La guerra militar y social y sus réplicas

Cartel en inglés sobre Un mundo que ganar

Esta primera semana de octubre viene marcada por nuevos cambios en la geopolítica mundial, tras la invasión del gobierno sionista de Israel del Líbano y la ofensiva sobre Irán que no tardó en recibir respuesta por parte de las autoridades de este país. Pero nunca debemos olvidar que la generalización del conflicto en Oriente Medio, más que favorable para los intereses del imperialismo occidental, no podría haberse producido siquiera sin el apoyo y consentimiento expresos de los gobiernos de EEUU y de la Unión Europea. De hecho, la intensa y creciente movilización mundial de los trabajadores y los pueblos contra estas derivas YA toma buena cuenta de quienes son los responsables y constituye el mejor indicador de esperanza sobre un futuro de paz y con derechos.

Una Europa que, como puede constatarse tras las últimas reuniones, sigue siendo a nivel institucional el instrumento del capital y la guerra para obtener pingües beneficios. Una Europa que cada vez supedita más recursos públicos a estos objetivos, sin importar las crisis de gobernabilidad (y el auge del fascismo) que se viene produciendo dentro de cada país integrante (Francia, Alemania, Reino Unido, Austria…) y el giro autoritario de sus políticas (Inmigración…) . También en España, de la mano de un gobierno autodenominado “progresista” y sin mayoría mínima suficiente (ni parlamentaria, ni social-electoral, según las últimas encuestas), la guerra militar y social contra los pueblos y los trabajadores ha conocido nuevos hitos.

Por destacar algunos elementos, resulta que el gobierno socialista ha presentado nuevas recetas para precarizar el trabajo: la “flexibilización” de las pensiones y de las bajas laborales, reforzando también la privatización de la Seguridad Social mediante las Mutuas. También ha anunciado una reforma de la Ley mordaza que preserva lo sustancial de esta legislación, en caso de que finalmente fuera aprobada en un parlamento donde no tiene votos suficientes, ni para esta reforma ni para aprobar la “senda de estabilidad” pactada con Bruselas a cargo del Plan de Resiliencia o los presupuestos para 2025. Ni siquiera, parece ser, va a poderse aplicar la ley de amnistía pactada con Junts debido al bloqueo del sistema judicial franquista…

La otra cara de la moneda en nuestra monarquía parlamentaria viene dominada por la movilización social y popular. Tras el paréntesis veraniego, los movimientos de pensionistas, por la sanidad pública, por el derecho a la vivienda, feminista y antipatriarcal, por la educación o contra la guerra y el genocidio, están intensificando las movilizaciones buscando, quizás sin conciencia todavía de ello, un referente político de sus justas luchas y demandas que, hoy por hoy, ningún partido institucionalizado ha sido capaz de encarnar…

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