Sobre huelgas y democracia obrera

Cuadro recortado sobre manifestación obrera

Jesús Béjar. Blogspot.com

Una huelga es una medida extrema que toman los trabajadores o sus organizaciones para exigir alguna reivindicación o hacer frente a algún ataque. Vemos que las huelgas suelen producir conflictos en cuanto a su desarrollo y toma de decisiones. Son una pequeña revolución.

Lo que debería ser normal es que las huelgas sean decididas por los trabajadores y trabajadoras. Que las decisiones sean aprobadas en asambleas y dirigidas por un comité de huelga que integre a los sindicatos y a delegados elegidos. No siempre debería coincidir el comité de huelga con el comité de empresa. Bien porque el comité o una parte no esté por la huelga o simplemente para aumentar su fuerza integrando a las personas más combativas.

El problema viene sobre todo cuando hay divisiones entre los sindicatos. Hay sindicatos que se oponen a que sean las asambleas las que tomen decisiones. Dicen que no son asambleístas, populistas, y que las tomas de decisión deben ser en la urna o que debe ser la dirección del sindicato o del comité quien decida.

La huelga es la expresión más importante de la lucha de clases. Con la huelga, la clase trabajadora le disputa al empresario el poder. Y también al Estado. Los trabajadores establecen, o intentan establecer, unas reglas propias. Mientras el Estado establece el derecho al trabajo, de los esquiroles, los trabajadores defienden el derecho de huelga. Los trabajadores intentan que no haya servicios mínimos o que sean mínimos de verdad. La patronal y el Estado tratan de hacer lo contrario. La policía siempre está del mismo lado.

Los trabajadores establecen controles sobre la huelga. La extienden con las famosas culebras o piquetes. Los enemigos de clase, y algunos colaboradores, dicen que hay que garantizar el trabajo impidiendo las acciones de los piquetes. No hay que presionar a nadie, dicen. Un ejemplo fue la última huelga general en la que muchos piquetes sufrieron la aplicación del nefasto artículo 315,3 del código penal que permitía que cualquier presión, aunque no hubiese violencia, fuese considerada como un delito.

En las huelgas, los trabajadores intentan controlar lo que entra y sale en la empresa, vigilan que los servicios mínimos sean realmente los pactados. En muchos sectores, (sector público, transporte) no existe derecho de huelga en la práctica, por los abusivos servicios mínimos.

La democracia obrera, la única solución a la división.

Una vez que se ha declarado la huelga, el poder debe ser de las asambleas. Y deben votar y decidir los que están en huelga. La misma huelga debe ser declarada por la asamblea, o en votación, y todo el mundo debe estar obligado a seguirla, si se aprueba. Las excusas de los esquiroles son bastante peregrinas. Desde su libertad, hasta que no hacen huelga porque se lo descuentan. Algunos han venido a dar este tipo de excusas. A los esquiroles les parece bien que luches. Pero ellos, sin hacer huelga, luego ponen el cazo. Se benefician de la lucha de los demás.

Siempre deben decidir los trabajadores y trabajadoras. Pero esta máxima debe cumplirse sobre todo si hay división sindical en la que algunos sindicatos no creen que hay que hacer huelga o aprobar un acuerdo.

Algunos sindicatos, es el caso de John Deere, por ejemplo, con UGT, que se opone a las asambleas conjuntas o decisorias con la excusa de que los insultan. Bueno, hay que evitar estos malos modos si es que existen, pero nunca pueden ser excusa para estar por encima de la democracia. Con esta medida de asambleas por separado no gana UGT ni ningún sindicato. Gana la empresa que siempre apoyara al sindicato con posiciones más cercanas a las suyas.

En el acuerdo último sobre el ERTE se ha llegado a hacer votaciones y asambleas por sindicatos. ¿Qué es esto? Tres asambleas por turno…

Otra muestra de los problemas con la organización de una huelga lo estamos viendo también en la huelga de enseñanza en Madrid. Los cuatro sindicatos que tienen representación en la mesa son CCOO, UGT, Ampe y CSIF. Estos dos últimos sindicatos corporativos. Amarillos. Alérgicos a las asambleas y parecen más academias de cursos de formación que otra cosa. UGT ha bajado mucho en representación.

En Madrid es la única comunidad donde se mantienen los recortes que supusieron un aumento de jornada para el profesorado. Se han ido anulando en todas las CCAA menos en Madrid. Se suman la salvaje política del PP y la falta de acción en el sector por parte de los sindicatos.

Ante esta situación de parálisis, los sindicatos minoritarios, CGT, CNT, STEM han promovido asambleas y diversas movilizaciones, incluidas huelgas que, aunque no han sido mayoritarias, si han tenido un cierto seguimiento, en parte por la participación de gente afiliada a CCOO y UGT.

Ante esta situación, los sindicatos de la mesa han convocado dos huelgas generales en Madrid en noviembre. Los sindicatos minoritarios cubren el hueco dejado con los sindicatos mayoritarios y a partir de las asambleas, han constituido lo que llaman menos lectivas. Una especie de organización a partir de las asambleas, pero que es conflictiva porque no es exactamente lo mismo las asambleas que el colectivo citado.

El caso es que las movilizaciones y las reivindicaciones deberían decidirse en asambleas, hacer un comité de huelga integrando a los sindicatos y que sean los enseñantes los que digan hasta dónde va la lucha. Algún centro ha aprobado esto en su asamblea. Pero debemos decir que la característica principal es la división y un poco de caos.

El caso de Airbus y otros

Ahora en Airbus se está llevando la negociación del convenio. Airbus es una de las más grandes empresas de nuestro país con presencia fundamentalmente en Madrid (Getafe) Cádiz y Sevilla.

Hay una presencia de diferentes sindicatos, CCOO, UGT y CGT, más los amarillos ATP y SIPA. No es el objeto de este artículo analizar el fondo de la negociación, pero se habla de asistencia médica privada, de fondos de pensiones privados, para cubrir el salario de los prejubilados, y se ha perdido hace tiempo el 100 % en caso de enfermedad y la subida de salarios con el IPC.

Pero el caso es que, independientemente de lo que se pida o se consiga, la división es tan grande que cada uno hace las asambleas por su lado y el resultado es que CCOO y ATP, que tienen una exigua mayoría en el comité intercentros, han firmado un convenio al que se oponen los otros sindicatos y que ha generado mucho rechazo. Hubo un preacuerdo que fue objeto de una macrosamblea, de las más grandes de siempre, que convocaron todos los sindicatos menos CCOO. Luego CCOO modificó algunos aspectos del preacuerdo y, junto a ATP, hizo una asamblea para sus afiliados y una consulta, por voto secreto, a sus afiliados. Y ATP a los suyos.

En el caso de CCOO, votaron 2618 afiliados y a favor del acuerdo 1674 y en contra 829.

Luego CGT y el otro sindicato amarillo (SIPA) y UGT han convocado una asamblea contra el acuerdo, en alguna ha habido 5000 trabajadores en Getafe) y unos paros en los que parece que algunos delegados de SIPA no han parado. Ante esto, CGT y SIPA han organizado una encuesta y han dicho que si no salían 4000 votos a favor de la huelga, que no la harían.

En este caso han votado 3241 trabajadores, con 1911 a favor y 1330 en contra; ante lo que han desconvocado las huelgas y buscan las maneras de combatir el acuerdo de CCOO y ATP. En el caso de Sipa, hablan de porcentajes de participación. El 51 % a favor y el 49 % en contra. La amenaza de recortes del grupo a nivel internacional debería hacer recapacitar a los dirigentes sindicales sobre la necesidad de la unidad de acción.

En todos estos casos se demuestra que los trabajadores luchan por decidir su destino. Y que la democracia obrera está íntimamente ligada a la consecución de los objetivos. Forma y fondo van unidos. Ganar una huelga cuando las leyes son antiobreras, la división es evidente y la afiliación muy minoritaria es difícil. Ganar dejando las decisiones en manos de unos cuantos es abonar el terreno a la derrota.

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