¿Cuál es el carácter distintivo de BSW en comparación con las formaciones de la izquierda oficial, “moderada”, “reformista” o “radical”? Al volver a poner en el centro las condiciones materiales de vida y la demanda de protección de la identidad, BSW se ganó el favor de la población trabajadora pese a mantener un diferente enfoque sobre la inmigración y la conversión ecológica…
Stefano Fassina. Sinistrainrete.info
En la fase histórica actual, en comparación con las formaciones de la izquierda oficial -moderada, reformista, radical-, ¿cuál es el carácter distintivo de la Alianza Sahra Wagenknecht (Bündnis Sahra Wagenknecht, en alemán)? Para el movimiento, ahora iniciado, dirigido por la líder de cincuenta años originaria de Alemania del Este, es un retorno a los “fundamentos”: la asunción del punto de vista de la clase obrera abigarrada y sufriente, entendida en un sentido amplio, es decir, empleados, autónomos, profesionales, micro y pequeños empresarios subordinados a los que tienen fuerza de mercado.
En esencia, BSW pretende dar representación y respuestas a sus intereses y a su pérdida de identidad. Nada original: es la estructura cultural y la función que cumplen los sujetos políticos de referencia del movimiento obrero. Hoy se destaca en lo que está sucediendo en un campo progresista marcado, en todas partes en Occidente, por la hegemonía de treinta años de culturas políticas post-materiales desprovistas de un sentido de límites.
BSW es un escándalo porque vuelve a poner en el centro las condiciones materiales de vida y la demanda de protección de la identidad de las personas, y define una agenda coherente para abordarlas.
La agenda incluye, en primer lugar, políticas para un orden internacional multilateral y, luego, para la negociación con Rusia y relaciones comerciales ordenadas con China. Por lo tanto, prevé la reconquista de un mínimo de autonomía política en la interpretación de la restricción atlántica por parte de las clases dominantes alemanas humilladas por el sabotaje “amistoso” del gasoducto Nord Stream 2. Y, en consecuencia, toma como prioridad el cambio de rumbo de la trayectoria de la guerrarealizado a una velocidad cada vez mayor por el Partido Popular, Socialistas, Liberales, Verdes y Conservadores, en los gobiernos y parlamentos nacionales, y en Bruselas en la “mayoría Úrsula”.
Estas son las posiciones predominantes de la izquierda en Bruselas. Hasta ahora, no hay problemas de línea. Las acusaciones de herejía “soberanista” se levantan cuando BSW, con sentido de la historia, evita el autoengaño de los Estados Unidos de Europa y propone, con conciencia de la dimensión nacional de los pueblos y responsabilidad democrática, la integración europea como cooperación entre democracias nacionales para la realización de bienes comunes en una escala adecuada. En las páginas del amplio y articulado programa de las elecciones al Parlamento Europeo se lee: “Nuestro objetivo es una Europa segura de sí misma, formada por democracias soberanas, que se unan no mediante la centralización del poder en la Comisión Europea, sino mediante una cooperación igualitaria, proyectos económicos comunes, un mercado interior uniforme con normas justas e intercambios culturales. Estamos convencidos de que, en última instancia, una mayor unidad europea, una mejor cooperación europea y soluciones europeas más comunes pueden lograrse de esta manera y no a través de la integración política”.1. Es la misma perspectiva que, ahora, Mario Draghi reconoce con realismo. En su reciente Informe sobre la competitividad, deja a un lado la retórica cada vez más surrealista de la “reforma de los Tratados” y señala la vía intergubernamental como la única viable, incluso fuera del perímetro jurídico de la Unión2.
La herejía de BSW también es denunciada en el lado de la conversión ecológica. Pero BSW está, una vez más en nombre de los intereses de clase, atenta a los costos sociales de la regulación “verde” del consumo y los estilos de vida y comprometida con la supervivencia de la industria manufacturera, la fuerza motriz sistémica de las condiciones materiales de vida de los trabajadores.
Más aún, BSW está fuera de lugar, excomulgada por el “marrón rojo” por los medios de comunicación “progresistas”, cuando, con realismo y atención a sus referencias sociales, propone, por un lado, la regulación de los flujos migratorios en relación con la capacidad efectiva de integración de los migrantes y, por otro, la apuesta por la cooperación internacional para promover el derecho a no emigrar. En el citado programa de Estrasburgo se afirma: “La inmigración y la coexistencia de diferentes culturas pueden ser un enriquecimiento. Sin embargo, esto solo se aplica en la medida en que la afluencia se mantenga limitada a un orden de magnitud que no sobrecargue a nuestro país y su infraestructura social, siempre que se promueva activamente la integración y se logre […] Toda persona que sea perseguida políticamente en su país de origen tiene derecho al asilo. Pero la migración no es la solución al problema de la pobreza en el mundo”.
La herejía de BSW se agrava aún más por la atención prestada a la tradición como fuente espiritual del ser humano. BSW rehúye la corrección política, incluso con punzantes provocaciones anti-woke. Interpreta los derechos civiles en clave humanista. Establece límites al individuo-consumidor soberano, a través del mercado, incluso en lo sagrado. Señala el trabajo cultural y vivencial necesario para el reconocimiento del otro. Es Wolfgang Streeck, director emérito del Departamento de Estudios de la Sociedad del Instituto Max Plank de Colonia, el principal intelectual orgánico de BSW (véase Globalism and Democracy, Feltrinelli 2024) quien explica su visión antropológica. Es una visión alternativa a la liberal-progresista à la Habermas. En una entrevista reciente con Die Zeit, Streeck dice: “No somos humanos habermasianos; no socializamos sobre la frágil base de una Constitución común, sino que hay costumbres y tradiciones, por así decirlo, cuyo aspecto visible promueve la confianza”3.
Costumbres y tradiciones. Aquí parece encontrar de nuevo a Mario Tronti. En uno de sus últimos escritos argumentó: “La tradición, bien entendida, bien utilizada, es un gran poder para transformar lo existente. La tradición es la gente, y la gente es la tradición. Si no echas raíces allí, no hay posibilidad de cambiar el fondo de las cosas”.
Las discontinuidades culturales y políticas antes mencionadas, cultivadas durante mucho tiempo, parecen dar sus frutos. Los resultados de las elecciones, que se produjeron pocos meses después de su debut, indican la capacidad de BSW para recuperar a sectores de la población. Los análisis de la votación del pasado mes de septiembre en Sajonia y Brandeburgo realizados por la Konrad Adenauer Stiftung son muy claros4. Con referencia a las elecciones de 2019, BSW es el único partido que resta una cuota sustancial de consenso a la AfD y, paralelamente, también a la CDU. A diferencia de votar por los partidos de la izquierda oficial, el apoyo a BSW se concentra entre los trabajadores menos educados y la clase media en lucha.
En resumen, BSW se ensucia las manos y el alma con las contradicciones inmanentes a la dimensión nacional-popular. No es la última en llegar a la cancha, con prórroga, para el “momento populista europeo” (de Podemos al M5S). Es la vanguardia consciente y culturalmente equipada para proteger las periferias sociales en el “momento Polanyi” que se está produciendo en Occidente. Expresa una cultura de gobierno. Su objetivo es “domesticar el capitalismo” para hacerlo económica y espiritualmente sostenible. Es una iniciativa arriesgada. Franco Cassano escribe en “La humildad del mal” (Laterza, 2011): “Quien no quiere permanecer encerrado en el narcisismo ético arriesga mucho, está continuamente expuesto al peligro de perderse a sí mismo, a la ilusión de dominar lo que en realidad le está dominando”. Pero “lo peor que puedes hacer es dejar en paz al otro hombre, porque tarde o temprano la sombra del Gran Inquisidor llamará a su puerta”. En definitiva, sin arriesgar, se renuncia a la política y se queda, complaciente entre “los buenos”, en el testimonio.
Notas
1 Aquí está el programa completo, traducido al italiano.
2 El futuro de la competitividad europea, Cap. 6 – Refuerzo de la gobernanza.
3 Wolfgang Streeck, Der Kapitalismus muss domestiziert werden, Zeit online, 04.09.2024.
4 Véase aquí el análisis de la votación en Sajonia, y aquí el análisis de la votación en Brandeburgo.