Recogida de firmas
El régimen israelí y su proyecto colonial de ocupación son los responsables originales y principales del despliegue de la violencia. Los continuos asaltos israelíes son la prueba más reciente de la duradera ocupación, que es la más prolongada de la época contemporánea, muchísimo antes de que existiera Hamas.
Ese régimen colonial decimonónico que pervive en el siglo XXI bajo el eslogan «única democracia de Oriente Medio», su fundamentalismo sionista, el apartheid y la permanente expansión de los asentamientos constituyen un sistema basado en la limpieza étnica, el despojo de tierras, la anexión ilegal y la negación de los derechos inalienables del pueblo y la soberanía palestinos. Los crímenes que sostienen ese sistema llevan perpetrándose cada día, cada hora, cada minuto desde hace 75 años.
Las declaraciones que ahora condenan la violencia armada de las facciones palestinas muestran la misma ceguera selectiva ante la violencia perpetrada por Israel y el sistema que produjo a Hamas. Enmarcar como «terrorista» o «compleja» la lucha palestina por su liberación de una potencia colonial ocupante es un intento obsceno de tergiversar una realidad de opresión colonial violenta, que históricamente ha conducido (y siempre conducirá, inevitablemente) a la resistencia de los pueblos colonizados.
Eso que llamamos «Occidente» lleva décadas haciendo la vista gorda ante las permanentes violaciones de los derechos humanos infligidas por el gobierno israelí a toda la población palestina. Un número insoportablemente alto de autoridades políticas, en el Estado español y en la UE, ha expresado su pleno apoyo a Israel, al discurso racista y genocida utilizado por el gobierno israelí y a su deseo de eliminar a la población palestina.
El lunes 9 de octubre , el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, declaró que luchan «contra animales humanos», prometió «actuar en consecuencia» y declaró el «asedio total» a la Franja de Gaza, afirmando que no habría «ni electricidad, ni alimentos, ni combustible». Gaza es «la mayor prisión al aire libre del mundo» sometida a un bloqueo ilegal que cumple 16 años, como confirman Naciones Unidas o Cruz Roja Internacional.
La constante violación del derecho internacional por Israel durante 75 años no ha movido un milímetro a las instituciones occidentales para practicar sus presuntos valores de dignidad, libertad, democracia y derechos humanos. Las principales potencias de esta parte del mundo han ofrecido a Israel su «apoyo incondicional», animando y celebrando los atroces crímenes del régimen israelí contra la población palestina.
Condenamos enérgicamente el doble rasero constante de la Unión Europea, su falta de acción política en relación con el genocidio y su complicidad con la limpieza étnica cometida contra la población de Gaza, con la continua expansión de los asentamientos y los pogromos llevados a cabo por colonos en Cisjordania, así como con el apartheid al que se enfrentan los y las palestinas en los territorios de 1948.
El silencio del mundo académico es ensordecedor. Términos como «descolonizar» son empleados con frecuencia en el mundo académico y en los medios de comunicación sin señalar su ejemplo más obvio de continuidad colonial. La descolonización no es una metáfora ni una simple teoría que permite ganar puntos en la academia.
La cuestión es defender el derecho de las personas a vivir en su propia tierra con libertad y dignidad. La cuestión es defender el derecho inalienable de todo refugiado a retornar a su lugar de origen para vivir con libertad y dignidad. Y si no es ésa la cuestión, que las Naciones Unidas revisen sus propias normas y borren los artículos correspondientes, porque su lectura confunde nuestra inocencia.
Esta declaración de apoyo al pueblo palestino reconoce asimismo su tenacidad y resistencia frente al racismo y al colonialismo. Su admirable fuerza nos inspira. Nos solidarizamos con el pueblo palestino y afirmamos nuestro justo y legítimo compromiso con la descolonización y la liberación de Palestina.
Pedimos a nuestros colegas académicos que promuevan esta declaración para sumarse a ese compromiso y rechazar la creciente censura y criminalización de la solidaridad en toda Europa.
La situación exige una postura firme y decidida contra las represalias coloniales. Instamos encarecidamente a la comunidad académica a movilizarse y actuar para poner fin a la Nakba permanente y la limpieza étnica en Palestina.
