Análisis de la situación del tejido industrial valenciano y la problemática en torno al uso de fondos públicos para mejorar los resultados de multinacionales y grandes empresas. El gobierno y los sindicatos “progresistas” hace tiempo que dejaron de ocultar su talante social-liberal, priorizando el derecho al “libre mercado” sobre los derechos de los trabajadores y los pueblos. Aunque no compartimos la totalidad de este redactado, hay que reconocerle la virtud de mostrar un ejemplo claro y concreto de la situación.
F.Hidalgo. Comunistasrevolucionarios.org
La dirección de la fábrica de Ford en Almussafes (Valencia) ha llegado a un acuerdo con UGT (sindicato mayoritario de la planta) para la aplicación de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) en la factoría que afectará a 1622 trabajadores. Es decir, el 35% de la plantilla actual, de los que 626 serían bajas incentivadas con carácter definitivo (que se sumarán a los 1100 que abandonaron sus puestos el año pasado) y 996 serían despidos objetivos con preferencia de recontratación en 2027, año en el que está previsto el lanzamiento del nuevo vehículo multienergía que fabricará la planta. Actualmente la planta solo está fabricando el modelo Ford Kuga.
Es importante señalar que Ford va a recibir, con el objetivo de que haga frente al ERE, 2 millones de euros de la Generalitat Valenciana. Y a esto hay que añadir que, desde el año 2025 hasta el año 2027 está previsto que se haga cargo el Gobierno estatal de los gastos del ERTE, en un plan especial que costará al estado cien millones de euros.
Esta situación hay que enmarcarla en un contexto en el que vamos ya por el cuarto ERE de la factoría de Almussafes en los últimos 5 años, y en el que las ayudas públicas a Ford del Gobierno valenciano, ya sea directa o indirectamente durante los últimos años, asciende a una media de entre 8 y 10 millones de euros anuales de media.
Y mientras esto ocurre, vemos cómo la factoría ha pasado durante los últimos tres años, de 8000 trabajadores a los 4800 trabajadores actuales. De los cuales, como vemos, ahora se vuelve a plantear la salida del 35 %. Y durante todo este tiempo, ni UGT (cuya dirección se muestra muy “satisfecha” con el acuerdo alcanzado con la dirección) ni el resto de sindicatos con representación en el comité, han sido capaces de convocar ni movilizaciones, ni huelgas para tratar de frenar este lento proceso de ahogamiento de la planta.
La estrategia de la dirección de Ford Almussafes lleva siendo la misma desde hace muchos años, porque realmente le funciona muy bien. Amenazan con el cierre para conseguir ayudas año tras año, y luego vuelven a pedir más dinero, y a despedir a más trabajadores, porque los acuerdos que se firman por parte de la Generalitat se hacen sin ningún tipo de garantía por parte de Ford. Por otro lado, los trabajadores sabemos por experiencia, lo que valen los compromisos firmados por las empresas. Estos, a la hora de la verdad, valen menos que el papel sobre el que están escritos.
Y el principal problema de todo esto es que, como siempre, los trabajadores son los mayores perjudicados, que ven todos los años peligrar sus puestos de trabajo, y se ven obligados también a contemplar con rabia e impotencia, cómo se va adelgazando cada vez más la plantilla de la factoría.
Crisis del sector y guerra comercial
Lo que estamos viendo es el resultado de la guerra de ofertas que se inició en el año 2021 por parte de la dirección de Ford, entre la planta de Almussafes y la planta de Saarlouis en Alemania. Se enfrentó desde arriba a las dos plantas, para decidir en cuál de ellas recaería la producción de los nuevos coches eléctricos y continuaría funcionando de esa manera a partir del año 2025.
La estrategia que adoptaron las burocracias sindicales de las dos plantas fue exactamente la misma. Siguiéndole el juego a la dirección, enfrentaron a los trabajadores de Almussafes y de Saarlouis. Y tras repetidos recortes y concesiones, se decidió finalmente el cierre definitivo de la planta de Alemania. Esto, lo que supone es el despido de miles de trabajadores entre los que formaban parte de la factoría, y los de las empresas auxiliares. A partir del 2025 solo quedarán allí 1000 trabajadores, de los 7000 que llegaron a estar empleados, hasta el 2032 que se cerrará lo que quede de la planta, aunque probablemente esto se produzca antes incluso de esa fecha.
Pero ahora nos encontramos con que después de todas las concesiones que hicieron los trabajadores de Almussafes para quedarse con la producción, y después de los millones de beneficio que le ha generado la planta a Ford durante los últimos años, la factoría vuelve a presentar un nuevo ERE.
Además, hay algo que no dejan que salga en los medios de comunicación oficiales, porque éstos no quieren morder la mano del que les paga. Y es que estos nuevos contratos para el 2027 también se están cuestionando por parte de los subcontratistas de Ford, que de momento dicen que no ven que se haya movido absolutamente nada, y eso les llama poderosamente la atención. Con lo que esto, podría ser una nueva bomba de humo por parte de la dirección de Ford para ganar más tiempo, y por supuesto más dinero en el camino.
Lo único cierto es que desde el año 2019, Ford ha estado cerrando plantas enteras en EEUU, Europa, Rusia, Brasil y la India. Y en todas estas ocasiones, las direcciones de los sindicatos han hecho todo lo que han podido para llegar a acuerdos, desmovilizar a los trabajadores, y evitar que hubiera una resistencia seria por parte de la plantilla de estas plantas.
Y otro elemento muy importante que hay que tener en cuenta, es que el imperialismo occidental está inmerso en una guerra comercial abierta con China, que está creciendo y absorbiendo mercados a costa de EEUU y Europa. Y en esta guerra, todo vale para la clase dominante a la hora de ser más competitivos. Los aranceles que se han aprobado recientemente a los coches eléctricos chinos son un ejemplo de esto. Pero el abaratamiento de los costes laborales también es uno de los principales recursos utilizados, y esto contempla por supuesto, el chantaje a los trabajadores y las deslocalizaciones.
Estos movimientos se hacen por parte de las multinacionales siguiendo una estrategia global, por lo que es necesario que los sindicatos dejen de mantener a los trabajadores atados a sus marcos nacionales, y que planteen una estrategia internacionalista para coordinar todas las luchas, en primer lugar, las de la misma empresa por encima de las fronteras, en segundo lugar las del mismo sector, y finalmente las de toda la clase obrera.
Progresiva desindustrialización del País Valencià
Pero todo esto ocurre también en paralelo a un profundo proceso de desindustrialización del País Valencià, en el que llevamos inmersos desde hace muchos años, y en el que el objetivo por parte de la burguesía, es el de priorizar el sector turístico (con trabajos precarios) y la especulación inmobiliaria.
En los años 80 comenzó un proceso de desindustrialización de la industria pesada y manufacturera, y fue un proceso que se prolongó durante muchos años. Durante estos años vivimos una gran contestación social con unos sindicatos que pelearon duro para revertir aquel proceso que suponía miles de despidos. De hecho, Ken Loach podría haber rodado perfectamente una de sus películas durante el desmantelamiento de los Altos Hornos del Puerto de Sagunto. En aquel momento solo faltó una dirección política revolucionaria que aglutinara a todas esas masas de trabajadores, pero desgraciadamente ni el PSOE ni el PCE cumplieron ese papel. Lo cierto es que, lo que hizo el PSOE en realidad, fue participar muy activamente en este proceso de desmantelamiento desde el año 1982, año en el que alcanzaron la presidencia del Gobierno.
Pero ahora en cambio, desde la crisis del 2008 vemos como la desaparición de la poca industria ligera y pesada que quedaba, y también de la industria de la construcción que se había hinchado durante los años previos al 2008, se está dando de una manera mucho más acelerada. Este proceso ha dejado tras de sí también un espectáculo desolador al igual que en los años 80: edificios en ruinas, polígonos industriales vacíos, infraestructuras abandonadas, etc…., y lo que es peor de todo, que todo esto ha estado ocurriendo con unos sindicatos tremendamente burocratizados, y que no son capaces de plantear una lucha seria frente a estos ataques.
Y esta es la situación que nos encontramos también en Ford Almussafes desde hace muchos años. La dirección de UGT lejos de hacer el trabajo que le tocaría hacer como sindicato de clase, está prestándole un servicio impagable a Ford, firmando un acuerdo tras otro, y convenciendo a los trabajadores de que lo mejor es firmar siempre lo menos malo, y que al año siguiente ya se verá. Y mientras tanto, los trabajadores ven cómo se les va conduciendo paso a paso, y con palmaditas en la espalda, hacia el precipicio.
Solo hay un camino: la lucha organizada
El capitalismo se está manteniendo con respiración asistida desde que explotó la crisis financiera en el año 2008. En aquel momento el estado español inyectó millones de euros en las entidades financieras para evitar su caída. Un dinero que en teoría deberían de haber devuelto esas entidades, pero del cual no hemos visto ni un céntimo. Contrariamente a devolver ese dinero, han continuado con el proceso de concentración bancaria, cerrando oficinas y despidiendo personal, y al mismo tiempo consiguiendo beneficios récord año tras año.
Este fue un fenómeno que se dio en todos los países y que vino a generar una deuda abultadísima que venimos arrastrando desde entonces, y que se incrementó todavía más por las nuevas ayudas que se dieron más tarde a las empresas para evitar también su caída durante la pandemia.
Los capitalistas llevan muchos años viviendo de las ayudas públicas mientras continúan llenando sus bolsillos con beneficios millonarios y recortando en costes laborales. La factoría de Ford Almussafes es un buen ejemplo de todo esto.
Es hora ya de que las organizaciones de la clase obrera tomen conciencia de esta situación y adopten un programa revolucionario e internacionalista de lucha. Es necesario plantear la expropiación y el control obrero de todas las empresas que amenacen con despidos o con el cierre. Si alegan que tienen pérdidas, que muestren sus libros de cuentas a los trabajadores. Solamente con una lucha unida de toda la clase obrera podremos acabar con este sistema podrido, que está dejando a lo largo del camino miles y miles de víctimas que ven con impotencia cómo son despedidas, desalojadas de sus casas por no poder pagar los alquileres o las hipotecas, y abandonadas sin absolutamente ninguna esperanza a la que poder aferrarse.