La internacional de extrema derecha se reunió en Madrid el pasado fin de semana, entre protestas de los movimientos sociales y suscitando varios interrogantes, empezando por la propia existencia dentro de regímenes democráticos de este tipo de partidos, siguiendo por el clima de tolerancia de España (pues en otros países no hubiera sido posible) y finalizando por las declaraciones incendiarias del Presidente Milei y su repercusión en la política española…
Miguel Lucas. Grupotortugo.com
Este fin de semana, bajo el lema trumpista MEGA (Make Europe Great Again, Hagamos grande de nuevo Europa), los líderes de la ultraderecha europea se reúnen en Madrid. Detrás de estas reuniones subyace el apoyo a las políticas de Trump que están provocando un cambio hacia el ultraliberalismo más extremo.
Estamos ya en una revolución que tiene toda la pinta de poner fin a la democracia burguesa tal y como la conocemos desde la Revolución Francesa. Por si alguien no se había dado cuenta, ya estamos en el futuro. Las elecciones en EE. UU. y el papel jugado por la tecnología (datismo, algoritmos…) y los magnates de las tecno-empresas que han apoyado a Trump, nos han metido de lleno en una revolución que ha pillado a la izquierda y a Europa en mantillas.
La irrupción de los ordenadores e internet ha generado otro modelo productivo y lucrativo que no se parece en nada a los modelos económicos del siglo XX. Seguimos estando en el capitalismo, pero en una nueva fase que bien podríamos llamar «capitalismo googleniano» o «capitalismo algorítmico» o algo así. Los teóricos lo llaman “capitalismo cognitivo”. Su principal característica, que ya la estamos padeciendo, es la sustitución del Estado y de la democracia por otros poderes que provienen del regalo que a diario ofrecemos gratuitamente a las empresas de los magnates tecnológicos. De gratis le hemos donado nuestros datos, nuestros gustos, nuestros comentarios…, en fin, todo nuestro ser más íntimo, transformados en cookies.
Podemos decir en términos “gramscianos”, que a las redes les hemos dado el regalo de constituirse en hegemónicas. Lo que en teoría tendrían que hacer las fuerzas de la cultura y del trabajo para llegar a una sociedad más igualitaria, lo han hecho las tecnoempresas. Con toda esa información que les hemos proporcionado, nos moldean a su gusto y votamos lo que nos sugieren. Los ciudadanos, como trabajadores y consumidores que somos, nos hemos quedado sin alternativa para combatir la algoritmización, en manos de Elon Musk y de sus amigos de Google y Facebook.
La nueva tecnología funciona como una ampliación del cuerpo y de la mente a través de eso que se llama inteligencia artificial. La sociedad ya no funciona por clases, sino como una máquina. De esta manera es imposible que las ideas socialistas, tal y como las conocemos actualmente, puedan ser una alternativa a lo que se nos viene encima.
La información ya no llega a los jóvenes por los canales habituales, les llega por las redes y, por lo tanto, un rebaño de youtubers e influencers educa más que la universidad. ¿Cómo si no iban a votar a Trump? ¿Cómo si no hay terraplanistas? ¿Cómo si no Abascal consigue un 15 % de votos?
Los partidos políticos tradicionales, tras la llegada de las redes sociales, se han quedado sin instrumentos de combate para difundir sus discursos. Se lleva el gato al agua quien tiene y maneja los datos.
De eso va la reunión de Madrid, de un nuevo fascismo. Esta vez sin Estado y sin capa social. Solo datos y ultraliberalismo.