Carta Semanal nº 1000. Posicuarta.org
El 9 y 10 de julio de 2024, la OTAN ha celebrado en Washington, una Cumbre en la que celebraba su 75 aniversario y en la que han participado, además de sus 32 miembros, representantes de los gobiernos de Japón, Australia, Corea del Sur y Nueva Zelanda
En estos 75 años, los 12 miembros originales han crecido hasta los 32 actuales, y se anuncia la ampliación futura a varios países fronterizos con Rusia, incluyendo Ucrania.
La declaración final de la cumbre se congratula del enorme incremento del gasto militar de sus miembros: “celebramos que más de dos tercios de los aliados hayan cumplido su compromiso de destinar al menos el 2% del PIB al gasto anual en defensa y felicitamos a los aliados que lo han superado. Los aliados están dando un paso adelante: el gasto en defensa de los aliados europeos y Canadá ha crecido un 18% en 2024, el mayor aumento en décadas.”. Pero no se contenta con ello y pide más: “reafirmamos que, en muchos casos, se necesitará un gasto superior al 2% del PIB para remediar los déficit existentes y satisfacer las necesidades en todos los ámbitos”.
La OTAN está comprometida en la guerra de Ucrania, pero apunta –y de ahí los invitados del Indo-Pacífico- más allá. De ahí la cita de la declaración: “Las ambiciones declaradas y las políticas coercitivas de la República Popular China (RPC) siguen poniendo en peligro nuestros intereses, nuestra seguridad y nuestros valores”.
Los tratados de la UE parten del hecho de que buena parte de sus miembros lo son de la OTAN, y establecen una política en relación con ello. Esto ha alcanzado un nivel sin precedentes al actuar la UE como agencia de la OTAN en relación con Ucrania. Pedro Sánchez ha estado en primera línea, así como en la relación de Europa con Netanyahu, en la que luego frenó sin dejar de apoyarle.
Sin embargo, ni una palabra en la declaración sobre el genocidio de Gaza. En el comunicado final de la cumbre, el nombre de Ucrania fue citado en más de 60 veces mientras que no hubo ni una sola mención a las masacres perpetradas por el régimen sionista en la Franja. En el párrafo dedicado a Oriente Medio sólo se menciona a un país: “Las acciones desestabilizadoras de Irán están afectando a la seguridad euroatlántica”.
Hasta Pedro Sánchez se ha visto obligado a censurar “el doble rasero” de la OTAN con respecto al respeto al derecho internacional en la Franja de Gaza y Ucrania. Lo que no le ha impedido suscribir igualmente la declaración final de la Cumbre.
En nuestro país la movilización contra la pertenencia a la OTAN obligó a un referéndum, los términos del cual no ha sido ni siquiera respetados.
El gobierno Sánchez/Díaz ha incluso ofrecido una nueva base (en Mahón) para su utilización. La pertenencia al OTAN hace del gobierno español cómplice de esta Alianza y sus crímenes.
El combate contra la guerra es inseparable del combate por salir de la OTAN y contra la utilización de las bases.
La contracumbre
En vísperas de la Cumbre, numerosas organizaciones de los cinco continentes celebraban en el propio Washington una concurrida contracumbre. Entre las intervenciones más citadas de esa reunión destaca el discurso de la parlamentaria alemana Sevim Dagdelen, miembro de la Alianza Sahra Wagenknecht, de la reproducimos amplios extractos.
Del discurso de Sevim Dagdelen
Los tres grandes mitos de la OTAN se están desvaneciendo. En primer lugar, está el mito central de una OTAN organizada como una comunidad de defensa comprometida con el derecho internacional. Sin embargo, si interrogamos las políticas reales de la OTAN, ¿qué encontramos?
En 1999, la propia OTAN llevó a cabo una guerra de agresión, en violación del derecho internacional, contra la República Federativa de Yugoslavia. Los crímenes de guerra de la OTAN incluyeron el bombardeo de una estación de televisión en Belgrado y un bombardeo presuntamente accidental de la embajada china que mató a tres periodistas chinos. En 2011, la OTAN atacó Libia. Hizo un uso indebido de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para librar una guerra por el cambio de régimen, uno de cuyos resultados fue que parte del país quedó bajo el dominio de los islamistas; En general, Libia se sumió en un estado de miseria espantosa, e incluso sufrió el regreso de la esclavitud.
En Afganistán, la OTAN se involucró desde 2003 en una guerra lejos del territorio de la Alianza, solo para entregar el poder, 20 años después, a los talibanes, cuyo derrocamiento había sido el objetivo declarado de la invasión. Esa guerra de 20 años en Afganistán estuvo marcada por numerosos crímenes de guerra.
La Universidad Brown calcula que el número de muertos por las guerras de Estados Unidos en Oriente Medio en los últimos 20 años sólo en 4,5 millones de personas, guerras como la de Irak, basadas en mentiras y que no fueron más que violaciones atroces del derecho internacional.
La OTAN es una comunidad de ilegalidad y de violadores del derecho internacional que, ya sea por separado o como organización, llevan a cabo guerras de agresión sobre una base políticamente oportunista.
Un segundo mito es el de la OTAN como una comunidad de democracias basadas en el imperio de la ley. Pero si examinamos el pasado, esta halagadora autopresentación se desinfla inmediatamente. Hasta 1974, Portugal, miembro de la OTAN, estaba gobernado por una dictadura fascista que libró sangrientas guerras coloniales en Angola y Mozambique. Al igual que el Portugal fascista, Grecia y Turquía fueron miembros de la OTAN tras sus respectivos golpes militares.
La propia OTAN, como ahora sabemos, puso en marcha la Operación Gladio, una organización clandestina que se activaba cada vez que las mayorías democráticas amenazaban con votar en contra de la pertenencia a la OTAN.
Acuerdos bilaterales de seguridad, como los alcanzados con la España de Franco, están ahora en vigor con Arabia Saudí y Catar, incluso a sabiendas de que estos Estados son declaradamente antidemocráticos. Claramente, el único criterio significativo para tratar con la Alianza es la ventaja geopolítica. La OTAN no es una comunidad de democracias, ni existe para defender la democracia.
Tercero: La OTAN afirma actualmente que está salvaguardando los derechos humanos. Incluso si pasáramos por alto cómo las acciones de la OTAN pisotean un millón de veces los derechos al trabajo, la salud y la vivienda adecuada, una imagen tan interesada no resiste el escrutinio en los asuntos internacionales.
Mientras debatimos aquí, los prisioneros capturados en la llamada “Guerra Global contra el Terror” de Estados Unidos todavía languidecen en la Bahía de Guantánamo, donde han estado sin juicio durante casi un cuarto de siglo. Esa es la realidad de los “derechos humanos” en el principal estado de la OTAN. En lo que respecta a la libertad de opinión y de prensa, Estados Unidos, apoyado por sus auxiliares de la OTAN, intentó hacer de Julian Assange un ejemplo atormentándolo durante 14 años. Su único delito fue haber revelado al público los crímenes de guerra de Estados Unidos.
No solo se esté desmoronando el apoyo a la OTAN en todo el mundo, sino que son precisamente los más expuestos a su propaganda los que se muestren cada vez más escépticos con el pacto militar.
En Estados Unidos, la aprobación pública de la OTAN ha ido cayendo continuamente en los últimos años, mientras que las mayorías en Alemania cuestionan el principio de defender a todos los miembros; es decir, ya no están dispuestos a comprometerse con el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte.
El impulso de la organización hacia la escalada en Ucrania y su expansión en Asia está superando las propias capacidades de la Alianza. Una convicción está ganando terreno dentro de la OTAN de que no solo debe enfrentarse a Rusia y China, sino que también debe involucrarse en el Medio Oriente. Se trata de una reivindicación de la hegemonía global que se está formulando. La OTAN se ve a sí misma librando una guerra en tres frentes.
Teniendo en cuenta esto, es lógico que se prevean tres reuniones concretas para la cumbre de la OTAN de esta semana. La primera es una sesión de trabajo dedicada a intensificar aún más el rearme de la propia Alianza. El Consejo OTAN-Ucrania es el siguiente en el orden del día. Se trata de debatir cómo se pueden aumentar las generosas transferencias financieras y las promesas de la OTAN a Ucrania, con un aumento de las entregas de armas y una eventual adhesión a la OTAN de Ucrania. En tercer lugar, habrá una sesión con los socios de AP4 (Asia-Pacífico) (Australia, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur) y una reunión con los líderes de la UE.
Setenta y cinco años después de su fundación, la OTAN impulsará una mayor beligerancia en Ucrania y se expandirá a Asia. La intención es avanzar en la OTAN de Asia y poner en marcha allí la estrategia que cree que ya ha desplegado con éxito contra Rusia.
Al igual que Ucrania se erigió como un estado de primera línea contra Rusia, la OTAN espera transformar a países asiáticos como Filipinas en estados rivales frente a China. El objetivo inicial es participar en una guerra fría de poder, pero al mismo tiempo prepararse para una guerra de poder caliente de EE.UU. y la OTAN en Asia.
Estos acontecimientos van acompañados de una guerra económica, que ahora también se dirige contra China y cuya principal carga recae sobre las economías de los Estados clientes de Estados Unidos.
Y con su apoyo incondicional al gobierno de extrema derecha de Benjamín Netanyahu, la OTAN está perdiendo toda legitimidad moral en el Sur Global, ya que es vista como cómplice de los crímenes de guerra israelíes.
El apoyo público a una OTAN comprometida con la escalada y la expansión se está desmoronando en Occidente. En Alemania, el 55% de la población rechaza la adhesión de Ucrania a la OTAN. La mayoría se opone al suministro de armas a Ucrania y desea un alto el fuego inmediato. En Estados Unidos, la ayuda financiera a Ucrania, 200.000 millones de dólares hasta ahora, se ha vuelto extremadamente impopular. Un número creciente de personas quiere que se detenga el flujo de dinero a un sistema en Kiev que no solo es corrupto, sino que honra un culto estatal de extrema derecha en torno al colaborador nazi Stepan Bandera.
Lo que necesitamos ahora es el fin inmediato de las entregas de armas a Ucrania y, por fin, un alto el fuego allí. Quienes buscan la paz y la seguridad para sus propias poblaciones deben poner fin a la política agresiva de expansión hacia Asia. Y con más urgencia si cabe el cese de la entrega de armas a Israel.
En última instancia, la lucha contra la OTAN es una lucha por la propia soberanía. Como alianza de Estados clientes, Europa corre el peligro de colapsar. La emancipación, tal como se ve en América Latina, aún no se ha materializado. Un primer paso sería dejar de dejarse engañar por una alianza militar que financia su estrategia agresiva con una guerra social librada por sus gobiernos constituyentes contra su propia población.