Jaime Castán. Izquierdadiario.es
Frente a la propaganda oficial y el autobombo sobre las cifras de “empleo record” alcanzados en nuestro país, la realidad actual del reino de España muestra otros perfiles: salarios que no alcanzan, horas que no se cobran, jornadas parciales o que no acaban y precariedad por todos lados…
Estos días la cifra de 20,86 millones de afiliados a la seguridad social en junio de 2023 ocupa los titulares como un récord histórico. Una “recuperación económica” posible gracias a trabajos precarios, pérdidas salariales permanentes por la inflación, millones de horas que la patronal no paga o jornadas laborales que superan las 40 horas semanales.
El mes de junio de 2023 ha cerrado con 20,86 millones de trabajadoras y trabajadores ocupados, lo que sería el máximo desde que hay registros, según los datos de afiliación difundidos este martes por el Ministerio de Seguridad Social. Los datos de población activa también se encuentran en máximos, con 23,58 millones, con algo más de 3,1 millones de parados, que suponen el 13,26%.
Si bien entre mayo y junio se han creado 54.000 nuevos empleos, la mitad que en el mismo periodo del año pasado. La cifra más baja desde 2015 y muy por debajo de la media de la década que se sitúa en 88.770 nuevos empleos. Unas cifras que pueden indicar una desaceleración de la creación de empleo que se ha ido produciendo desde la crisis de 2008, con la interrupción abrupta de la pandemia en 2020.
Estos datos de empleo señalan una recuperación de la economía española, pero a costa de una pérdida del poder adquisitivo de los salarios y de mayor precariedad laboral. Los datos de empleo y de crecimiento de la economía, que aumentó un 0,5% en el primer trimestre de 2023, no ocultan una situación en la que los salarios reales retrocedieron en más de un 5,3% en 2022. Esta situación dejaba a los salarios del Estado español a la cabeza de las mayores pérdidas de poder adquisitivo dentro del conjunto de países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Además, las subidas salariales que este 2023 está pactando el Gobierno, la burocracia sindical y la patronal (y que la Ministra de Trabajo y líder de Sumar, Yolanda Díaz reivindica), no compensan las pérdidas acumuladas, ya que no son retroactivas. Y la subida salarial acumulada en los próximos cuatro años (2022-2025) será del 13,4%, mientras que la subida de precios acumulada ascenderá al 18,4%, y todo ello si se cumplen las previsiones.
Además, en cuanto al empleo, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el número de horas trabajadas en total a la semana en el primer trimestre de 2023 (los últimos datos) alcanzó los 660,6 millones. Esta cifra supone un 3,46% más que en el mismo período del año 2019, con menos personas ocupadas, lo que implica que el número medio de horas por trabajador ha disminuido, pasando de 34,6 a 33,6 en el mismo periodo de tiempo.
Y esta reducción de las horas no implica que el conjunto de la clase trabajadora se esté beneficiando de una reducción de la jornada laboral y acorde con buenos salarios. Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) que elabora el INE, casi la mitad de los asalariados (7,97 millones de 17,21 al cierre de 2022) trabajaba más de 40 horas semanales y, de ellos, 561.000 superan las 50. Es decir, casi la mitad de la clase obrera trabaja más de 40 horas cuando ya hace más de cuarenta años que, supuestamente, se introdujo ese como el límite de horas trabajadas semanalmente en aquel entonces por otro gobierno del PSOE, con Felipe González al frente.
Son estas jornadas interminables las que conviven a su vez con un trabajo parcial en crecimiento y que explica el descenso de horas medias trabajadas. Lo que nos encontramos son trabajos parciales, caracterizados por la precariedad, que no alcanzan para vivir dignamente y que computan menos en la cotización del trabajador para el desempleo o en sus futuras pensiones. Trabajos muchas veces “romantizados” con un discurso de que las nuevas generaciones priorizan el tiempo libre al salario, pero lo que esconde detrás es una gran precariedad que dificulta el acceso a vivienda, cultura, etc.
A lo que hay que incluir las horas de trabajo por las que las empresas directamente no pagan nada y que, según los datos, en los últimos tres años se ha movido en una horquilla de 2,1 a 3,4 millones de horas semanales de trabajo totalmente gratis para los capitalistas. Unas horas de trabajo que equivaldrían a unos 52.000 y 85.000 empleos genuinos. Todo ello en cifras aproximadas, porque es difícil cuantificar este fraude capitalista tan extendido en sectores como la hotelería y el comercio, incluso asumido como una realidad de este tipo de empleos, y que son justamente los que más están creciendo a nivel de empleo.
Largas jornadas y parcialidad laboral son las dos caras de la explotación capitalista y es la base de la “recuperación económica” que está queriendo vender el “progresismo” en su campaña electoral. De hecho, mientras los salarios pierden riqueza, está se traslada a los capitalistas que han aumentado sus beneficios en los últimos años. En el balance del año anterior las ganancias empresariales crecieron siete veces más que los salarios, con sectores como la banca haciendo caja y logrando en 2022 un beneficio conjunto de 20.850 millones, un 28% más respecto a 2021.
Un aumento de las ganancias empresariales que además viene acompañada por fuertes inyecciones de dinero público. El endeudamiento público sigue creciendo (113% del PIB), un elemento diferencial con respecto a 2008, mientras el Gobierno español solicitó recientemente a Bruselas otros 94.000 millones de euros para entregar a grandes bancos y empresas, como parte del “Plan de Recuperación”, al estilo del rescate a la banca tras la crisis de 2008.
Como dijo el secretario general del PCE y Secretario de Estado hasta el verano del pasado año, Enrique Santiago: “en la historia de España no ha habido una transferencia de recursos del Estado tan grande a las empresas privadas como la que ha llevado adelante este gobierno”. En este sentido el balance de la legislatura del Gobierno “progresista” de PSOE y Unidas Podemos, ha sido el de ser un ajustados continuista con las políticas neoliberales previas y con las leyes laborales que están permitiendo la precarización permanente del trabajo.
El “gran dato” de creación de empleo no puede enmascarar la realidad laboral del Estado español: salarios que no alcanzan, horas que no se cobran, jornadas parciales o que no acaban. Mayor empobrecimiento y precariedad de la clase trabajadora y los sectores populares que aprovechan las derechas para avanzar ante el desencanto y apatía de un “progresismo” que aspira tan solo a ser un mero gestor más del Estado capitalista. Sostener un Gobierno liderado por el PSOE ha sumido en crisis al proyecto neorreformista de Unidas Podemos y su sucesor, Sumar, parte ya del desencanto y de lógicas todavía más a la derecha.
Frente a las derechas de verdad, que buscan llegar al Gobierno para radicalizar la agenda ajustadora neoliberal y el retroceso de derechos sociales, no sirve una izquierda de mentira. Es preciso construir una izquierda anticapitalista y combativa que defienda medidas como el reparto de las horas de trabajo entre el conjunto de la clase trabajadora, reduciendo la jornada laboral sin pérdidas salariales y peleando por aumentar el SMI al menos a 1.500 euros; o la indexación de los salarios a la inflación para que no sigan perdiendo poder adquisitivo.
