Información Obrera nº381. Editorial
Las elecciones municipales, y las autonómicas que se celebran en 12 de las 17 comunidades autónomas, monopolizan la atención de la política oficial y de los medios de comunicación. Para muchos son un ensayo de las elecciones generales que tendrán lugar antes de fin de año. Es posible, pero lo importante es analizar, desde el punto de vista de los intereses de los trabajadores y de los pueblos, que es siempre nuestro punto de partida, lo que está en juego.
El Gobierno y su presidente Pedro Sánchez confirman con su actividad la profunda relación que existe entre la política internacional y nacional. Sánchez inicia su campaña electoral con su visita a Biden, en la que reitera su compromiso belicista en todos los terrenos, que se manifiesta con su compra de armas a las multinacionales norteamericanas, la ampliación de la presencia de buques de guerra de los EE.UU. en la base de Rota -decidida sin consultar ni informar al Parlamento-, con su participación en el suministro de armas que alimenta la guerra de Ucrania a costa de la destrucción de ese país, y la muerte de cientos de miles de jóvenes ucranianos y rusos, con desmesurado aumento del gasto militar.
La sumisión a los dictados y las necesidades del imperialismo dominante se extiende a todos los terrenos. Véase el caso del acuerdo para que España sea lugar de recepción de inmigrantes latinoamericanos rechazados como perros en el muro de la frontera construido por Obama, ampliado por Trump y mantenido y reforzado por Biden. Todo un ejemplo de la defensa de los valores de democracia y respeto de los derechos humanos. Y una paradoja: España que levanta muros cada vez más altos y más blindados para rechazar a los emigrantes en Ceuta y Melilla, se ofrece a recoger a los que no quieren los Estados Unidos.
Y a ello se corresponde su política nacional. Un plan de la vivienda, sin viviendas y el apoyo abierto a un acuerdo salarial que hace perder poder adquisitivo a los salarios (ver análisis en páginas interiores). No se trata aquí de hacer la larga lista de agravios, pero hay una ley de la historia que se cumple una y otra vez: difícilmente se puede vencer a la derecha con las armas de la derecha.
Para millones de ciudadanos, de trabajadores, jóvenes, pensionistas, lo que se echa a faltar es una oferta electoral que corresponda a sus necesidades, Y no son pocos los que resienten esta “orfandad electoral”. Esos posibles abstencionistas a quienes no se tardará en echar la culpa de los bajos resultados de las “opciones de izquierda” en algunos lugares.
Casi cuatro años de gobierno de coalición han puesto de manifiesto las debilidades de la oferta de gobernar desde la sumisión a la Unión Europea y la OTAN. Y desde el respeto a las instituciones de la Monarquía, a su poder judicial, sus cuerpos policiales (que se han manifestado una y otra vez en contra de toda modificación de la Ley Mordaza). Años de “ayuntamientos del cambio” han puesto de manifiesto las mismas limitaciones. Sufrimos la experiencia de recortes en la sanidad y de movilizaciones de los médicos y el resto del personal en todos y cada uno de los servicios de salud autonómicos, sean del signo político que sean quienes los gobiernan.
Con la que está cayendo sobre la población trabajadora, es lícito preguntarse ¿quién defiende las reivindicaciones elementales? ¿Quién defiende un cambio real y profundo? ¿Quién va a derogar las reformas laborales y la Ley Mordaza? ¿Quién va a poner fin a los privilegios de la Iglesia católica? ¿Quién defiende la República, contra las instituciones heredadas del franquismo? ¿Quién se pronuncia por salir de la OTAN o de la Unión Europea? ¿Quién rechaza la “economía de guerra”, y los planes de ajuste que son su consecuencia?
Sin duda, hay que hacer frente a la derecha y la extrema derecha. Pero la contradicción está ahí: millones de electores no están representados. Votarán o no (muchas veces como mal menor). Es cierto que, en múltiples casos, a nivel local, distinguimos candidatos que se ponen a la cabeza de las exigencias de la población y que serán sin duda un punto de apoyo para construir los instrumentos políticos adecuados para hacer frente a la guerra, y los colosales gastos militares, a la inflación, a la privatización de los servicios públicos, al mantenimiento de la legislación represiva con la Ley Mordaza a la cabeza.
Desde nuestro punto de vista la tarea más urgente es agrupar fuerzas en torno a las reivindicaciones más sentidas, combatir en las organizaciones, particularmente los sindicatos, en este sentido, creando instrumentos para unir fuerzas hacia un movimiento político de ruptura con el régimen monárquico que los trabajadores y los pueblos necesitan.