¡Detengan la escalada militar de la OTAN contra Rusia!

Foto: Lanzamiento de un misil ATACMS desde un MLRS M270

Alex LantierJohannes Stern. Wsws.org

Esta semana (pasada), Estados Unidos y Reino Unido autorizaron el uso de misiles de largo alcance de la OTAN en territorio ruso, cruzando una “línea roja” que los funcionarios rusos dijeron que conduciría a represalias militares, incluyendo el posible uso de armas nucleares.

El domingo 17, el presidente Joe Biden permitió que el régimen ucraniano en Kiev utilice misiles ATACMS para bombardear Rusia. Luego, el primer ministro británico Keir Starmer, quien había presionado a Washington públicamente desde septiembre para que tomara este paso, anunció que Londres permitiría que Kiev bombardee Rusia con sus misiles Storm Shadow. Kiev disparó misiles ATACMS el martes y Storm Shadow el miércoles.

Hay que sonar la alarma en Europa e internacionalmente. Bombardear otro país es un acto de guerra. Independientemente de que sea declarado o no, efectivamente ya existe un estado de guerra entre las mayores potencias nucleares del mundo.

El Gobierno ruso respondió a estos ataques provocativos haciendo advertencias cada vez más directas de que recurrirá a una respuesta militar. Lejos de alejarse del precipicio, Washington y sus aliados europeos de la OTAN continúan intensificando los ataques contra Rusia.

Starmer dejó en claro que el peligro de una guerra nuclear no prevendrá que bombardee Rusia. Le preguntaron sobre el cambio en la doctrina nuclear del Kremlin en septiembre, que permitiría ataques nucleares rusos contra Estados con armas nucleares como Reino Unido que armen a otros países bombardeando a Rusia. Tildando de “retórica irresponsable” las advertencias rusas de que responderá a ataques contra su territorio, Starmer declaró que las amenazas rusas de que recurrirá a armas nucleares “no disuadirán nuestro apoyo a Ucrania”.

La ministra de Relaciones Exteriores alemana, Annalena Baerbock, respaldó el bombardeo de Rusia y minimizó las advertencias de una guerra nuclear, indicando: “No nos dejaremos intimidar, sin importar los nuevos bramidos una y otra vez”. Su homólogo francés Jean-Noël Barrot dijo que el bombardeo de Rusia ya era “una opción que estábamos considerando”, afirmando que “no hay nada nuevo” con respecto a los bombardeos estadounidenses-británicos de Rusia.

Rusia ha emprendido medidas de represalia. El jueves, disparó un misil balístico de rango intermedio, identificado por fuentes ucranianas y de la OTAN como una variante “Orestnik” del misil RS-26 Rubezh, contra la ciudad de Dnipró. Normalmente, tal misil llevaría cuatro ojivas nucleares dirigidas independientemente. Cada una sería 20 veces más poderosa que la bomba nuclear estadounidense que destruyó Hiroshima. Con un rango de 5.800 km, podría destruir cualquier ciudad o base militar en Europa. Pero, este misil no llevaba municiones, dañando su blanco, una fábrica de misiles ucraniana, simplemente al impactarla a 12.000 km por hora.

En un discurso televisado a nivel nacional, el presidente ruso Vladímir Putin indicó que este ataque era una advertencia a la OTAN: “En respuesta al uso de armamento de largo alcance estadounidense y británico, el 21 de noviembre de este año, las fuerzas armadas rusas llevaron a cabo un ataque combinado… En condiciones de combate, se llevó a cabo una prueba de uno de los últimos sistemas de misiles de alcance intermedio rusos”.

“Tenemos derecho a usar nuestras armas contra instalaciones militares de aquellos países que permitan que sus armas se usen contra nuestras instalaciones”, continuó Putin. “Estamos listos para cualquier novedad. Si alguien todavía duda de esto, no debería hacerlo. Siempre habrá una respuesta”.

Es totalmente imprudente descartar las declaraciones de Rusia como un engaño. Cualquiera que sea la forma, Rusia tomará represalias ante las acciones cada vez más agresivas de las potencias de la OTAN.

Ayer, la vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, Maria Zakharova, denunció la base de misiles estadounidense en Polonia en Redzikowo, calificándola de “descaradamente provocativa”. Dijo que la base había sido identificada como un “objetivo prioritario para una posible destrucción”.

Explicando la peligrosa lógica de la escalada, el presidente del Consejo Editorial Internacional del WSWS, David North, escribió en un comentario publicado el jueves en X:

Si Putin advirtiera directamente a Starmer que, si vuelve a utilizar los misiles Storm Shadow contra Rusia, resultará sin lugar a dudas en una represalia directa contra Reino Unido, Reino Unido no cancelaría ataques futuros.

En este punto, EE.UU. y la OTAN deben creer que Rusia responderá con toda probabilidad con una importante represalia militar. Pero ya no consideran tales represalias como algo decisivo. Estados Unidos y las principales potencias occidentales están comprometidas con la derrota de Rusia y no retrocederán. Y ahora parece que Putin ha llegado a la conclusión de que no puede evitar un conflicto directo con sus “socios occidentales”.

La situación es extraordinariamente peligrosa, y el peligro se intensifica por el hecho de que el público en general parece no tener idea de que estamos al borde de una guerra catastrófica.

En 2022, mientras Biden de debatía si enviar tanques a Ucrania, advirtió sobre el peligro de un “Armagedón”. Dijo que conocía a Putin “bastante bien” y que Putin “no está bromeando cuando habla sobre el uso de armas nucleares tácticas”. Ahora, a pesar de las crecientes amenazas de Putin, Biden ha autorizado el bombardeo de Rusia.

Las potencias europeas, que han combatido contra Rusia junto a Biden durante casi tres años, están preocupadas por la amenaza de Trump de que reducirá el apoyo militar estadounidense a Kiev e impondrá aranceles para bloquear las exportaciones europeas a Estados Unidos. El ministro de Relaciones Exteriores de Estonia, Margus Tsahkna, está pidiendo “botas sobre el terreno” de las fuerzas europeas en Ucrania, como lo hizo el presidente francés Emmanuel Macron este invierno. Están abogando por intensificar la guerra para afirmar de forma independiente sus propios intereses imperialistas.

La Tercera Guerra Mundial en ciernes, de la cual la guerra contra Rusia es parte, es una guerra de saqueo. “La guerra en Ucrania también es una batalla por las materias primas”, afirma la agencia de Comercio e Inversión de Alemania (GTAI), señalando los “grandes yacimientos de hierro, titanio y litio de Ucrania, algunos de los cuales ahora están controlados por Rusia”.

Controlarían una riqueza aún mayor, en minerales críticos, pero también en petróleo y gas, si pudieran subyugar a Rusia. Su decisión de dejar de comprar energía barata rusa ha devastado Europa. Desde entonces, informa Reuters, los precios de la electricidad industrial aumentaron un 280 por ciento en Alemania, más del 200 por ciento en Francia, Italia y los Países Bajos, y un 103 por ciento en España. Europa está perdiendo fábricas y empleos, ya que esta alza de los precios de la energía ha hecho que los productos europeos no sean competitivos a nivel mundial.

A principios de este año, el presidente polaco Andrzej Duda llamó a aplastar a Rusia y dividirla en 200 Estados étnicos impotentes. Afirmando que “no hay más espacio” para Rusia en el mundo de hoy. Declaró provocativamente:

Rusia es a menudo llamada la prisión de las naciones, y por una buena razón. Es el hogar de más de 200 grupos étnicos… Rusia sigue siendo el imperio colonial más grande del mundo hoy en día, que a diferencia de las potencias europeas nunca ha sufrido el proceso de descolonización, y nunca ha sido capaz de hacer frente a los demonios de su pasado. No hay más espacio para el colonialismo en el mundo moderno.

Otro factor que impulsa la escalada de la guerra de la burguesía europea es la intensificación de la lucha de clases. Bajo una enorme carga de deuda después de décadas de rescates bancarios, los Estados europeos están planeando recortes de decenas de miles de millones de euros en programas sociales clave para desviarlos hacia el gasto militar, incluso cuando la ira de la clase trabajadora aumenta por la pérdida de empleos. Después de las huelgas masivas de los últimos dos años, los gobiernos europeos son profundamente impopulares y despreciados entre los trabajadores.

Los ataques militares rusos podrían servir como pretexto para militarizar aún más la sociedad, proscribir las huelgas, restablecer el servicio militar obligatorio e intensificar las políticas de austeridad y guerra rechazadas por las masas obreras.

La oposición profundamente arraigada a la guerra imperialista entre los trabajadores en Ucrania, Rusia, Europa, Estados Unidos e internacionalmente debe activarse y movilizarse en una lucha contra sus “propios” gobiernos capitalistas.

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