Abriendo el debate necesario sobre la alternativa política comunista en la presente coyuntura, incluimos a continuación las palabras del Secretario General del PCE con respecto al Frente Único y la respuesta que se dio contra el fascismo (1). Hoy, en rigor, no cabe hablar del fascismo asimilándolo al desarrollado en el siglo XIX, pero estas reflexiones de José Díaz, sin embargo, aún conservan plena actualidad en más de un sentido…
La siguiente transcripción consiste en un discurso pronunciado en el Coliseo Pardiñas, de Madrid, el 3 de noviembre de 1935, por el lúcido general del PCE José Díaz (2). En dicho mitin Díaz exponía a la militancia comunista los grandes debates sostenidos en el VII Congreso de la Internacional Comunista que trazó la estrategia del Frente Popular a partir de la propuesta estratégica de Georg Dimitrov. Dicho planteamiento recuperaba la idea de una alianza liderada por la unidad de los sectores más combativos de la izquierda y el movimiento obrero, el llamado Frente Único. La Revolución de Asturias de 1934 había ilustrado en el terreno de los hechos el motor fundamental de un verdadero frente popular liderado por la clase obrera.
José Díaz
El VII Congreso de la Internacional Comunista señala el camino
Camaradas:
Recientemente, se ha reunido en Moscú el VII Congreso de la Internacional Comunista. A través de los análisis minuciosos de los camaradas informantes y de las intervenciones de los delegados de los diversos países, la delegación del Partido Comunista de España ha podido comprobar la situación en que se debate él capitalismo en todo el mundo, el desarrollo del movimiento revolucionario en casi todos los países capitalistas, y algo que ha de llenar de júbilo a todos los trabajadores: el triunfo definitivo e irrevocable del socialismo en la Unión Soviética. (Aplausos.)
El VII Congreso de la Internacional Comunista ha marcado las normas, ha precisado la táctica que debe dirigir la acción no sólo de los comunistas, sino también de todos los trabajadores, y muy especialmente la de los camaradas socialistas. Las decisiones del VII Congreso han sido seguidas con enorme interés por los obreros de todo el mundo, como el acontecimiento más trascendental de la hora presente. Este Congreso, como he dicho, no fue únicamente el Congreso de los partidos comunistas, sino que fue también el Congreso de todos los antifascistas, que han de luchar unidos, día tras día, para conseguir, a través de las luchas diarias, alejar el peligro fascista, abrir ancho cauce a la democracia y luego vencer definitivamente al fascismo.
Cada paso nuestro, cada acción que desarrolle el proletariado de España -que tantos ejemplos de lucha y de heroísmo ha dado- repercute no sólo en nuestra situación nacional, sino también en la situación internacional. Cuando yo me levanté en el Congreso para hablar en nombre de la delegación de España, para hacer el balance de nuestras luchas y exponer las experiencias del último movimiento, especialmente las gloriosas jornadas de Asturias, vi cómo todos los delegados seguían paso a paso el desarrollo de nuestras luchas, y observé cómo coincidían en que el camino recorrido por nuestros camaradas de Asturias es el camino que hay que seguir, porque es el que ha de conducirnos a la meta deseada. Y, cuando en el Congreso de la IC se dio el ejemplo magnífico de la presencia de cinco obreros socialistas y cinco obreros comunistas, combatientes todos de la insurrección armada de Octubre, que venían a saludar fraternalmente al Congreso, y cuando aquellos obreros socialistas hicieron un llamamiento a su partido para que haga que sea una realidad inmediata el frente único en España, todos los delegados se pusieron en pie y los ovacionaron calurosamente. (Grandes aplausos.) […]
Los reaccionarios y fascistas españoles ante el VII Congreso de la IC
Pues bien, camaradas: el Congreso de nuestra Internacional no ha tenido repercusión solamente en los medios proletarios. En torno a este acontecimiento se han producido vivísimos comentarios en todos los campos. Y tengo que declarar que, en la mayoría de los casos, casi en su totalidad (porque si algún perrillo faldero de la burguesía ha ladrado, esto no cuenta) los comentarios, no sólo de los obreros, sino también de los hombres de izquierda, han sido favorables a las decisiones del VII Congreso. La prensa de izquierda no ha recatado su opinión favorable. Esto indica cuán acertado ha estado el Congreso.
Y la demostración palpable de este acierto la tenéis, de la forma más concluyente, en el modo cómo han reaccionado nuestros enemigos declarados, los reaccionarios y fascistas españoles. Os recomiendo, por ejemplo, que leáis el periódico de Gil Robles, el diario matutino de la compañía de Jesús, “El Debate” de los días 4 de agosto y siguientes. Veréis cómo se producen esas gentes, en medio de sus aspavientos. Para ahorraros la incomodidad, voy a permitirme leeros unos párrafos de un comentario de “El Debate” del día 4 de agosto. Decía lo siguiente:
“… La realidad ha hecho perder a los comunistas su tono arrogante. Ya no se muestran tan seguros de convencer a los afines y prefieren aliarse con ellos. Ciertamente que en cuantas naciones se han hecho alianzas, éstas han sido en beneficio del comunismo…”
Y, después de tan caprichosa interpretación de nuestra táctica, agrega “El Debate”, como rectificándose:
“No nos engañemos, sin embargo, y pensemos que el comunismo no ha abandonado por completo su ideal y sus métodos de lucha. No. Por el contrario, ahora nos parece infinitamente más peligroso, cuando se disfraza con tinte de gubernamentalismo y ofrece la colaboración para algo más que la revuelta. Véanse si no los procedimientos que propugna la “Tercera Internacional”. Recomienda a sus juventudes incluso que se afilien a las organizaciones religiosas.”
Y termina diciendo:
“… Conviene tener en cuenta estas normas del comunismo y señalar la evolución, para no olvidar el peligro.”
Como veis, camaradas, los reaccionarios y fascistas de España han estado pendientes de las deliberaciones del Congreso de la Internacional Comunista. A ellos también les interesaba, aunque por distinta razón que a los trabajadores. Con esto, reconocen una vez más que el serio peligro para sus privilegios y para su régimen ha de venir de los métodos de lucha que preconiza la Tercera Internacional. Por estos comentarios de “El Debate” podéis apreciar cómo se dan cuenta de dónde les aprieta el zapato. (Aplausos.) […]
El fascismo alemán subió al Poder por la división de las fuerzas proletarias
Otro hecho de la situación mundial puesto de relieve en el Congreso de la Internacional Comunista es la subida al Poder del fascismo en Alemania. Hecho que, como ha precisado el Congreso, ha podido producirse por la profunda desunión de las masas obreras alemanas, cuya responsabilidad recae sobre la socialdemocracia de aquel país. Esta desunión ha costado millares y millares de víctimas, ha causado la destrucción de los potentes sindicatos obreros, ha convertido a Alemania en una inmensa cárcel, en un horrible campo de concentración, donde se tortura y asesina a los trabajadores revolucionarios, sin establecer diferencias entre obreros comunistas y socialistas. Esta división, que permitió la instauración del fascismo, ha hecho que los obreros y muy especialmente el heroico Partido Comunista de Alemania, cuyo jefe, el gran camarada Thaelmann, está amenazado de muerte, se vean obligados a actuar en una situación de terror desenfrenado en su lucha contra el fascismo. (Gritos de ¡Viva Thaelmann! y ¡Muera el fascismo!)
En torno a estos fundamentales hechos han girado las principales deliberaciones del VII Congreso de la Internacional Comunista. Y el resultado de estas deliberaciones ha sido que el Congreso lance un llamamiento de lucha a muerte contra el fascismo a todos los trabajadores del mundo, a los obreros y campesinos, a las capas de la pequeña burguesía, que se ven vejadas, lanzadas a la desesperación y condenadas a desaparecer entre la masa de los hambrientos bajo el régimen fascista; a los intelectuales y hombres de ciencia de todo el mundo, que saben del terror y la persecución que contra ellos se emplea en los países fascistas; en suma, el VII Congreso llama a todos los hombres honrados a la creación de un Frente Único antifascista, a unirse al proletariado para levantar un dique insuperable contra los avances del fascismo y hacer posible la completa destrucción de ese régimen de barbarie y de terror.
El Frente Popular contra el fascismo
Camaradas, cuando la burguesía -particularmente sus capas más reaccionarias- no puede seguir dominando por procedimientos democráticos, apela a los métodos de la dominación fascista. Y si el fascismo es la barbarie, es la incultura y el retroceso de la humanidad al estado del salvajismo, está claro para todos que no debemos ser solamente los trabajadores quienes nos opongamos a su instauración. Hay capas sociales no proletarias que se oponen también al fascismo, a quienes el fascismo amenaza. Y si esto es así, y la experiencia nos está demostrando que es así, nosotros decimos que el Frente Único proletario es imprescindible, que hay que hacerlo, que es urgente realizarlo, pero que también es preciso que atraigamos a nuestro lado, que busquemos a los aliados no proletarios en la lucha a muerte que tenemos empeñada contra el fascismo. Y vosotros sabéis que esos aliados son todas las capas verdaderamente populares, cuyos intereses económicos y espirituales se ven amenazados por la dominación del monstruo fascista.
Esto, y no otra cosa, es lo que ha proclamado como urgente y necesario el Congreso de la Internacional Comunista. El Congreso ha dicho, por boca de nuestro gran Dimitrov: “Antes que el fascismo pueda conquistar a esas capas populares, tenemos que atraérnoslas nosotros.” Y esto es preciso, ineludible, perentorio, si de veras queremos acabar con el fascismo en todo el mundo. (Formidables aplausos.)
Otro hecho nuevo que se acusa en la situación es la crisis política desencadenada en varios países, y muy especialmente la provocada por el desarrollo de las luchas armadas de los obreros de Austria y España. Estas heroicas luchas han agravado la situación del capitalismo internacional. Es también un hecho nuevo que el Congreso de la Internacional Comunista no podía por menos de tener en cuenta para marcar los nuevos rumbos. […]
El deseo de unidad de los trabajadores
Camaradas: Otro de los hechos que sobresalen en la situación actual es el deseo ferviente de unidad que existe entre los obreros de todo el mundo. Sobre el plano internacional, el Congreso ha comprobado que el impulso de la unidad de acción en la clase obrera ha cobrado un auge extraordinario. Numerosos casos concretos lo demuestran. Y uno de los más claros, de los más rotundos, es el que nos ofrece el ejemplo de Francia. En Francia, el Frente Único realizado por el Partido Comunista y el Partido Socialista ha movilizado a inmensas masas populares y las ha llevado a la lucha, logrando con la unidad de acción hacer retroceder al fascismo. Y, podemos decir, a la luz viva de este ejemplo, que, cuando el proletariado está unificado, las capas de la población trabajadora se sienten atraídas por la sensación de fuerza y de firmeza que da en su lucha. De tal forma han luchado, que si no hubiesen actuado en común podríamos decir que hoy estaría el fascismo en el Poder. En cambio, ahora, aun cuando el peligro no ha desaparecido, puede decirse que tienen ya al fascismo cogido por la cerviz. Y os aseguro que si en España hubiésemos hecho la unidad, como nuestros hermanos franceses, también aquí se habría alejado al peligro fascista.
Y no es solamente en Francia donde los obreros han manifestado tan potente deseo de unidad, convertido hoy en realidad magnífica. Es en todos los países capitalista. Es en Austria, es en Alemania, es en América; es, camaradas, en el mundo entero. Para comprobar esta verdad, no tenemos que escoger ejemplos de fuera. ¿No tenemos el ejemplo elocuente de España, donde a partir de los heroicos combates de Octubre, los trabajadores claman con nosotros por la realización de la unidad de acción?
Este anhelo de unidad de los trabajadores de todo el mundo, que el VII Congreso ha apreciado en su justa expresión, tuvo ya su gran alcance con ocasión de aquellas jornadas que mantenían la emoción y la lucha de los trabajadores para salvar del patíbulo y del hacha, que ya esgrimía el fascismo hitleriano, al gran Dimitrov y a sus compañeros. Millones de obreros de todas las tendencias confundían sus esfuerzos para arrancar a Dimitrov de las garras de sus verdugos. Dimitrov, esa figura ingente del comunismo, campeón de la lucha contra el fascismo, atraía las simpatías de los obreros socialistas, anarquistas y sin partido, fundía las ansias de lucha de todos los trabajadores con el ejemplo mil veces magnífico, mil veces heroico de su comportamiento, de su batalla contra los verdaderos incendiarios del parlamento alemán. He ahí uno de los principales puntos de arranque de ese torrente arrollador que es hoy el deseo de unidad de los trabajadores.
Y aún hay más, camaradas. Aún hay otro hecho nuevo, que el VII Congreso ha evidenciado. No es una cosa pequeña, que pueda pasar desapercibida para tan buenos vigilantes de la marcha del mundo como son los comunistas, el hecho indiscutible de las crecientes simpatías que el desarrollo formidable de la Unión Soviética, que el triunfo definitivo del socialismo en la URSS y su lucha denodada por la paz despiertan en inmensas masas, formadas por capas diversas de la pequeña burguesía. Mirad hacia Francia, hacia Checoslovaquia, hacia cualquier país, y veréis cómo esas capas de la pequeña burguesía admiran y apoyan la consecuente política de paz de la Unión Soviética. Poco a poco, se han ido convenciendo de que el único país que trabaja y lucha desinteresadamente por la paz del mundo es la Unión Soviética. Y esto, unido a sus formidables conquistas en todos los terrenos, le granjea la simpatía de los núcleos pequeño-burgueses de los más diversos países capitalistas.
Hay también otro hecho fundamental. Millares y millares de obreros y militantes socialdemócratas se orientan hacia la vía revolucionaria y proclaman la necesidad del frente único con los comunistas. Y si esto es así -y de que es cierto tenemos innumerables pruebas en todos los países-, comprenderéis que es lógico que el VII Congreso de nuestra Internacional haya estimado que no podemos mantener la misma tirantez de relaciones, ni tratar de igual modo que hace años a los socialistas. (Grandes aplausos.)
Todo esto tiene su explicación, camaradas. Hay que comprender que el mundo ha cambiado su faz. Ya no presenta la uniformidad de antes ni es tampoco igual a los años que siguieron a la gran guerra imperialista. Hoy, existe el fascismo. En cierto número de países, el fascismo se encuentra en el Poder, y en otros lucha por adueñarse de él. Es ésta una situación nueva que forzosamente tenía que modificar el aspecto de la lucha de los trabajadores.
A las puertas de la más espantosa de las guerras
El VII Congreso ha discutido ampliamente en torno al peligro de guerra en el mundo. Y, para decir verdad, camaradas, declararé que sus conclusiones, acertadas en toda su amplitud, no pueden ser más pesimistas, si la lucha de todos los trabajadores, la lucha conjunta de todos los que odian la guerra, no hace abortar los apetitos criminales y los manejos monstruosos de los imperialistas, especialmente de los imperialismos fascistas. La propia realidad se ha encargado de demostrar que las conclusiones del Congreso son acertadas. Y más pronto de lo que el más exigente podía pedir. Ahí tenéis al fascismo italiano, desplegando en Abisinia una guerra de rapiña, matando a la población inerme, aniquilando a los que defienden la libertad de su pueblo. Ahí tenéis a los bárbaros fascistas, que dicen cínicamente que llevan la civilización a Etiopía con sus cañones y sus aviones, descargando metralla sobre un pueblo que defiende su libertad. La guerra de rapiña de Italia contra Abisinia es el chispazo que encenderá el volcán. Al fascismo italiano seguirá el fascismo alemán, que no encubre sus preparativos guerreros y que está a punto de lanzarse sobre Memel, primer paso hacia la guerra de provocación contra la Unión Soviética. Y el Japón continúa despedazando a China y apoderándose de sus territorios, con la vista puesta en la guerra contra la Unión Soviética. Todos estos países se preparan abiertamente para sumir al mundo en las negruras de una guerra cien veces más espantosa y contrarrevolucionaria que todas las conocidas hasta hoy.
Ante este gran peligro, el Congreso ha fijado también sus posiciones, que son las de todos los trabajadores y las de todos los hombres de buena voluntad que odian la guerra. Ha proclamado que el lograr por medio de la lucha la derrota del fascismo italiano, apoyando la lucha de Abisinia por su liberación del invasor, es asestar un golpe no sólo al fascismo italiano, sino al fascismo en general, al fascismo de todos los países.
Ante esta situación, la burguesía dominante busca, cada día con mayor ahínco, su salvación en el fascismo y en la guerra de rapiña y de intervención contra la Unión Soviética. He aquí por qué el Congreso nos llama a unir todas las fuerzas para luchar en esta dirección: contra el fascismo y la guerra.
Lo que sería el fascismo en España
Porque, camaradas, la cuestión está planteada así: las fuerzas se polarizan, se concentran entre el fascismo y el antifascismo, entre la revolución y la contrarrevolución. Así está planteada la lucha en un plano internacional, y muy especialmente en España. En España, porque vivimos una revolución, y el problema se agudiza. La ola antifascista crece por todo el país. Se trata de organizarla, de dirigirla en la lucha. Hay que impedir, en un esfuerzo sobrehumano, que el fascismo triunfe totalmente en nuestro país. Si queremos, lo conseguiremos. Ya sabéis, porque os lo dije en mi discurso del Monumental, lo que el fascismo significaría en España. Sería un régimen mucho más, terrible que el de Alemania. Una prueba de lo que sería la tenéis en la inaudita represión del movimiento de Asturias. Ese refinamiento en los métodos bárbaros de represión, cobraría proporciones monstruosas. No hay que perder un instante. Todo el tiempo que perdamos lo ganan nuestros enemigos. Como en el Monumental, os digo que gritéis en todas partes y luchéis por conseguirlo: “¡No más juventud al fascismo!” “¡Todos unidos y a luchar para que el fascismo no pase!” Aquí, y en todo el mundo, hay que impedir, el triunfo del fascismo. Y hay que derrotarle allí donde ha conseguido instaurar su régimen de sangre y de terror. (Gran ovación.)
¿Cómo hemos de conseguir que el fascismo no llegue al Poder en unos países y sea derrotado allí donde consiguió llegar al Poder? Escuchad, camaradas. El Congreso de la Internacional Comunista responde así:
¡Realicemos el Frente único proletario! ¡Creemos el Bloque Popular Antifascista, para dar la batalla al peor de los enemigos del pueblo, al fascismo! (Aplausos.) […]
¿Qué es el Bloque Popular Antifascista?
Un ejemplo de frente único de todas las fuerzas antifascistas fue la magnífica concentración realizada con ocasión del acto en que habló don Manuel Azaña. Aquello, era la fuerza de la unidad antifascista, aunque sin su expresión orgánica todavía. Allí estaban los obreros, los campesinos, los empleados, los comunistas, los socialistas, los anarquistas y los republicanos de izquierda. Todos unidos frente al fascismo y la reacción. Aquel acto patentizó la necesidad orgánica, del Bloque Popular Antifascista. Su creación es una necesidad táctica para luchar con éxito contra el fascismo. ¿Cuál es la importancia del Bloque Popular Antifascista? Voy a recurrir otra vez a la autoridad del camarada Dimitrov, a sus palabras en el VII Congreso de la Internacional Comunista:
“En la obra de movilización de las masas trabajadoras para la lucha contra el fascismo, una tarea especialmente importante es la que consiste en crear un amplio Frente Popular Antifascista, sobre la base del Frente Único proletario. En su agitación, el fascismo, deseoso de atraerse a estas masas, intenta oponer a las masas trabajadoras de la ciudad y del campo al proletariado revolucionario, asustar al pequeño burgués con el espantajo del “peligro rojo”. Debemos cambiar la puntería y mostrar a los campesinos trabajadores, a los artesanos y a los intelectuales trabajadores, de dónde viene el peligro real que les amenaza; mostrarles de una manera concreta quién hace pesar sobre el campesino el fardo de los impuestos y de las rentas, quién le estruja con los intereses usurarios; quién, poseyendo las mejores tierras y todas las riquezas, echa al campesino y a su familia de su terruño y le condena al hambre y a la miseria. Explicar concretamente, explicar con paciencia y perseverancia, quién arruina a los artesanos y a los pequeños productores con los impuestos y las rentas, los arrendamientos elevados y una competencia intolerable para ellos; quién echa a la calle y priva de trabajo a extensas masas de intelectuales trabajadores.
“Pero esto no basta. Lo principal, lo más decisivo para establecer el Frente Popular Antifascista es la acción resuelta del proletariado revolucionario para la defensa de las reivindicaciones de estas capas, y, en particular, del campesino trabajador, reivindicaciones que siguen la línea de los intereses fundamentales y que hay que combinar, en el proceso de la lucha, con las reivindicaciones de la clase obrera.”
Después de estas palabras tan certeras, pocas he de pronunciar yo para destacar la importancia y el significado del Bloque Popular Antifascista. Ahora bien; nosotros hemos de dejar bien sentado que el Bloque Popular no debe ser creado exclusivamente con finalidades y funciones electorales. El Bloque Popular tiene otras tareas muy esenciales que realizar, otros deberes que cumplir. Sobre todo, en España. No se trata de volver al bloque del 14 de abril, para luego desembocar en noviembre del treinta y tres. Se trata de una amplia lucha de masas contra la reacción y el fascismo, para poder destruir su base material e influencia política y abrir ancho cauce a un régimen democrático, en la senda hacia el Poder Obrero y Campesino. […]
A todos los hombres libres.
¡Obreros todos, campesinos, empleados, intelectuales, médicos, escritores, hombres de ciencia, hombres progresivos!
El camarada Dimitrov, el antifascista más consecuente, el hombre genial que salió victorioso en la gran batalla contra el fascismo, os llama desde la tribuna del VII Congreso de la Internacional Comunista, para que aportéis todo vuestro esfuerzo a la lucha contra el fascismo bárbaro y cruel.
A todos os digo que no veáis en el proletariado el “peligro rojo”, sino el eje, la vanguardia de toda lucha eficaz contra la barbarie fascista; que veáis en él la base de toda cultura y de todo bienestar. Y, como prueba formidable de lo que es capaz de realizar, ahí tenéis a la URSS; país magnífico, donde el nivel de vida de los trabajadores es superior al de todos los países capitalistas, y donde la cultura, la ciencia, el arte y el progreso gozan de la máxima estimación. País que se levanta como una roca, potente e invencible, frente al mundo capitalista en descomposición, frente al fascismo que destruye los pueblos y cierra el paso a la cultura y al progreso de la humanidad.
¡Luchemos incansablemente, todos unidos, por la paz, por la tierra y por la libertad!
¡Viva el VII Congreso de la Internacional Comunista!
¡Adelante por el Frente Único y por el Bloque Popular Antifascista, que pronto serán una realidad práctica en España!
¡Demos satisfacción a los millones de obreros y antifascistas que esperan anhelosamente la unidad en la lucha contra el fascismo!
(Formidable ovación. Vivas a José Díaz, al Partido Comunista, a la Internacional Comunista, a Dimitrov y al Frente Único. Todo el público, puesto en pie, entona la Internacional.)
Fragmento del discurso de José Díaz. Para leer completamente el discurso, puedes ver su transcripción online aquí.
NOTAS
(1) Sobre la discusión estratégica acerca del Frente Popular cabe recomendar: José Luis Martín Ramos: El Frente Popular. Victoria y derrota de la democracia en España, Barcelona, Ediciones Pasado&Presente, 2016.
(2) Sobre la vida de José Díaz: Alejandro Sánchez Moreno: José Díaz, una vida en lucha, Córdoba, Almuzara, 2013.