según sus cálculos, atraerse el apoyo de capas vacilantes que aún siguen apoyando a PNV y PSOE. Pero esto entrará en contradicción con el malestar creciente de debajo de cientos de miles de trabajadores y jóvenes de Euskal Herria que no pueden esperar 4 años más para encontrar solución a sus acuciantes problemas sociales, y que exigirán en la calle acciones y medidas radicales.
En lugar de sembrar ilusiones en el parlamentarismo burgués, lo que se necesita es una política comunista que ponga en tela de juicio al capitalismo mismo, que ligue la lucha por reivindicaciones inmediatas con la necesidad de expropiar a los ricos y organizar la economía y la sociedad sobre bases socialistas, en Euskal Herria, en el resto del Estado, y a nivel internacional.