La Ministra de Sumar Mónica García no cuestiona la “sanidad privada”

Comparecencia de la ministra de Sanidad Mónica García

Con la sanidad privada no tengo ninguna disputa”, afirma la ministra de sanidad de Sumar/Más Madrid, Mónica García. Después, como señala el siguiente artículo, intentó explicar exactamente a qué se refería, pero hizo trampas tratando de esconder su “progresismo” descafeinado.

Pablo Echenique. Diario.red

“Con la sanidad privada no tengo ninguna disputa”, afirma la ministra de sanidad de Sumar/Más Madrid, Mónica García, en una entrevista que se publicó el 29 de julio.

A continuación, hace un razonamiento cuyo núcleo vendría a ser que ella no tiene problemas con el hecho de que existan empresas privadas que proporcionen servicios sanitarios a aquellos que pueden pagarlo, sino que ella con lo que tiene un problema es con que esas empresas hagan beneficios de forma injustificada con cargo al erario público a través de la prestación de servicios parcial o totalmente externalizados al sistema nacional de salud.

Colocándose en una de esas famosas posiciones ‘transversales’ —ni libre mercado sanitario ni sanidad pública, ni pa ti ni pa mí, empate—, García viene a trasladarnos que no pasa nada por que Sanitas o DKV ofrezcan servicios sanitarios previo pago siempre y cuando las empresas que son contratadas por la sanidad pública para prestar servicios en el sistema gratuito no le cobren al Estado de más. En otras intervenciones lo ha explicado todavía de forma más explícita: ella ni siquiera se opone al concepto de privatización siempre y cuando esta privatización se lleve a cabo a un coste económico “justo” para el Estado.

Incluso suponiendo que fuéramos capaces de obligar a que todos los contratos de externalización se hicieran, efectivamente, a un coste no excesivo, aunque fuéramos capaces de evitar la corrupción —de baja o alta intensidad— en un negocio que mueve miles de millones de euros de dinero público cada año, todavía persistirían importantes trampas en el razonamiento de la ministra.

La primera es muy fácil de enunciar sin más que hacernos una sencilla pregunta: entonces, ¿de dónde sale el beneficio empresarial de las empresas concesionarias? La única forma de que una empresa privada pueda prestar el mismo servicio que la sanidad pública a un coste equivalente y, a la vez, obtener un beneficio empresarial es que, o bien sea capaz de reducir el gasto mediante prácticas como el empeoramiento de los derechos laborales de los profesionales sanitarios o la evasión fiscal, o bien la ministra nos esté queriendo decir que la sanidad pública es ineficiente y gasta más que la privada para hacer lo mismo.

Y esta trampa ni siquiera es la más grave de todas. Con el razonamiento de Mónica García, se soslaya por completo un elemento fundamental: el hecho de que las empresas que prestan servicios privados a la ciudadanía y las empresas que reciben concesiones de servicio por parte del Estado cuando hay privatización son las mismas. Esto es muy importante porque, así, son capaces de obtener beneficios a costa de la salud de los españoles por dos vías que se retroalimentan:

  1. Por un lado, si son capaces de aumentar su margen de beneficio en las concesiones de externalización, obviamente lo van a hacer.
  2. Por otro lado, además de buscar vías como la precarización del personal o la evasión fiscal para aumentar sus márgenes, también tienen otra vía muy rentable para hacerlo: degradar la calidad del servicio. Esto supone una doble ganancia porque no solamente aumentan así el margen de beneficio sino que, además, deterioran la sanidad pública empujando a la gente hacia los seguros privados que, como hemos dicho, ellas mismas comercializan. Es una dinámica que cualquier experto en sanidad conoce perfectamente: en los lugares donde la sanidad pública está más deteriorada y más privatizada —como en Madrid— es también donde hay un mayor gasto de las familias en la sanidad privada. El círculo vicioso es muy conocido y conscientemente utilizado por la derecha política en colaboración con las grandes empresas de la sanidad privada. No es un secreto para nadie.

Por todo ello, la única manera de proteger a la sanidad pública es prohibir por completo su privatización —sin hacer espurias argumentaciones sobre el coste de los contratos— y aumentar la inversión en ella. Por todo ello también, lo que dice Mónica García es trampa. Y por eso los grandes buitres de la sanidad privada no están en absoluto preocupados por ella; porque saben perfectamente que no le va a tocar ni un pelo a su modelo depredador de negocio con nuestra salud.

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