Marc Wells. Wsws.org
Los recientes incendios forestales en Los Ángeles han dejado un rastro de devastación, reduciendo barrios enteros a cenizas y consumiendo miles de hectáreas. Más de 15.000 estructuras, incluyendo hogares, escuelas y negocios, fueron destruidas, con muchas más gravemente dañadas. Decenas de miles de personas fueron obligadas a evacuar con poco aviso, ya que los fuertes vientos y las condiciones secas avivaron los incendios. Docenas perdieron la vida, muchas sufrieron heridas, y el costo económico se estima en cientos de miles de millones.
La cuestión de la reconstrucción es profundamente política. Con inversores y firmas de capital privado rondando como buitres, la cuestión clave es: ¿quién controlará el proceso de reconstrucción: la clase capitalista, impulsada por el lucro, o la clase trabajadora, actuando en interés de la sociedad?
El cambio climático, que empeora día a día debido a los mismos intereses corporativos que dictan el desarrollo urbano, está amplificando los riesgos de incendios forestales. Al mismo tiempo, décadas de planificación urbana basada en las ganancias y el abandono de medidas preventivas contra incendios han dejado a las comunidades indefensas.
Ingenieros y científicos urbanos han desarrollado desde hace tiempo métodos para mitigar los riesgos de los incendios forestales. Una planificación adecuada y una ingeniería moderna podrían haber reducido significativamente la devastación, pero tales medidas son sistemáticamente ignoradas bajo el capitalismo, donde las ganancias tienen prioridad sobre la seguridad pública.
Crear cortafuegos, espacios abiertos y amplios sin materiales inflamables, puede ralentizar o incluso detener el avance de un incendio forestal. Cinturones verdes compuestos por vegetación resistente al fuego y parques estratégicamente ubicados podrían servir tanto como espacios recreativos como barreras cruciales durante emergencias de incendio.
Además, estrictas leyes de zonificación podrían asegurar que las áreas residenciales no se construyan demasiado cerca de zonas de alto riesgo de incendio forestal. Los desarrolladores suelen presionar contra estas regulaciones, ya que construir en áreas escénicas y propensas a incendios, como colinas o regiones boscosas, aumenta los valores de las propiedades y las ganancias.
Materiales resistentes al fuego, como techos de metal o tejas de arcilla, y revestimientos exteriores no inflamables podrían reducir significativamente los daños estructurales. Los recubrimientos intumescentes (que se expanden al exponerse al calor) pueden proteger aún más los edificios contra el fuego.
La tecnología moderna también ofrece herramientas poderosas para la detección temprana de incendios y la supresión rápida. Redes de sensores habilitados por IoT (Internet de las cosas) pueden detectar calor, humo y gas, proporcionando datos en tiempo real a los departamentos de bomberos para una respuesta más rápida. Sistemas de supresión automática de incendios, como avanzados sistemas de rociadores, podrían proteger estructuras individuales y ralentizar la propagación del fuego en los barrios. Si bien estos sistemas ya se utilizan en propiedades comerciales de alto valor, siguen siendo raros en desarrollos residenciales, especialmente en áreas de clase trabajadora.
Gestionar la vegetación inflamable alrededor de las áreas urbanas es otra estrategia comprobada para reducir los riesgos de incendios forestales. Quemaduras controladas regulares y la limpieza del matorral seco podrían reducir significativamente la carga de combustible que impulsa los incendios intensos. De manera similar, enterrar las líneas eléctricas podría evitar que la obsoleta infraestructura de servicios públicos inicie incendios, una causa conocida de varios incendios forestales en California.
Como se evidenció en los incendios recientes, los fuertes vientos exacerban los riesgos, propagando las llamas rápidamente. Barreras contra el viento, compuestas por filas estratégicamente plantadas de árboles y arbustos resistentes al fuego, pueden reducir la velocidad del viento y su intensidad. Asimismo, diseñar áreas urbanas con características resistentes al viento, como formas aerodinámicas y materiales reforzados, puede mitigar los daños estructurales y limitar la dispersión de brasas. Invertir en avanzados sistemas de monitoreo meteorológico también podría mejorar la predicción de vientos y, con ello, la preparación para combatir los incendios.
Estas medidas básicas para salvar vidas son completamente factibles, pero requieren una inversión pública masiva. En cambio, las prioridades de la clase dominante aseguran que los recursos sean desviados hacia la guerra, los rescates corporativos y la represión policial, mientras que la infraestructura crítica se deja en el abandono.
Los desarrolladores inmobiliarios se oponen a las regulaciones de zonificación que restringirían la construcción en áreas propensas a incendios, ya que dichas leyes amenazan sus ganancias. Para maximizar beneficios, los constructores suelen recortar gastos durante la construcción, utilizando materiales más baratos e inflamables en lugar de alternativas más costosas y resistentes al fuego.
Compañías de servicios públicos como PG&E y Southern California Edison han pospuesto deliberadamente actualizaciones necesarias, incluso cuando sus líneas eléctricas defectuosas encienden algunos de los incendios más devastadores en California. En lugar de invertir en líneas subterráneas o modernizar la infraestructura, continúan desviar miles de millones hacia dividendos accionarios y bonos ejecutivos.
Esta negligencia deliberada refleja una microcosmos de una crisis social más amplia: un sistema capitalista que prioriza la acumulación de riqueza privada sobre las vidas humanas. La misma oligarquía financiera que se opone a los esfuerzos de prevención de incendios gasta billones en guerras y expansión militar mientras permite que la infraestructura social—vivienda, salud pública y servicios básicos—se deteriore.
La solución radica en reorientar el desarrollo urbano para priorizar la seguridad humana y la resiliencia ambiental en lugar del lucro privado. Esto requiere necesariamente un enfoque socialista para la planificación urbana, donde las decisiones se tomen colectivamente y guiadas por las necesidades de la sociedad, en lugar de por los intereses de la élite adinerada. Una respuesta socialista incluiría:
- Las compañías de servicios públicos deben ser de propiedad pública y dirigidas para priorizar actualizaciones orientadas a la seguridad, como líneas eléctricas subterráneas, manejo integral de la vegetación y suministro adecuado de presión de agua.
- Las leyes de zonificación y códigos de construcción deben exigir construcciones resistentes al fuego y prohibir el desarrollo en áreas de alto riesgo.
- Miles de millones deben ser destinados a medidas comunitarias de prevención de incendios, incluyendo cortafuegos, quemas controladas, sistemas de detección habilitados por IoT y barreras contra el viento.
- Residentes y trabajadores deben participar en el proceso de planificación, con iniciativas educativas que enseñen seguridad contra incendios y preparación. Esto asegura que las medidas de prevención sean efectivas y cuenten con el apoyo del público.
- Los efectos cada vez peores del cambio climático, como las sequías prolongadas, temperaturas más altas y patrones de viento erráticos, están amplificando los desafíos del manejo de incendios forestales. Abordar estas causas subyacentes a través de una acción climática agresiva y genuinamente internacional es esencial. Esto incluye reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, hacer la transición hacia energías renovables e implementar grandes proyectos de reforestación para mitigar los efectos del calentamiento del planeta.
Los incendios en Los Ángeles han expuesto el catastrófico fracaso de un sistema que subordina cada aspecto de la vida al lucro privado. En lugar de invertir en prevención crítica contra incendios y mejoras de infraestructura, gobiernos sucesivos—tanto demócratas como republicanos—han priorizado el enriquecimiento de la élite financiera, el fortalecimiento militar y los rescates corporativos a expensas de la seguridad pública.
Los recursos existen, pero son acaparados por una pequeña oligarquía que ha acumulado niveles obscenos de riqueza mientras las necesidades sociales quedan insatisfechas. La expropiación de los multimillonarios y la redirección de los billones dilapidados en guerras y especulación financiera son esenciales para cualquier esfuerzo serio de reconstrucción.
El Partido Demócrata, que domina la política de California, no tiene respuesta para esta crisis. Ha presidido décadas de desregulación, recortes fiscales corporativos y el sistemático desfinanciamiento de los servicios públicos, sin hacer nada para abordar el cambio climático. Mientras tanto, Trump y su administración de incendiarios sociales están comprometidos con el desmantelamiento masivo de las protecciones ambientales, promoviendo políticas que intensifican el cambio climático y lanzando un ataque fascista contra la clase trabajadora, inmigrantes y derechos democráticos.
La lucha por una solución racional a las causas subyacentes de los incendios en Los Ángeles es una cuestión de clase y una cuestión revolucionaria.
Además, la construcción y reconstrucción de la ciudad requiere no solo recursos materiales, sino también la labor de decenas de miles de trabajadores, muchos de los cuales son inmigrantes, los mismos trabajadores que están siendo blanco de deportaciones masivas. El ataque contra los trabajadores inmigrantes, que constituyen el 41 por ciento de la fuerza laboral de la construcción, es un ataque contra toda la clase trabajadora, destinado a reducir salarios y desmantelar cualquier resistencia organizada contra la dictadura del capital.
No hay solución a estos problemas dentro del marco de una sola ciudad, estado o incluso un país. Las condiciones que produjeron este desastre—el cambio climático, la negligencia corporativa y la subordinación de todos los aspectos de la vida a las demandas del mercado—son globales en su carácter. La única solución real radica en la reorganización de la sociedad mundial para satisfacer las necesidades sociales, no las ganancias privadas, a través de la lucha política consciente de la clase trabajadora internacional.
Nada menos que la expropiación de la oligarquía financiera y la reorganización de la sociedad sobre bases socialistas puede proporcionar los recursos y la coordinación necesarios para proteger a las comunidades trabajadoras del desastre. La tragedia en Los Ángeles es una advertencia de lo que está por venir si no se derroca el sistema capitalista.