Peter Schwarz. Wsws.org
El líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), Friedrich Merz, solo fue elegido canciller alemán en la segunda ronda de votación celebrada el martes—y únicamente gracias al apoyo del Partido de la Izquierda y Los Verdes. Merz fracasó en la primera votación porque solo 310 de los 328 miembros del Bundestag pertenecientes a la coalición gobernante compuesta por la CDU/Unión Social Cristiana (CSU) y los socialdemócratas (SPD) votaron por él. Para ser elegido canciller, Merz necesitaba al menos 316 votos, la mayoría absoluta de los diputados del parlamento.
Esto no tiene precedentes en la historia de la República Federal de Alemania. Hasta ahora, todos los cancilleres habían sido elegidos en la primera vuelta de la votación. Pero a pesar de que CDU, CSU y SPD acordaron, tras semanas de negociaciones, un pacto de coalición de 144 páginas que fue aprobado por los respectivos comités partidarios, Merz no logró reunir el número necesario de diputados a su favor.
Para que la segunda votación pudiera celebrarse el mismo día, Merz tuvo que depender del apoyo del Partido de la Izquierda y Los Verdes. Ambos estaban decididos a colocarlo en el cargo lo antes posible para que pudiera estabilizar la situación e implementar el programa derechista de la coalición.
El reglamento del Bundestag (parlamento federal) establece un plazo de tres días para la segunda votación, que solo puede reducirse mediante una mayoría de dos tercios. El partido La Izquierda y Los Verdes, junto con los partidos gobernantes, presentaron una moción en ese sentido, la cual fue finalmente respaldada también por la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). En la segunda ronda, 325 diputados votaron por Merz, quien fue investido canciller federal esa misma tarde.
Este falso comienzo del gobierno de Merz revela sin tapujos la verdadera situación política en Alemania. Su gobierno no solo es el más derechista, sino también el más impopular desde la Segunda Guerra Mundial.
En el centro del acuerdo de coalición se encuentra el programa de rearme más extenso desde Hitler, un “giro fundamental” en la política migratoria inspirado en la AfD, el establecimiento de un Estado policial y recortes sociales masivos que traspasarán a la clase trabajadora los costos de la guerra y de la guerra comercial.
Este programa no cuenta con respaldo popular. En las elecciones al Bundestag, la CDU/CSU obtuvo el segundo peor resultado de su historia y el SPD el peor. En conjunto, solo recibieron el 45 por ciento de los votos, y desde entonces han perdido otro 7 por ciento según las encuestas. De acuerdo con un estudio del instituto Forschungsgruppe Wahlen, solo el 38 por ciento da la bienvenida a la elección de Merz como canciller, mientras que el 56 por ciento se opone.
Sin embargo, esta oposición no se refleja en la política oficial. En cada oportunidad, la AfD ofrece a Merz la posibilidad de implementar su programa derechista junto a ellos en lugar del SPD. El secretario parlamentario de la AfD, Bernd Baumann, justificó su apoyo a la pronta segunda ronda de votación con las siguientes palabras: “Alemania necesita un gobierno”.
Los partidos de oposición nominalmente “de izquierda” hicieron aún más claro su apoyo a Merz y su programa reaccionario. Apenas se hizo evidente el descalabro electoral—y comenzó a caer la bolsa—se olvidaron de sus críticas ocasionales a Merz y corrieron en su auxilio.
Un comentario publicado en Zeit Online poco después de la primera ronda de votación resumió bien la actitud de este ambiente:
El orden mundial está tambaleando, y Alemania sigue sin gobierno. Esto es, simplemente, fatal.
La política verde Renate Künast describió el debilitamiento de Merz como un “rayo para todo el país”. Katrin Göring-Eckardt escribió “Esto no es bueno”. Aunque no apoya al canciller, “solo puedo advertir a todos de alegrarse por el caos”.
Britta Hasselmann, presidenta del grupo parlamentario de Los Verdes, lamentó que “la confianza en Merz y Klingbeil se haya visto sacudida”. Comentó que lo peor que le podría pasar al país en este momento serían nuevas elecciones. Su colega Katharina Dröge añadió: “Alemania necesita un gobierno estable”.
Nada más se podría haber esperado de Los Verdes. En el gobierno de Olaf Scholz, fueron los promotores más firmes del rearme militar, de la guerra contra Rusia y del genocidio contra el pueblo palestino. La única razón por la que no forman parte del nuevo gobierno es porque no son necesarios para formar mayoría. La saliente ministra de Asuntos Exteriores Annalena Baerbock conversó visiblemente de buen humor en el Bundestag con su sucesor, el político de la CDU Johann Wadephul. Ella misma representará al nuevo gobierno en la ONU en Nueva York, donde presidirá la Asamblea General durante un año.
El partido La Izquierda, que votó a favor de los créditos de guerra de la CDU y el SPD en el Bundesrat (Consejo Federal, la cámara alta) en marzo, también reaccionó con visible preocupación ante el fracaso electoral de Merz. Su líder partidario, Jan van Aken, le ofreció ayuda y consejos. Si Merz ni siquiera cuenta con la confianza de los suyos, dijo van Aken:
¿Cómo se supone que va a ganarse la confianza de las personas que lidian con los problemas reales de la vida cotidiana?
La copresidenta Ines Schwerdtner declaró: “Ahora depende de la CDU si se atreven a hablar con nosotros”.
El exministro presidente de Turingia, Bodo Ramelow, ahora vicepresidente del Bundestag, se mostró “bastante enfadado” por el fracaso electoral. Criticó que los líderes partidarios de la coalición prevista tendrían que haber impedido que ocurriera semejante escándalo. Ramelow fue uno de los primeros en proponer una inmediata segunda ronda de votación para rescatar a Merz de su apuro. “Como Partido de la Izquierda, también ayudaremos a que se logre la mayoría de dos tercios”, afirmó.
El importante rol que jugó el partido La Izquierda en la elección de Merz como canciller también fue reconocido por Der Spiegel. Una de las seis lecciones que extrae la revista alemana del “tropezado inicio de Merz” es la siguiente:
No será la última vez que la coalición CDU/SPD tendrá que depender del apoyo del partido de Heidi Reichinnek. Merz ahora tiene motivos para considerar seriamente levantar la prohibición de cooperación con el partido La Izquierda. Ya no se ajusta a los tiempos.
El nuevo y ultraderechista ministro del Interior, Alexander Dobrindt (CSU), expresó una opinión similar. Dijo:
Hoy quedó relativamente claro que, si queremos una mayoría de dos tercios, tenemos que llamar al Partido de la Izquierda… Donde se necesiten mayorías de dos tercios, tendremos que hacerlo nuevamente en el futuro, independientemente de la ideología política de turno.
Se desconoce cuáles fueron los 18 diputados de los partidos gobernantes que se negaron a votar por Merz en la primera ronda y cuáles fueron sus motivos. La votación es secreta. Sin embargo, es evidente que el gobierno de Merz es extremadamente débil y está dividido internamente.
Sectores amplios de la clase trabajadora y de la juventud entrarán inevitablemente en conflicto con este gobierno cuando militarice a la sociedad, reintroduzca el servicio militar obligatorio, reprima a los opositores políticos, recorte el gasto social y los salarios y elimine decenas de miles de empleos en el marco de la intensificación de la guerra comercial.
Esta resistencia solo podrá tener éxito si también se dirige contra el Partido de la Izquierda, que no representa una oposición sino que actúa como una hoja de parra de izquierda para cubrir al gobierno de Merz. Hay que oponerse a la política migratoria nacionalista del gobierno con la unidad internacional de la clase trabajadora y combinar el rechazo a la guerra y al militarismo con la lucha por la expropiación de los superricos, cuyos intereses son representados por el exjefe de BlackRock Alemania y su gobierno.