El pasado viernes 20 de diciembre, una parte del Gobierno de coalición y los sindicatos UGT y CCOO alcanzaron un acuerdo con el que se pretende aplicar en el Estado español la jornada laboral de 37,5 horas (tras su paso por el Consejo de Ministros y la posterior aprobación en el Congreso de los Diputados). Este acuerdo, importante sin duda para la clase trabajadora en su conjunto, presenta, como suele ocurrir con las medidas del gobierno más “progresista” de nuestra historia, bastante “letra pequeña”…
El 20 de diciembre se ha firmado el acuerdo social entre la Ministra de Trabajo y Economía Social y Vicepresidenta Segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, y los secretarios generales de CCOO y de UGT, Unai Sordo y Pepe Álvarez,sobre la reducción de la jornada laboral. El acuerdo pone fin a una larga negociación tripartita de la que se ha descolgado la asociación empresarial CEOE-CEPYME y que tampoco acepta la parte socialista del gobierno de coalición, a lo que hay que añadir otros aspectos igualmente limitantes o imposibilitantes del cumplimiento del acuerdo.
Porque, por un lado, este acuerdo no modifica de raíz los grandes incumplimientos de España con respecto a las normas de la OIT sobre Jornada laboral, tal como explica por ejemplo Antonio Seoane.
Unos incumplimientos (hasta diez especifica su análisis) que resultan aún más graves considerando que la OIT, desde su fundación, ha sido una organización especialmente moderada que siempre ha intentado proponer condiciones de trabajo asumibles por todas las partes.
Y, por otro lado, como plantea por ejemplo la Confederal de la CGT, este acuerdo se ha producido tarde y resulta insuficiente y de dudosa aplicabilidad. Veamos.
Llega tarde, porque los trabajadores y trabajadoras del Estado español llevan más de 40 años con la jornada laboral de 40 horas, y más de 100 años con las 8 horas diarias, que fueron conseguidas en 1919 con la huelga de La Canadiense. A lo que hay que añadir que, incluso si llegara a aplicarse finalmente esta reducción de media hora en la jornada laboral tipo, España aun seguiría alejada de la menor duración de jornada laboral que ya existe en gran parte de los Estados de la Unión Europea.
Es insuficiente, como señala la CGT, porque en las últimas décadas, con el avance de las nuevas tecnologías añadido a la situación laboral y social actual, la reducción de la jornada laboral de 2,5 horas semanales se queda bastante corta. Primero, porque, pese a las diferentes situaciones que han ido sucediéndose en los últimos años (pandemia, guerras, crisis, catástrofes naturales…), los beneficios de la patronal han ido aumentando, año tras año, de manera notoria. En segundo lugar, porque para afrontar la realidad existente en la clase trabajadora en ámbitos tan importantes como la conciliación laboral, la salud laboral o la incidencia del trabajo en la salud mental; es necesario que la reducción de jornada sea mucho más amplia para que pueda afectar la vida cotidiana del trabajador. La reducción acordada tampoco permite conciliar la vida laboral, personal y familiar ni facilita que las personas puedan dejar de vivir por y para trabajar durante gran parte de la semana; ni impulsa el fin de la brecha de género existente, no solo en el ámbito laboral, sino también en el ámbito familiar, sobre todo en lo que a los cuidados se refiere.
Es de aplicación efectiva dudosa porque, aun consiguiendo sortear los obstáculos para su aprobación parlamentaria y entrada en vigor durante 2025, recibiría un previsible bloqueo desde la patronal (ya anunciado), en connivencia con las administraciones públicas y el sistema judicial, el mismo que por lo común viene facilitando sanciones mínimas al empresariado que incumpla la legislación.
Además de que todos y todas sabemos que hay sectores en los que no se cumple con lo establecido en cuanto a la duración de la jornada laboral… ¿Qué van a hacer con esos sectores? ¿Van a seguir mirando hacia otro lado como han hecho hasta ahora? ¿Y qué pasa con las miles de horas extraordinarias y complementarias que se obligan a hacer cada día?.
Sin duda, la reducción de la jornada laboral sigue siendo hoy más necesaria que nunca, pero, además de plantearse de un manera mucho más amplia y contundente para llegar a satisfacer los convenios internacionales y europeos en esta materia, también debería venir acompañada de una mejora de las condiciones laborales, de una mejor protección de nuestros derechos laborales, de una mayor protección de la salud laboral, tanto mental como física, y de una mejora de nuestros salarios.
Porque es insuficiente trabajar menos horas si el salario que recibes no te permite llegar a final de mes dignamente. Porque es insuficiente que se reduzca la jornada laboral si sigue habiendo miles de puestos de trabajo que dañan nuestra salud física y mental. Porque es insuficiente trabajar menos y que sigan sin trabajar todas y todos, porque es insuficiente trabajar menos horas y seguir viendo como la jubilación se retrasa más y más (66 años y 8 meses a partir del 1 de enero de 2025) y en la cual vas a percibir una pensión con la que no vas a llegar a final de mes dignamente.
En definitiva, es insuficiente llevar a cabo una pequeña medida cuando lo que realmente hace falta son muchas medidas que hagan recuperar a la clase trabajadora tanto los derechos como el poder adquisitivo perdido en las últimas décadas.
Unas exigencias que solo pueden conseguirse fuera de la mesa de negociación, mediante la movilización sostenida y consciente de los trabajadores y trabajadoras junto con sus sindicatos de clase. Esta sigue siendo la cuestión.