Redacción. Tribunasocialista.com
La victoria del Partido Laborista (PL) británico ha sido contundente. Los laboristas han pasado de 203 diputados de 2019 a los actuales 412, un crecimiento del 103%, mientras que los conservadores se han desplomado un 67% al pasar de los 365 obtenidos en las anteriores elecciones, a los 121 el jueves pasado. El Sr. Starmer podrá gobernar con el 63% de los apoyos del PL en el Parlamento. Además del Partido de los Tories, también se ha desplomado el Partido Nacionalista Escocés, con una caída en el voto del 45%.
Los conservadores han atacado tanto los servicios públicos que a los y las británicas se le ha hecho insoportable. Sin embargo, la destrucción de lo público no es nueva. El retroceso en derechos y condiciones de vida comenzó con la baronesa Thatchet de Kesteven en la década de los años 80 del pasado siglo; desreguló la economía, flexibilizó las normas laborales y privatizó las empresas públicas.
Los 418 diputados que obtuvo el PL en 1997, con Tony Blair, no fueron utilizados para revertir los retrocesos de las políticas ultraliberales. Lejos de eso, Blair se parapetó en su concepto de “la tercera vía”, un eufemismo para denominar a la socialdemocracia en su formato más liberal. La consecuencia fue la decadencia del Partido Laborista y que haya estado postergado en la oposición en los últimos 14 años.
En política, ocurre muy a menudo que el que gana no lo hace por sus méritos, sino por los deméritos de su contrincante. El golpe de la derecha británica ha sido tan grande, que Liz Truss, la primera ministra que duró en el cargo menos tiempo del que una lechuga tarda en marchitarse, ha conseguido no salir elegida en su circunscripción.
El Partido Laborista del Sr. Stramer ha venido tomando decisiones para dar confianza al sistema, a los mercados, y parece que lo ha conseguido: “El mercado aprueba la victoria laborista en Reino Unido: “Ahora viene lo difícil”, así titulaba un artículo del sábado día 6, de Álvaro Estévez, en Bolsamanía.
Uno de esos mensajes, para confirmar que el “laborismo se centra”, fue la expulsión de Jeremy Corbyn en el mes de mayo, quien se ha presentado como independiente por su circunscripción, en Islington North. Corbyn ha ganado en esa circunscripción de Londres, frente al Sr. Nargund, que se presentó por el Partido Laborista, al que ha sacado más de 7.000 votos.Aquí hay que señalar que en el proceso electoral de 2019, en el que Corbyn lideraba el Partido Laborista, obtuvo 10.269.051 votos, mientras que en las elecciones del día 4 el PL ha recibido 9.698.409, es decir 570.642 votos menos (-5,6%). El ascenso en diputados se explica que la abstención que ha alcanzado el 40%, frente al 33,6% de 2019.
Como dicen los mercados “lo difícil está por llegar”, pues millones de británicos han dado su voto al laborismo para que recupere los servicios públicos y los derechos perdidos en estas décadas pasadas, pero eso choca con los inversores que quieren hacer negocio con los servicios públicos.
La izquierda europea parece dar señales de recuperarse, a la izquierda de la socialdemocracia que se conforma con ser buenos gestores del sistema económico liberal. Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos en Gran Bretaña, llevamos tiempo viendo como crece la Francia Insumisa que lidera Mélenchon y ha nacido una opción de izquierdas en Alemania, Alianza Sahra Wagenknecht – Por la Razón y la Justicia. Son opciones políticas que no vienen cargadas de adanismo ni con recetas ingeniosas. Recuperan los valores de la izquierda: la defensa de lo público, los derechos de los trabajadores como clase y su rechazo a la guerra. Los mercados les llaman extremismo de izquierdas, sin embargo, no les parece extremo el genocidio que Israel está cometiendo en Gaza, ni que la liberalización y los recortes económicos estén generando pobreza en todo el continente.