Raúl Lucena. Nodatanoparty.substack.com
En política ya no basta con tener razón. Hay que tener relato. Y ese relato, si no conecta con una emoción, no existe.
Desde la pandemia hasta las elecciones europeas, España ha atravesado una transformación silenciosa: no tanto en sus instituciones, sino en el modo en que los ciudadanos se relacionan con ellas. Ya no votamos como antes, ni por lo mismo, ni con la misma emoción.
Los estudios recientes, y especialmente el barómetro del CIS de abril de 2025 sobre calidad de la democracia que hemos analizado para este post, permiten trazar un mapa emocional de los votantes españoles. No hablamos solo de ideologías, sino de sentimientos colectivos, de percepciones acumuladas y de una narrativa emocional que atraviesa clases sociales, generaciones y territorios.
Estas cuestiones son claves para comprender a un electorado cada vez más volátil y cada vez menos predecible.
Después de unos cuantos años analizando el comportamiento electoral, unas cuantas decenas de encuestas/año, mucha lectura y un poco de creatividad desmedida, nos atrevemos a describir cinco grandes climas emocionales que hoy definen el voto (y la abstención) en España.
Y diréis, ¿por qué en España si hasta 2027 no hay elecciones? Porque, desde hace algunas semanas, nos da la sensación que pronto estaremos pidiendo el voto por correo o, al menos, mirando el DNI por si hay que renovarlo, ya que los tambores electorales están tocando en la puerta.
1. Enfado sin dirección: la indignación no canalizada
La semana pasada Eladia Illescas Estévez nos hablaba del “Hartazgo de las clases medias”. Una gran mayoría expresa un malestar difuso con el sistema, pero no encuentra un actor político que traduzca ese enfado en proyecto. El 75% de los ciudadanos siente que “gente como ellos no tiene ninguna influencia sobre lo que hace el Gobierno”, y más del 76% cree que los políticos solo buscan sus propios intereses. Es duro, ¿verdad?
Este enfado no se transforma en participación, sino en desafección. No se grita, se suspira y punto. Alguna vez lo hemos llamado nosotros (ya sabéis lo frikis que somos), complacencia social. Y por eso la desafección se traduce, por mucha activación de voto que queramos en voto nulo o blanco, desmovilización a tope power o un voto protesta no ideológico (como PACMA, “Se Acabó la Fiesta” o incluso a VOX, si me permiten la licencia 🤪).
El problema no es el malestar, sino su falta de dirección. La izquierda lo quiso capitalizar con “la gente contra la casta” en aquel 15M desde donde salieron Podemos y demás y la derecha radical con el “nosotros contra los de fuera” o “la España que madruga”. Hoy, ninguna fórmula emociona de forma estable y esto es MALO.
2. Miedo ante la incertidumbre: perder lo que se tiene.
Aunque el 79,2% considera que la democracia es el mejor sistema de gobierno, solo un 20,6% se declara satisfecho con su funcionamiento actual. El dato no muestra un rechazo a la democracia, sino un miedo a su vaciamiento.
Fig 1. 📊 Grado de satisfacción con la democracia. Fuente: CIS, Estudio 3497, abril 2025.
Este miedo es más emocional que ideológico. Se teme perder aquellas cuestiones que más o menos funcionan (sanidad, pensiones, vivienda familiar, subsidio de desempleo u otros…), o perder una cierta estabilidad institucional (gobiernos estables o que no nos llamen a votar cada año), o incluso, estar frente a la posibilidad de que “no se líe más la cosa”.
Aquí triunfan perfiles de liderazgo tranquilo y gestión sólida. Juanma Moreno en Andalucía podría ser un ejemplo (barremos para casa) o perfiles técnicos en gobiernos autonómicos que funcionan porque conectan con este miedo sin avivarlo, ofreciendo confianza sin prometer milagros. ¿Se os ocurre alguno? ¡Déjamelo en comentarios!
3. Desafección institucional: democracia sí, pero no así.
La desafección no es solo emocional: tiene estructura. Los datos del CIS son devastadores para las instituciones representativas. Se ve que los políticos lo leen poco, por eso de que no se fían de la estimación:
- Nota media de confianza en los partidos: 2,96 sobre 10. ¡Suspenso y veremos a ver si van a poder recuperar en septiembre!
- En el Parlamento nacional: 4,05. Suspenso.
- En el Gobierno central: 3,67. Suspensísimo y con punto negativo.
- El 85,1% cree que los actuales mecanismos no sirven para luchar contra la corrupción.
- Ojo, solo los gobiernos autonómicos están rozando el aprobado: 4,7.
Fig. 2. Confianza en las instituciones clave. CIS. Estudio 3497. Abril 2025.
Aquí ya no hablamos de desconfianza coyuntural, sino de una brecha entre sistema político y legitimidad social. La democracia no ha perdido su valor simbólico, pero sí su credibilidad cotidiana. La ciudadanía tolera las reglas del juego, pero desconfía del árbitro, de los jugadores y del marcador.
4. Hartazgo crónico: el ruido ha ganado a la palabra
La percepción de “ruido” es constante; en otros registros podríamos hablar de “politiqueo”, “polarización”, “crispación”…. En el estudio, un 65,2% cree que los políticos no escuchan a la ciudadanía, y el 42% piensa que todos los partidos proponen lo mismo. No hay diferencia percibida, ni proyecto claro, ni liderazgo emocionalmente estimulante.
Esto genera un fenómeno nuevo: no es despolitización, es saturación política.
La política ya no moviliza ni asusta. Solo agota. ¡Luego nos preguntamos por qué cada vez con más intensidad la gente opta por la evasión de noticias!
El votante tipo no quiere una historieta. Quiere que no le molesten. Que no le insulten por redes, que no le obliguen a posicionarse cada día. Y esto penaliza los discursos grandilocuentes, el tono agresivo y la polarización teatralizada.
5. Esperanza débil: democracia participativa (a pesar de todo)
A pesar del malestar, hay una mayoría que aún quiere una mejor democracia, no su sustitución.
- El 87,6% quiere más formas de participación directa.
- El 71,9% considera la Transición como un motivo de orgullo.
- Y más del 60% considera prioritario que PSOE y PP se pongan de acuerdo en cuestiones clave como fiscalidad o lucha contra la violencia de género.
Esta esperanza es frágil, pero real. Vive en espacios comunitarios, en redes profesionales, en asociaciones vecinales, en plataformas ciudadanas. No se activa con discursos polarizantes, sino con acciones concretas, visibilidad de resultados y reconocimiento emocional. ¿Lo entenderán algún día estos políticos?
Fig. 3. Desafección ciudadana frente a la política. CIS. Estudio 3497. Abril 2025.
Más del 70% de los españoles cree que los políticos no les representan, no les escuchan y solo miran por sí mismos.
Este dato es clave para argumentar que la democracia española está en crisis de legitimidad.
🔁 BONUS TRACK
En este mapa emocional, las narrativas eficaces no serán las que griten más, sino las que escuchen mejor.
Algunas claves:
- Tono relacional: hablar desde el “nosotros” y no desde el “yo político”.
- Ética visible: la confianza se gana más por comportamiento que por discurso.
- Emociones suaves: no hay que excitar, sino acompañar.
- Participación real: convertir el descontento en responsabilidad compartida.
Y sobre todo: no vender soluciones mágicas. Si queremos frenar el deterioro democrático, no basta con leyes más duras o tribunales más rápidos.
Necesitamos relatos políticos que conecten emocionalmente con la limpieza, la responsabilidad y la ejemplaridad. No desde la superioridad moral, sino desde el compromiso compartido.
Porque al final, lo que está en juego no es solo el dinero público, sino la salud emocional de nuestra democracia.