La izquierda española frente al espejo de Francia

Foto de familia de representantes de los partidos firmantes del Nuevo Frente Popular, el 14 de junio durante la presentación del programa de la formación. Foto: Nouveau Front Populaire

Reproducimos seguidamente un lúcido análisis que examina el diferenciado desarrollo de la izquierda de nuestro país en comparación con Francia. Análisis importante al menos para alejar los clichés y consignas vacuas sobre Frente Popular y “Frente abierto”, como ahora postulan IU y Sumar…

Pablo del Amo y Aldo Rubert. Elsaltodiario.com

La izquierda francesa se ha vuelto a unir con el objetivo de frenar a la extrema derecha y consolidar un nuevo Gobierno que confronte las políticas antisociales de Emmanuel Macron. La izquierda española debería fijarse en el Nuevo Frente Popular francés (NFP), no por la épica de la unión, sino por su ambicioso programa y discurso que contrasta con su inmovilismo y la subyugación al PSOE.

La disolución de la Asamblea Nacional francesa por Emmanuel Macron, al calor de la victoria de Reagrupación Nacional en las elecciones europeas del pasado 9 de junio, ha supuesto un terremoto político en Francia. Convocando elecciones con el plazo de tiempo más corto, Macron, que se jactaba de esta disolución como si de un “lanzamiento de granada a las piernas” de la oposición se tratara, no contaba con que la unión de las izquierdas se produjera de nuevo. Sin embargo, la izquierda francesa (insumisos, socialistas, verdes y comunistas), como en 2022 con la NUPES, ha vuelto a estar a la altura del momento histórico, donde la extrema derecha parece estar a las puertas del poder, llegando a un acuerdo de urgencia en apenas cuatro días.

La conformación del Nuevo Frente Popular ha resonado con fuerza en España, especialmente en el espacio de la izquierda. Tras los recientes fracasos electorales y la división existente en la “izquierda del PSOE”, cada vez más voces defienden la necesidad de una unión entre Sumar y Podemos que favorezca la fuerza del espacio. Sin embargo, también han surgido voces que rechazan esta idea, unos por diferencias irreconciliables, otros repitiendo que hay que evitar la sopa de letras y tener claro la unidad para qué u otros por conformismo con el Gobierno de coalición actual. Es decir, en España ya habría una unión de las izquierdas que hace de muro de contención a la derecha-extrema derecha.

En el país galo hace años que gobierna la derecha (así se puede definir a la presidencia de Macron), mientras que la extrema derecha se ha conformado como la principal fuerza de oposición. La izquierda española puede argumentar que lleva años en el poder desplegando políticas progresistas. Sin embargo, este diagnóstico obvia que mientras en Francia el partido más a la izquierda capitanea la coalición y atrae al resto a políticas de ruptura con el neoliberalismo, en España, por la correlación de fuerzas, ocurre más bien lo contrario. El desgaste de la izquierda alternativa española no deja de ser profundo, así como una subyugación al PSOE que ha desactivado su imaginación política más transformadora. Por el contrario, el Nuevo Frente Popular despliega un programa ambicioso que merece la atención y estudio por parte de la izquierda española.

La realidad es que la izquierda española vive un momento de claro retroceso, no solo electoral, sino también propositivo. En lugar de buscar romper los marcos actuales e intentar crear un horizonte alternativo, la izquierda va a remolque y a la defensiva siendo incapaz de articular una oferta atractiva para el electorado. Ahí reside una de las principales diferencias a tener en cuenta. En Francia, la Francia Insumisa lleva el liderazgo del espacio y, por tanto, tiene la capacidad para que otras fuerzas como los verdes y socialistas se plieguen a sus medidas programáticas y a su discurso. Es por ello que el NFP desprende ambición y valentía, por ejemplo, con respecto a la concepción de Europa o la llamada República social, desmarcándose de la posición defensiva de la izquierda española.

La subyugación al PSOE frente al liderazgo de LFI

Una de las características principales del panorama de la izquierda española es que el PSOE ha vuelto a posicionarse como líder hegemónico indiscutible. Las fuerzas a su izquierda, nacidas al calor de un 15M contestatario tanto contra el PP como contra el PSOE, han visto sus apoyos reducirse drásticamente y han aceptado, como mal menor, el liderazgo de los socialistas y en particular de Pedro Sánchez. Esto ha provocado no solo una fuga de votos hacia el “hermano mayor”, sino una dinámica de seguidismo que ha empobrecido las propias políticas y propuestas.

Antes era el PSOE quien se “podemizaba, mirando a su izquierda. Ahora es Sumar quien se “psoeiza”. La correlación de fuerzas ha caído claramente en favor de los socialistas, lo que hace que tengan más capacidad para imponerse frente a Sumar y aliados que tienen menos fuerza para presionar. Esto explica la satisfacción que hubo en Sumar tras las elecciones generales de 2023, a pesar de sufrir un claro retroceso electoral del espacio político y obtener un puñado de ministerios sin apenas competencias. Tras cada batacazo electoral no ha habido una reflexión seria sobre los problemas que aquejan al espacio. Al contrario, se han agudizado las divisiones internas y la búsqueda de los chivos expiatorios. Cada vez son más habituales (y más enconadas) las peleas públicas entre los distintos bandos. Las disputas internas y la mirada a corto plazo para la supervivencia del espacio han tomado un protagonismo que desmoviliza a buena parte del electorado progresista.

Los datos no son para ser autocomplacientes ciertamente. En las elecciones generales de noviembre de 2019 el espacio a la izquierda del PSOE cosechó aproximadamente 3,7 millones de votos. En las elecciones de 2023, el espacio obtuvo 3 millones. Es decir, una pérdida de aproximadamente 700.000 votos en cuatro años. La situación se torna más grave cuando observamos los resultados de las elecciones europeas, donde Sumar y Podemos alcanzaron un pobre 8% de los votos. Lo que está claro es que los electores dan cada vez más la espalda a la oferta de la izquierda, y esta es incapaz de conectar y responder a inquietudes que deberían constituir toda agenda progresista: los problemas de índole económica (26%), en segundo lugar, la sanidad (un 23,1%) y en tercer lugar la vivienda (17,1%) según el CIS de junio de 2024

En relación a esto, uno de los principales problemas para Sumar es que no llega a las capas de población a las que pretende representar. Según datos del CIS de julio de 2023, el 70% de los votantes de Sumar consideran su situación económica como muy buena o buena y un 54,4% cuentan con educación superior. Por último, cabe resaltar que en el electorado de Sumar destaca la fuerte presencia (23,6%) de profesionales, científicos e intelectuales. Si los estudios a nivel europeo revelan que aquello de que los obreros han dado la espalda a la izquierda en beneficio de la extrema derecha es bastante cuestionable, la desproletarización del voto progresista es una realidad que se explica, principalmente, por el rol de la abstención. Y en Francia, las clases populares no están condenadas a votar por la extrema derecha de Le Pen porque la izquierda de ruptura, pese a todo, da la batalla.

Cuando vemos el voto Mélenchon o NUPES en 2022, constatamos una dinámica muy interclasista entre categorías socioprofesionales: 22% de comerciantes y autónomos; 22% de profesiones intermedias, 25% de empleados; 27% de obreros; 21% de ejecutivos y profesiones intelectuales. A pesar de que la extrema derecha obtiene el mayor apoyo de los obreros que votan (son los que más se abstienen y de forma mayoritaria), los datos de las últimas elecciones europeas del 9-J nos permiten ver que los más pobres (aquellos que ganan por debajo de 1.250 euros) votan más a los partidos de izquierda del Nuevo Frente Popular (38%) que a la extrema derecha (36%). En general, se puede constatar que la izquierda alternativa obtiene un mayor apoyo entre los estratos más modestos y precarios, mientras que Marine Le Pen tiene ventaja en los segmentos más integrados de las clases populares.

Un programa de ruptura en la izquierda francesa

El liderazgo de LFI en la izquierda francesa tiene como consecuencia que el programa político del NFP tenga un carácter “de ruptura” respecto a las políticas neoliberales de las presidencias de Hollande o de Macron. Si el programa de 2024 es un poco más moderado que el de la NUPES en 2022, donde LFI tenía todavía un peso mayor en la coalición, el Nuevo Frente Popular no abandona una ambición transformadora. Pero si esto es así, no debemos engañarnos, es por el liderazgo que la fuerza política dirigida por Mélenchon sigue pesando fuertemente. Sin embargo, entiende que lo primero es romper con el ciclo de neoliberalismo draconiano que, desde Sarkozy, sumerge al país.

En esta fase de ruptura es primordial anular la reforma de las pensiones o controlar la inflación “congelando los precios de bienes esenciales como los alimentos, la energía y el combustible”, una medida que ya en 2022 recogía la aceptación de 90% de los franceses. El poder adquisitivo es la prioridad de los electores de izquierda y el NFP se propone aumentar el salario mínimo a 1.600 euros netos o subir el punto de índice de la función pública de 10%. Después de las medidas urgentes tomadas durante las dos primeras semanas, el NFP se propone “bifurcar” durante los 100 primeros días indexando los salarios a la inflación, como ya hacen países como Bélgica, o implementar, con el apoyo de un polo bancario público, la reconstrucción industrial con ayudas públicas a las empresas sujetas a criterios medioambientales y sociales.

Para todo ello el programa del Nuevo Frente Popular cuenta con recuperar recursos del patrimonio de millonarios y multimillonarios volviendo a un impuesto sobre la fortuna (anulado por Macron en 2017), introduciendo un importante impuesto sobre las herencias muy elevadas o instaurando una herencia máxima. Le acompañarían otras medidas, como un impuesto sobre las transacciones financieras u otro sobre los superbeneficios (15.000 millones de euros). El NFP también considera urgente revisar ciertos nichos fiscales como la flat tax introducida en 2018. Y es que romper con el neoliberalismo macronista implica dar la espalda a la política aplicada desde 2017, cuyo eje principal, reivindicado por el ministro de economía Bruno Le Maire, es la reducción de las exacciones obligatorias (cuyo agujero para las arcas públicas llega a los 70 billones de euros) y la reducción del papel de la protección social y de los servicios públicos.

Una nueva política fiscal se adoptaría el 4 de agosto en la Asamblea nacional por parte del NFP, fecha simbólica de la Revolución Francesa en la que en 1789 se abolieron los privilegios. Esta medida, propia de LFI, aplicaría la progresividad del IRPF con 14 baremos, contra los 5 actuales, haciendo que todos los que ganen menos de 4.000 euros al mes, es decir, el 92% de los franceses, pagarán menos impuestos.

En definitiva, se trata del programa más voluminoso, más cuantificado, más detallado y con más propuestas de entre todos y cuenta con la redacción colectiva de numerosos expertos. La apuesta central del NFP por el programa se inscribe en la mitología del Frente Popular o del Consejo Nacional de la Resistencia y busca dotarse de una credibilidad clave para convencer más allá de su electorado.

El programa de NFP es un programa socialdemócrata pero que rompe abiertamente con todas las políticas de austeridad desafiando a la UE, algo que el europeísmo ciego y naíf del Partido Socialista jamás habría asumido sin su posición subalterna en la coalición: rechazo del pacto de estabilidad, proteccionismo ecológico y social o el fin de los tratados de librecambio. La amenaza de no respetar los tratados si entran en contradicción con sus medidas contrasta con el seguidismo acrítico de la izquierda española con el proyecto europeo.

Por otro lado, en cuestiones clave como Palestina, ha sido el PSOE quien ha llevado la batuta con el gesto simbólico del reconocimiento del Estado Palestino. La parte de Sumar en el Gobierno ha sido incapaz de empujar en una dirección más ambiciosa. Esto se observa también con respecto al Frente Polisario saharaui, una de las que deberían ser las prioridades en política exterior de Sumar. El Gobierno liderado por el PSOE ha mantenido una posición promarroquí que demuestra su escaso compromiso con el derecho internacional. Realmente, la izquierda española ha tomado una posición cómoda con Palestina al ir a favor de la opinión pública española y no entrañando ningún coste político.

Más allá de eso, la izquierda del PSOE, al estar en una posición de subalternidad con respecto al socio mayoritario, ha tenido a lo largo de los años que “tragarse sapos”. Por ejemplo, el Gobierno de Pedro Sánchez ha aprobado en el Consejo de ministros uno de los mayores gastos militares en la historia de España, llegando a la cifra de 1.200 millones. En este sentido, también se podría mencionar la muerte de más de 30 migrantes en junio de 2022 en la valla de Melilla, hecho que le valió a las fuerzas de seguridad marroquíes un elogio por parte de Pedro Sánchez. Por último, recientemente, el ministro de Interior, Fernando Grande Marlaska, defendió la polémica infiltración de policías en movimientos sociales para “prevenir la delincuencia”.

La izquierda francesa, eso sí, no está exenta de problemas o contradicciones, empezando por la gestión de las tensiones internas. Como con la NUPES, el Nuevo Frente Popular debe cargar con la etiqueta de extremista, en parte vehiculada y reforzada por el macronismo y el imperio mediático del ultraderechista Vincent Bolloré. Los macronistas mantienen una estrategia ambivalente y equidistante que sitúa al Nuevo Frente Popular como fuerza “antirrepublicana” o “extrema”, comparándola con la Agrupación Nacional de Le Pen y, por lo tanto, contribuyendo a desdiabolizar más a la extrema derecha y de diabolización de la izquierda.

En conclusión, la izquierda española debería mirar al espejo de la francesa por muchos motivos y no caer en la autocomplaciencia. Si bien es cierto que ya existe un Gobierno de coalición progresista en España, el peso que tiene la fuerza más a la izquierda está condenada a ser testimonial frente a la hegemonía de un renacido y estable PSOE. Con el Nuevo Frente Popular, la izquierda francesa no gobierna y tiene delante a una extrema derecha mucho más poderosa con posibilidades de mandar, pero ofrece un modelo de unión para hacer frente, sin paliativos y con ambición transformadora, a las políticas neoliberales que de un lado y otro de los Pirineos socaban las condiciones de vida de las clases trabajadoras y hacen la cama a la extrema derecha. En este sentido, creemos, que puede y debe servir de ejemplo y reflexión para el panorama español.

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