David Rodríguez (*). Insurgente.org
El País Valencià está viviendo uno de los momentos más trágicos de su historia reciente tras el paso de la destructora DANA que se ha cobrado la vida de cientos de personas y ha dejado a miles de familias sin vivienda y sin acceso a los medios básicos de vida, bajo la sensación de abandono institucional. Ante este tipo de catástrofes naturales, el papel de las administraciones públicas es fundamental para minimizar los daños humanos y económicos, no solamente en la previsión y prevención en la fase de alerta, sino también en la atención directa a las víctimas durante y una vez finalizado el fenómeno meterológico.
En el caso de Valencia, epicentro de esta última DANA (aunque también ha afectado terriblemente a varias comunidades autónomas más), se ha evidenciado una cruda realidad: la negligencia absoluta en la fundamental fase preventiva y la incompetencia de las instituciones (autonómicas y estatales) para la atención y reconstruccion posterior. A todo ello se añade la inexistencia de un sistema fuerte y consolidado de protección civil con servicios especializados de atención a las víctimas, a pesar del desarrollo social y económico del país.
A esta inacción, descoordinación y falta de recursos se unieron las presiones realizadas por parte de las empresas a los trabajadores y las trabajadoras para acudir a los centros de trabajo a riesgo de su vida mientras la DANA estaba en pleno desarrollo, y las declaraciones insensibles de responsables políticos dirigidas a las familias de las víctimas mortales. Todo ello ha generado un ambiente de impotencia en la población y ha agravado las terribles consecuencias de la DANA, que tras los primeros días dejó una estampa apocalíptica.
Toda esta situación ha dejado al descubierto las politicas neoliberales que vacían las administraciones de recursos públicos y que privatizan aquello que da negocio. Ya son numerosas las voces que están exigiendo la dimisión del President de la Generalitat Valenciana Carlos Mazón (PP) y su equipo responsables por la mala gestión y la falta de atención, en un claro abandono de sus funciones como gestores públicos. ¿Cuántas vidas se habrían podido salvar si se hubieran activado las alertas a tiempo cuando se dieron las informaciones pertinentes por las instancias competentes? ¿Qué hubiera pasado si se hubiera actuado pensando en proteger a las personas aunque la economía de algunas empresas se parase unos días? ¿Por qué no se está actuando con todos los medios posibles propios y del Estado en lugar de hacer política de la tragedia entre administraciones? Se trata, en definitiva, de un modelo fallido producto de décadas de políticas económicas neoliberales en Europa que ha construido una élite política ajena a las necesidades de la mayoría social. En cuaquier circunstancia, deberán depurarse las responsabilidades políticas y penales correspondientes.
Una ola de solidaridad: solo el pueblo organizado salva al pueblo abandonado
Este vacío de poder ha sido cubierto por una movilización popular, en unos casos organizada por la sociedad civil y en otros más espontánea, que se ha convertido en un huracán de solidaridad mostrando el lado más empático y combativo del pueblo valenciano. Posteriormente, las administraciones han tratado de organizar este impulso solidario junto a la intervención pública que llegaba a cuenta gotas tanto de la Generalitat como del Estado, pero también ha generado grandes tensiones y contradicciones en su gestión, con medidas contradictorias y muy criticadas por el voluntariado como fue limitar el acceso a las poblaciones afectadas cuando las autoridades visitaban la zona cero, o enviarles a la limpiar empresas y centros comerciales mientras la población seguía desantendida y con necesidades urgentes de limpieza de casas y calles, de alimentación y agua, entre otras.
La Defensa Civil en Cuba: un modelo de protección civil del que aprender
Un modelo de actuación ante los fenómenos naturales devastadores completamente distinto es el Sistema de la Defensa Civil Cubano, no solo por su concepción y su estructura, centrado en proteger la vida antes que cualquier otra cosa, sino también por su gran solvencia y experiencia debido al paso frecuente de huracanes por la isla y a la solidaridad internacional que presta a otros países que sufren estos fenómenos devastadores.
El Sistema de Defensa Civil Cubano está integrado por todas las fuerzas y recursos de la sociedad y del Estado, con la función de proteger a las personas y sus bienes, la infraestructura social, la economía y los recursos naturales de los peligros de desastres, de las consecuencias del cambio climático y de la guerra. Está organizada en todo el territorio y se encarga de la organización y planificación de las acciones que comprende el ciclo de reducción de desastre.
Este Sistema, incipiente en los primeros años de la Revolución Cubana, estructurado en la década de 1970 y mejorado con los años, tiene una gran pericia y experiencia para atender a la población, con un diseño de prevención (mitigación, manejo de eventos adversos divididos en una preparación y una alerta en varias fases) y de respuesta para la recuperación (tanto de rehabilitación como de reconstrucción).
Cuando se conoce la posibilidad de que se genere un fenómeno natural destructivo, la población recibe por todos los canales de comunicación una información detallada de la evolución de dicho evento metoreológico, así como se activa toda la sociedad civil para evitar daños mayores. En este sentido, se movilizan todos los recursos para evacuar a personas que residen en zonas vulnerables, se habilitan albergues, se resguarda el ganado, se protegen los bienes económicos, con la implicación de las autoridades administrativas municipales y provinciales, del ejército, de las organizaciones de masas como los CDR y la FMC, entre otras medidas.
Cuba aprobó en 2017 el Plan Estatal para el enfrentamiento al Cambio Climático, conocido como ‘Tarea Vida’, sustentado sobre una base científica multidisciplinaria, que da prioridad a 73 de los 168 municipios cubanos, 63 de ellos en zonas costeras y otros 10 en el interior del territorio, y que contempla cinco acciones estratégicas y once tareas dirigidas a contrarrestar las afectaciones en las zonas vulnerables.
Además, el país entero se prepara a través de un ejercicio llamado “Meteoro” que se realiza todos los años en la antesala de la época ciclónica para formar y entrenar a la población ante este tipo de acontecimientos devastadores.
Otro factor fundamental es la solidaridad vecinal y las brigadas de trabajadores y trabajadoras que se desplazan para apoyar la reconstrucción del sistema eléctrico, envío de enseres, alimentos. Incluso brigadas culturales se desplazan a las zonas afectadas para mostrar su apoyo espiritual y combatir la desesperanza. Esta solidaridad es un valor trabajado desde los inicios del triunfo de la Revolución que ha formado una sociedad empática que comparte lo que tiene, y que lo expresa en su resistencia diaria frente al bloqueo, así como ante cualquier catástrofe colectiva o problema individual, con una larga experiencia que evita dejar a nadie desamparado. El último ejemplo se ha podido observar con el paso del huracán Oscar por el oriente del país caribeño hace tan solo unas semanas, que además se produjo en un contexto difícil de apagón total, con una crisis económica severa tras un bloqueo de décadas y recrudecido desde la pandemia para acá. El ciclón provocó múltiples daños materiales e incluso en esta ocasión hubo que lamentar 8 víctimas mortales. Pero las autoridades, encabezadas por el presidente del país y los dirigentes de la provincia y los municipios afectados, están desde el primer día en la zona y coordinando las acciones con la máxima prioridad.
Por otro lado, Cuba es reconocida mundialmente por su solidaridad internacional, especialmente en materia de salud. Posee una brigada especializada para actuar ante catástrofes naturales llamada Henry Reeve que ha demostrado su empeño y eficacia en epidemias como la del Ébola o pandamias como la del COVID19, o ante terremotos y huracanes por casi 20 años.
Cuba y la solidaridad
Las máximas autoridades de Cuba, encabezadas por su presidente Miguel Mario Díaz-Canel y el canciller Bruno Rodríguez, han mostrado públicamente y desde el primer momento su solidaridad con las personas afectadas por catástrofe provocada por la DANA en el estado español, con València en el epicentro. Son centenares los mensajes de apoyo que llegan desde la isla preocupándose por cómo está la población y cómo pueden ayudar. Son muestras sinceras que se hacen desde el conocimiento de causa tras una larga experiencia de vivencias ante huracanes.
En València y en las poblaciones del área metropolitana residen miles de cubanos y cubanas. Son centenares quienes han padecido los efectos de la DANA en primera persona (hasta la fecha sin tener que lamentar ninguna víctima) y están mostrando activamente su solidaridad junto al pueblo valenciano. Según expresaba en la red social X el Cónsul General de Cuba en Barcelona, Alejandro Castro Medina, quien atiende también el País Valencià, “le estamos trasladando que la Patria los contempla orgullosa por la solidaridad que están brindando a sus vecinos valencianos“.
Por su parte, las asociaciones de solidaridad con Cuba están acostumbradas a realizar trabajo voluntario para enviar contenedores de donaciones materiales para acompañar a Cuba en su resistencia frente al bloqueo de EEUU. Existe una red de asociaciones que coordina esfuerzos ingentes para financiar el flete, solicitar y gestionar las donaciones a instituciones y particulares, inventariar y preparar el material que luego se carga y se manda por vía marítima. Esa misma red se sumó a la respuesta ciudadana ante el COVID 19, y ahora ante el paso destructor de la DANA, también está ofreciendo sus manos y sus escasos recursos para el bien común, incluso poniendo a disposición materiales de donación previstos para enviar a Cuba y participando en el voluntariado.
Cuba vive cada día una DANA llamado bloqueo pero resiste, es solidaria y avanza
Este momento es una llamada a repensar nuestras prioridades y a colocar la vida y el bienestar de las personas por encima de cualquier otro interés. Son situaciones dramáticas que nos tiene que hacer aprender. Si Cuba es capaz de diseñar y aplicar una política coherente con la emergencia climática y ante las previsibles catástrofes naturales con resultados constatables mientras sufre las consecuencias de un bloqueo económico que lastra su desarrollo y afecta al pueblo en su día a día, ¿qué se podría hacer por parte de otros gobiernos del llamado primer mundo, con economías desarrolladas y sin bloqueo?.
Parece que no interesa que se conozca el ejemplo de la Cuba solidaria, todo un referente en la lucha contra las catástrofes, con una política transversal y de Estado, asumida como una tarea en defensa de una vida digna para el pueblo cubano. Pero también podría serlo para toda la Humanidad. ¿Cuántas muertes se hubieran podido evitar con la presencia de especialistas cubanos en materia de prevención y atención ante catástrofes, por ejemplo, en el enfrentamiento de la COVID19 en 2020? ¿Por qué se impidió que llegara al País Valencià y otros territorios del estado español una brigada de profesionales sanitarios del contingente Henry Reeve, expertos en este tipo de trabajo sociosanitario y comunitario, como si se hizo en Italia y Andorra? Fue una verdadera lástima ya que se hubieran salvado vidas y además se hubiera ganado en formación para futuras experiencias, como ahora ante la desgracia de la DANA. ¿Hasta cuándo se nos va a privar de la experiencia cubana?
(*) David Rodríguez Fernández es miembro de la Junta Directiva de la Asociación Valenciana de Amistad con Cuba José Martí y Miembro de Honor de la Fundación Nicolás Guillén de La Habana.