Memoria de luchas obreras en EEUU

Cartel del artículo original

Presos.org.es

I. Proclama difundida en Chicago en 1886.

Proclama difundida convocando a una gran concentración de protesta el 4 de mayo de 1886, en la plaza Haymarket, de Chicago, que concluía con las palabras:

“¡Trabajadores, concurrid armados y manifestaos con toda vuestra fuerza!”.

«Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormik, se fusiló a los obreros.

¡Su sangre pide venganza!

¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora?

Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros. ¡Al terror blanco respondamos con el terror rojo! Es preferible la muerte que la miseria.

Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo.

Es la necesidad lo que nos hace gritar:

“¡A las armas!”.

Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino costosos y se bebía a la salud de los bandidos del orden…

¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís!

¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!”.

II. Huelga General en Seattle en 1919

Entre el 6 y el 11 de febrero de 1919, 65.000 trabajadores en huelga tomaron la ciudad de Seattle. Los paros habían comenzado en el astillero, de las reivindicaciones laborales pronto pasaron a las políticas: la solidaridad arrastró a los obreros del resto de las empresas.

Se formó un Comité de Huelga que, a decir de los historiadores actuaba como “un contragobierno en la ciudad”, añadiendo que “hasta los sindicalistas más conservadores apoyaban la revolución bolchevique y se oponían a la intervención norteamericana en contra de ella”.

Los trabajadores de diversos gremios se organizaron para prestar los servicios esenciales: los conductores del servicio de recogida de basura, los bomberos, los trabajadores de las lavanderías de los hospitales… Se organizaron 21 comedores públicos que daban más de 30.000 comidas al día.

El gobierno envió tropas federales que, junto a la Guardia Nacional, la policía local y 2.400 alguaciles ocuparon la ciudad el 7 de febrero. Pero las tropas no lograron por sí solas someter a los trabajadores. Fueron los comités ejecutivos de los sindicatos afiliados a la AFL quienes ejercieron todo tipo de presiones para acabar con el movimiento huelguístico que finalizó días más tarde.

Sin embargo, el apoyo a la revolución rusa por parte de los trabajadores continuó. En otoño de ese mismo año, los estibadores se negaron a cargar armas destinadas a la agresión contra Rusia.

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