Este domingo 3 de noviembre, multitud de vecinos y voluntarios han increpado y lanzado objetos al rey Felipe VI y la reina Letizia, al presidente del Gobierno Pedro Sánchez y al presidente de la Generalitat Valenciana Carlos Mazón, durante su visita a Paiporta, una de las poblaciones más afectadas por la DANA. La Policía y la Guardia Civil han tenido que intervenir para proteger a la comitiva de la ira de los vecinos. Y la visita que estaba previsto hacer a otra localidad se ha suspendido.
Una Orden de la Generalitat Valenciana publicada el sábado día 2 de noviembre, con efectos a partir de las 00 horas del domingo 3, estableció que ese día tan solo 2.000 de los miles y miles de voluntarios que suelen acudir a las zonas inundadas NO podrían ir a estas zonas de l’Horta Sud y que a once municipios no podría acceder ninguno, como en particular a Paiporta. La justificación de estas prohibiciones se basaba en la situación meteorológica adversa y posibles nuevas lluvias intensas sobre tales demarcaciones territoriales. Pero el motivo real -pensamos muchos- fue, seguramente, la visita prevista a Paiporta (y luego a Chiva) del rey, acompañado por los presidentes del gobierno del estado y de la Generalitat Valenciana.
De este modo, el domingo al mediodía, la comitiva real y presidentes institucionales llegaron a Paiporta, escoltados por 90 coches de policía y con el ejército limpiando la zona por la que iban a pasar para garantizar que pudieran hacerse la foto buscada. Su sorpresa fue que se encontraron con el rechazo de las y los vecinos del pueblo y de los voluntarios que habían logrado llegar a la zona (saltándose incluso la orden de la Generalitat). Al pasar la comitiva institucional, muchos les increparon y lanzaron puñadas de barro, como mejor forma de mostrarles su indignación ante la inacción de los gobiernos durante los días anteriores (las inundaciones fueron el martes 29 de octubre) y la impostura de la Casa Real, cuya visita no solo no ayudaba a las labores de los voluntarios, sino que las obstaculizaba, suponiendo un coste de dinero público que sería mucho más necesario para paliar la situación catastrófica de los municipios afectados.
Como señalan sólo algunos medios de comunicación, bajo gritos de “asesinos”, “hijos de puta”, “fuera” y “Pedro Sánchez, ¿dónde estás?”, cientos de vecinos y voluntarios, pertechados con mascarillas y material de limpieza, rompieron la comitiva que estaba protegida por un fuerte dispositivo de seguridad con unidades a caballo. Protección que no impidió que algunas pellas de barro impactaran en la reina y que el presidente de Gobierno Sánchez recibiera un maderazo en la espalda.
Respuestas más que justificadas ante este intento de “cierre de filas” entre la Monarquía, el gobierno central y el de la Generalitat para hacer frente a una crisis de la que son absolutos responsables y que les cuestiona profundamente, tanto por la negligencia mostrada a la hora de evitar esta catástrofe como por la incapacidad de tomar medidas urgentes que pudieran paliar sus peores efectos, como serían por ejemplo la suspensión del pago de hipotecas y alquileres, la garantía de permisos laborales retribuidos, el refuerzo a todos los servicios civiles de emergencia y que los pisos y hoteles vacíos puedan ponerse al servicio del realojamiento de vecinos y voluntarios. En lugar de eso, la “coordinación” entre administraciones se sigue dando en clave de refuerzo militar de la zona, donde hoy estaba prevista la llegada de 5.000 nuevos efectivos.
La catástrofe requiere un cuestionamiento al gobierno de Mazón y su inmediata dimisión, pero también un señalamiento al gobierno central. En este contexto, lo último que hace falta es que la Casa Real, una institución medieval y reaccionaria, se pasee para hacerse la foto, entorpeciendo las tareas de búsqueda, rescate y limpieza. Hay que depurar las responsabilidades políticas y patronales de este crimen social capitalista. Es necesaria la conformación de una comisión de investigación independiente, encabezada por los propios afectados, junto a las organizaciones de trabajadores y profesionales, que esclarezca todas estas responsabilidades y las sancione.
La inmensa solidaridad que se está expresando estos días no puede quedar en manos de los mismos sectores políticos responsables de esta catástrofe con el Ejército, ni tampoco en las de la extrema derecha, que pretenden dividir a la clase trabajadora, culpando a sus sectores más desfavorecidos, pero que sin embargo están dando un ejemplo de solidaridad como los migrantes. Es necesario organizar y coordinar la solidaridad desde abajo y en forma autoorganizada, desde los sindicatos, en especial las organizaciones del sindicalismo combativo, y los movimientos sociales, de manera independiente del Estado.