Gran división y enfrentamiento del Capital en Estados Unidos

Composición bandera americana y fluctuaciones bolsa

Análisis de clase de las elecciones estadounidenses de 2024 realizado por Gaceta Crítica, que pone de relieve las profundas divisiones sociales arraigadas en la tercera división del capital estadounidense. Las dos primeras divisiones del capital condujeron a una guerra civil: ¿a dónde llevará al país la tercera?

Gerardo del Val. Gacetacrítica.com

Estados Unidos está asistiendo ahora a una tercera ola de división del capital, caracterizada por la intensificación de los conflictos entre el capital centrado en el mercado interno y el capital centrado en el mercado global, así como entre el capital real y el virtual.

Estados Unidos, como nación, tiene el ADN de un “gobierno controlado por el capital”. Más allá de la influencia del capital en la política, su control también se puede ver en la creación deliberada de cuestiones sociales divisivas, como la raza, la inmigración, los conflictos regionales entre el Norte y el Sur y la orientación sexual. Al avivar las tensiones raciales y culturales y socavar la solidaridad de clase, el capital pretende desviar la reflexión sistémica sobre las fallas y disfunciones de los mecanismos democráticos, manteniendo así su dominio sobre la sociedad.

Sin embargo, este enfoque conlleva un riesgo importante: los propios grupos capitalistas no deben fracturarse. Cuando surgen divisiones dentro del grupo capitalista, se produce un caos interno. Históricamente, Estados Unidos ha estado al borde del colapso al menos dos veces como resultado de la división interna dentro del grupo capitalista.

La primera fase de la División Capital

Después de ganar la Guerra de la Independencia en 1783, Estados Unidos entró en un período de reconstrucción.

La estructura económica se basaba principalmente en la agricultura, el transporte marítimo y una industria rudimentaria, sin desarrollo industrial interno. Los suministros básicos dependían del comercio con Europa.

En esa época, el capital estadounidense estaba orientado principalmente al comercio y las potencias europeas, en particular Gran Bretaña y Francia, tenían una influencia significativa en el desarrollo del país. Francia había apoyado a Estados Unidos durante la Guerra de la Independencia, mientras que Gran Bretaña, como antiguo gobernante colonial, seguía siendo la fuerza naval y económica más poderosa del mundo. El estallido de la Revolución Francesa añadió complejidad al panorama político de Europa y creó divisiones dentro de Estados Unidos sobre las relaciones con estas dos grandes potencias.

El capital comercial estadounidense se dividió entonces en dos facciones: la pro británica y la pro francesa. La facción pro británica estaba representada por John Adams, el segundo presidente de los Estados Unidos. Esta facción apoyaba el establecimiento de un gobierno central fuerte y la promoción del comercio y la industria. Creían que mantener estrechos vínculos con Gran Bretaña ayudaría a impulsar el crecimiento económico de Estados Unidos. El Tratado Jay de 1794, que restableció las relaciones comerciales entre Estados Unidos y Gran Bretaña, fue un logro importante de la facción pro británica, pero se enfrentó a una fuerte oposición de la facción pro francesa.

La facción pro-francesa, representada por Thomas Jefferson, el tercer presidente de los Estados Unidos, hizo hincapié en la importancia de una economía agraria. Eran escépticos respecto de la industrialización y la concentración del capital financiero en Gran Bretaña, se oponían a la monarquía británica y apoyaban la Revolución Francesa. Los intereses económicos de esta facción estaban vinculados principalmente a los propietarios de plantaciones del Sur que comerciaban con Francia.

La división entre estas dos facciones del capital comercial condujo a una polarización política dentro de los EE. UU. Los federalistas simpatizaban con los intereses comerciales y abogaban por vínculos estrechos con Gran Bretaña, mientras que los demócratas-republicanos se alineaban con los intereses agrícolas y apoyaban vínculos más estrechos con Francia. Esto marcó las primeras etapas de las luchas partidistas.

La división también dio lugar a políticas económicas contradictorias: los federalistas impulsaban la industrialización y la centralización financiera, mientras que los demócratas-republicanos abogaban por el desarrollo agrícola y la autonomía local. Estas opiniones opuestas contribuyeron a los desequilibrios económicos regionales y sembraron las semillas de la Guerra Civil.

Sin embargo, el riesgo de una guerra civil se mitigó en última instancia mediante un compromiso. Un factor clave fue el liderazgo de George Washington, el presidente fundador. En 1793, Washington emitió la Proclamación de Neutralidad, argumentando que Estados Unidos debía evitar guerras innecesarias para proteger su economía y seguridad. Hizo hincapié en que Estados Unidos debía evitar formar alianzas permanentes con naciones extranjeras para mantener su independencia y soberanía.

En esa época, Estados Unidos también se enfrentaba a ciertas amenazas externas. Las bases militares británicas permanecían en el norte, las colonias francesas se ubicaban en el oeste y la Florida, controlada por los españoles, limitaba con el sur. Tanto Gran Bretaña como Francia armaron y apoyaron a los nativos americanos para que resistieran a los colonos estadounidenses, al tiempo que utilizaban fuerzas navales para hostigar y atacar a los buques mercantes estadounidenses. Estas amenazas externas brindaron oportunidades para un compromiso interno.

La segunda fase de la División Capital

La segunda ronda de división del capital se produjo en el siglo XIX, durante y después de la Guerra de 1812. El bloqueo británico de los puertos estadounidenses perturbó el comercio marítimo estadounidense, pero sin quererlo estimuló la independencia económica y sentó las bases para el desarrollo industrial futuro. Después de la guerra, el gobierno estadounidense se dio cuenta de la importancia de la autosuficiencia e implementó políticas que favorecieron el crecimiento industrial. Con el auge del capital industrial, la naturaleza del capital estadounidense pasó de estar basado en el comercio a estar basado en la industria y el comercio.

Este cambio generó nuevas demandas de expansión, pero también desencadenó nuevos conflictos, principalmente el choque económico entre el Norte y el Sur.

La economía del Sur, caracterizada por la agricultura y en particular por la producción de algodón, prosperó gracias al clima cálido y al suelo fértil de la región. En aquella época, el algodón era uno de los productos básicos más estratégicos del mundo, ocupando una posición de importancia comparable a la del petróleo en la actualidad. La economía del Sur dependía de la exportación de productos agrícolas a Europa y al Norte, lo que dio lugar a una preferencia por los aranceles bajos para facilitar el comercio.

En cambio, el Norte, dominado por la industrialización y la manufactura, apoyó aranceles elevados para proteger a las industrias nacionales emergentes de la competencia extranjera. Los industriales del Norte también creían que las plantaciones de algodón del Sur podían integrarse al sistema económico del Norte para asegurar un suministro constante de materias primas. Los esclavistas del Sur, sin embargo, insistieron en la expansión territorial continua y la preservación de la esclavitud. Las demandas políticas, las diferencias culturales y las opiniones opuestas sobre la esclavitud profundizaron aún más la división entre el Norte y el Sur, lo que finalmente llevó al estallido de la Guerra Civil.

Esta guerra, impulsada por la división del capital, afectó profundamente el desarrollo político, económico y social de Estados Unidos.

La tercera fase en curso de la División Capital USA.

Estados Unidos, caracterizado por la polarización política, la fragmentación social y una serie de acontecimientos relacionados, está atravesando actualmente una tercera ronda de división del capital que se está intensificando. Los grupos de capital estadounidenses se han dividido en capital virtual y global frente a capital real y doméstico. El capital virtual y global, cuyo paradigma es Wall Street, se concentra geográficamente en las costas este y oeste de Estados Unidos, donde la población inmigrante y minoritaria está representada de forma significativa. En cambio, el capital doméstico y real, como las industrias del acero y del automóvil, se ubica principalmente en el Medio Oeste, donde la población predominantemente blanca constituye el grupo demográfico.

La división entre capital virtual y capital real es la característica clave de la tercera ronda de división del capital. El capital virtual genera ganancias a través de inversiones, transacciones comerciales y operaciones financieras, sin participar directamente en la producción. El capital real, por otro lado, está vinculado a activos tangibles como fábricas, maquinaria, materias primas e infraestructura, que participan en los procesos de producción y circulación, generando valor en forma de capital de producción, monetario o de mercancías.

En las últimas dos décadas, la escala y la influencia del capital financiero estadounidense se han expandido exponencialmente. Con los avances en alta tecnología y las innovaciones en los mercados financieros, el capital virtual ha fluido y se ha apreciado rápidamente a nivel mundial. Sin embargo, su expansión conlleva riesgos de imprudencia e incertidumbre, lo que plantea riesgos significativos para los mercados financieros globales, como lo demostró la crisis financiera mundial de 2008.

Por otra parte, el capital real enfrentó sus propios desafíos. A medida que la globalización económica se profundiza y el capital financiero crece rápidamente, el capital real se ha visto cada vez más presionado por la competencia global y las tendencias financiarizadoras. La industria manufacturera estadounidense ha sufrido un “vaciamiento” y disrupciones tecnológicas, lo que ha intensificado la brecha entre el capital real y el virtual. Mientras que las ganancias del capital virtual fluyen hacia los sectores financieros y los grupos de altos ingresos, los rendimientos de la inversión del capital real se ven limitados por los ciclos económicos y los costos de producción. En consecuencia, la desigualdad de la riqueza y el ingreso aumentó marcadamente.

Otra división importante es la que se da entre el capital global y el capital nacional. El capital global estadounidense se refiere a los grupos corporativos multinacionales y a los inversores globales que operan e invierten en mercados internacionales, como la Reserva Federal y Wall Street. El capital nacional, en cambio, se centra principalmente en el mercado interno y depende de la producción y el consumo nacionales.

Con el auge de la globalización, el capital global ha crecido y se ha expandido rápidamente, generando ganancias a través de cadenas de suministro globales, inversiones internacionales e integración de mercados, al tiempo que facilita la transferencia de tecnología, el crecimiento económico y la consolidación de los mercados globales. El capital nacional, al igual que el capital real, enfrenta presiones competitivas externas, lo que conduce a la escasez de recursos y a la disminución de la participación en el mercado.

Para maximizar los intereses del capital, el gobierno estadounidense ha tendido a adoptar medidas proteccionistas para apoyar a las empresas nacionales y, al mismo tiempo, ha aplicado políticas de globalización para atraer la inversión extranjera. Sin embargo, esta dualidad en la política económica corre el riesgo de desestabilizar el mercado interno y exacerbar aún más las divisiones sociales.

Cómo la división del capital influye en las políticas de ambos partidos

La actual división del capital en Estados Unidos está estrechamente entrelazada con las luchas partidistas entre demócratas y republicanos, así como con la división ideológica entre la izquierda y la derecha.

En los últimos años, el Partido Demócrata se ha alineado más con los intereses del capital virtual y el capital global, incluidos el capital financiero, el capital tecnológico y las corporaciones multinacionales. Estos sectores suelen estar concentrados en ciudades costeras y regiones económicamente desarrolladas de Estados Unidos, que también forman la base de apoyo central del Partido Demócrata. Como resultado, los demócratas tienden a favorecer políticas como el libre comercio, el multilateralismo y la inmigración, que facilitan el flujo y la expansión del capital global.

Por otra parte, el Partido Republicano representa con mayor frecuencia al capital nacional y al capital real, en particular a los sectores tradicionales de manufactura, agricultura y energía. El Partido Republicano goza de un fuerte apoyo en las regiones del Medio Oeste y del Sur, donde las economías dependen en mayor medida de las industrias tangibles y de la producción nacional. En consecuencia, los republicanos son más proclives al proteccionismo, la reducción de impuestos y la desregulación para salvaguardar y promover los intereses del capital nacional.

Esta división del capital ha exacerbado la polarización política en Estados Unidos. Las brechas de valores entre los dos partidos se han ampliado y sus posturas políticas se han vuelto cada vez más irreconciliables, lo que ha llevado a ineficiencias en las funciones legislativas y ejecutivas. El conflicto partidario también ha dado lugar a la politización del poder judicial, ya que ambos partidos utilizan medidas judiciales para atacarse mutuamente, lo que alimenta aún más la polarización política.

Además, la división del capital ha intensificado los conflictos entre los grupos de votantes. Los beneficiarios del capital virtual y global suelen ser grupos de altos ingresos que tienden a apoyar al Partido Demócrata, mientras que los beneficiarios del capital real y nacional son principalmente trabajadores y agricultores que se inclinan por el Partido Republicano. Esta división geográfica y económica alimenta la fragmentación social. Como resultado, Estados Unidos está experimentando crecientes divisiones internas en torno a valores, identidad e intereses económicos, lo que podría conducir a una inestabilidad social prolongada y agitación política.

En materia de política exterior, también existen importantes divisiones entre demócratas y republicanos, en particular en cuestiones como la globalización y la cooperación internacional. El Partido Republicano, cada vez más guiado por el “nuevo aislacionismo”, ha abandonado el pragmatismo tradicional y ha adoptado medidas como retirarse de acuerdos y tratados internacionales (“retirada” y “ruptura de acuerdos”) que debilitan significativamente el liderazgo global de Estados Unidos.

Mientras tanto, el Partido Demócrata, portavoz del capital global, pone mayor énfasis en los intereses externos de Estados Unidos. Para asegurar recursos, expandir mercados y proteger inversiones financieras, los demócratas priorizan el uso de herramientas diplomáticas y militares para la intervención externa, incluido el uso de la fuerza y la realización de guerras para expandir la influencia geopolítica y crear condiciones favorables para obtener ganancias económicas.

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